Liam’s POV
Viernes 29
4:30 P.M.
Estamos en la sala de espera de la clínica donde hoy,
justo en unos minutos, nos dirán el sexo del bebé. Es una espera larga porque
la verdad estoy bastante emocionado, feliz, nervioso, ansioso por saber si será
un niño, o una niña. Me encararía que fuera niño, jugar con él y sería mi
pequeño compañero, le enseñaría cosas de hombres; por otro lado me encantaría
que fuera una niña, no dejaría que nada
le pasará, y sería como mi pequeña princesa. Nunca me imaginé estar en esta
posición pensando todo esto tan pronto, no lo planeé, pero supongo que será un
buen y gran cambio en mi vida, después de todo, pasaría algún día.
Por otro
lado, no puedo dejar de sentirme incómodo por algunas miradas acusadoras de las
personas que están ahí en la sala con nosotros, saben que vengo con Alexandra y
también se que ellos no tienen la menor duda de lo que Alexandra y yo somos,
pues la diferencia de edad es notoria y seguramente piensen que es inapropiado.
Me tranquiliza pensar que al menos no soy como otros idiotas que se han
enrollado en la misma situación y las han dejado solas y abandonadas. No creo
que sería capaz, eso hace una gran y enrome diferencia.
–Nos están
mirando –le mencioné a Alexandra, incómodo.
Ella se rió
levemente y después me volteó a ver.
–¿Y eso te
importa? –me preguntó–. Pero bueno, creo que me he acostumbrado a esas miradas,
en todos lados es lo mismo, es tu turno de acomodarte –me respondió–. En las
calles, en la escuela; inclusive mis amigos en algunas ocasiones.
De pronto
llamaron el nombre de Alexandra y se puso de pie, yo me quedé sentando hasta
que me ofreció una mano, la tomé, me puse de pie, como si necesitara ayuda para
enfrentarme a esto, y entramos a la habitación donde harían la ecografía.
–Hola,
Alexandra y Liam –nos saludó la doctora.
–Hola,
doctora –la saludamos al mismo tiempo.
–¿Cómo han
estado? –nos preguntó.
–Bien
–respondió Alexandra.
–Nervioso
–respondí–. Ansioso –añadí.
–¿Nervioso?
No estés nervioso, en la última ecografia el bebé estaba en excelente estado,
espero que todo siga igual –me trató de tranquilizar la doctora. Y después
comenzó le comenzó a preguntar algunas cosas a Alexandra mientras la preparaba
para la ecografía; yo estaba sentado junto a ella, esperando. Después de unos
minutos, mientras veíamos por la pantalla, la doctora señaló en la pantalla
algo, podemos ver todo, su perfil, sobre todo sus dedos y su posición. Pequeños
detalles y nos iba informando y explicando cada pequeña cosa que apareciera en
la pantalla, hasta que se detuvo en un punto fijo–. ¿Lo ven ahí? –nos preguntó
y yo enfoqué mi mirada en donde ella señalaba–. No hay nada que indique es un
varón… –e hizo una pequeña pausa, caminó hacia su escritorio, del cajón sacó
una tarjeta y me la entregó–. Felicidades, es una niña –continuó, yo le presté
poca atención a la tarjeta porque me quedé mirando la pantalla.
–Es una niña
–repetí con una gran sonrisa y entonces volteé a ver a Alexandra–. Es una
niña –repetí una vez más–. Dios, una niña hermosa –noté la alegría en mi
voz y mis ojos cristalizados. Jamás me había sentido así de feliz. Alexandra no
dijo nada, solo me observó con una gran sonrisa. Sin habla.
–Felicidades
–nos dijo la doctora.
Por fin
volteé a ver la tarjeta y leí: “Felicidades, es una niña.”
5:00 P.M.
Después de darle las buenas nuevas al padre de
Alexandra, ella se encargó de entregarle la foto para que él la pudiera ver. La
observó y me volteó a ver y después a Alexandra.
–Bueno, si
algo puedo decir de esto es que ella tiene tu nariz –hizo la observación
con mucha seguridad, ella sonrió y él se quedó callado un momento–. ¿Ya tienen
pensando algún nombre? –nos preguntó mostrando interés.
Ambos nos
quedamos callados.
–Nada en
absoluto –le respondí.
–Ya pensarán
en alguno, faltan algunos meses –nos dijo, después hubo un silencio–. ¿Me dan
un minuto? Ahora regreso –nos dijo y salió de su oficina.
–Creó que
fue a llorar –le dije a Alexandra bromeando.
–¿En serio?
–me preguntó sarcástica–. Tú también llorarías –me acusó.
La verdad es
que el llanto lo había sabido sostener desde el momento en que me enteré de que
sería padre, y de diferentes tipos de emociones que lo provocaban.
–Será
hermosa –le dije convencido de ello.
–Apuesto a
que se parece a ti –me dijo.
–Oh, no.
Tiene que parecerse a ti, tiene que tener tus ojos, y tus labios, y tus orejas,
también tu nariz, una mini-tú –le dije y ella sonrió.
Sábado 30
2:30 P.M.
Habíamos recorrido un buen número de tiendas en la
plaza, sólo observando un poco de todo, en busca de ropa para bebé, ahora que
sabemos que será una niña, podemos comenzar a comprar las cosas que
necesitaremos en unos meses.
–¿Está
buscando algo en específico, señorita? –le preguntó una de las empleadas de la
tienda con amabilidad–. Usted y su… –se detuvo en cuanto me vio.
–Mi… –comenzó
Alexandra, pero se trabó–. Mi esposo –continuó y me ofreció una sonrisa para
que le siguiera el acto. Yo asentí poco convencido y forcé una sonrisa.
–¿Están
buscando algo en especifico? –nos volvió a preguntar.
–No,
gracias, sólo estamos observando –le contesté.
–Bueno, si
necesitan estaré por aquí –nos dijo y se quedó mirando a Alexandra–. Luce usted
muy joven –le mencionó–. Me hubiera gustado a su edad lucir como usted.
–Bueno,
justo terminé la universidad, debería verme joven. ¿No es así? –le dijo.
–Si, exacto…
–dijo la señorita poco convencida, sonrió una vez más y se fue de ahí.
–¿Desde
cuándo estamos casados? –le pregunté a Alexandra.
–Fue lo
único que se me ocurrió –me respondió.
–Y no sabía
que ya habías terminado la universidad, supongo que es bueno, eso cambia toda
la historia –le comenté y ella me volteó a ver molesta.
–Me dejé
llevar, ¿de acuerdo? –me replicó–. Pensé que me daría esa mirada de
desaprobación como todos lo hacen y por eso lo dije –me explicó.
–Bueno,
podrías tratar de no decirlo demasiado –le dije.
–Eres
alérgico al compromiso, ¿cierto? –me preguntó–. No te gusta ni siquiera pensar
un futuro en el cual te veas demasiado comprometido con alguien.
–No, lo que
no me gusta es que tú ya comiences a pensar en eso –objeté–. Vamos –le dije y
entonces agarré su mano y la apresuré a salir de la tienda, ya me quería ir,
pero justo al salir nos encontramos con uno de mis mejores amigos, Byron. Iba
acompañado con su novia, la diferencia de edad entre ella y Alexandra es
notoria, traté de esquivarlos cuando pasé entre la gente, pero él me vio y no
pude hacer nada más que detenerme y hablar con él. Alexandra parecía
disgustada.
–Liam, vaya,
hace tiempo que no te veía. ¿Que ha sido de ti, hermano? –me preguntó con
alegría y se acercó para darme un abrazo, después se separó y me sostuvo de los
hombros para poder verme–. En serio ha pasado un largo tiempo, ¿eh? Desde hace
un par de años, como pasa volando el tiempo –exclamó.
Me tardé un
minuto para responder.
–Bueno, todo
como siempre, ya sabes, ocupado, aquí y allá –le respondí por fin. Alexandra se
aclaró la garganta para hacerse notar en la conversación y ambos la volteamos a
ver mostrando un poco de sorpresa–. Ah, y bueno, ella es mi novia, Alexandra
–la presenté.
Ella
estrechó la mano de ambos, él me volteó a ver buscando una explicación porque
era obvio que se había dado cuenta de lo joven que era, a lo que yo le respondí
rascando mi nariz un poco y después detrás de la oreja, eso era una clase de
'clave' que utilizábamos cuando éramos más jóvenes, significaba te explico
luego. Lo usábamos en numerosas situaciones, sobre todo en la universidad
cuando nos encontrábamos en la universidad.
–Ella es mi
novia, Nicole –nos presentó a su novia, y una vez que las habían presentado,
Alexandra y Nicole comenzaron a entablar una conversación, mientras que Byron y
yo nos alejamos un poco para poder hablar más tranquilos–. Solo dime que está
gorda y no embarazada –me pidió Byron después de que le contara la mitad de la
historia, o yo diría, sólo el inicio. Yo me quedé callado y lo miré unos
cuantos segundos, él capto la idea y antes de que pudiera hablar me defendí como
siempre hago:
–Pero estoy
enamorado de ella –le dije.
–¿Qué? ¡No!
–exclamó molesto–. Ella cumplirá 16 en unas semanas, tú tienes 25, mientras tú
estabas teniendo tu primer amor, ella apenas había nacido, o pero aún, estaba
en su camino –me dijo–. Perdiste tu trabajo, es la hija de tu primer jefe, la
viste por primera vez cuando acababa de cumplir 14. ¿Hablas en serio? Es una
niña, y Liam, mi trabajo es traerte de vuelta a la realidad, amigo, tú no eres
un adolescente.
–Tú
claramente no entiendes –me quejé–. Aprecio que estés preocupado por mi, pero…
solo déjalo de esa manera. Es mi vida.
–Como tú
digas y felicidades, supongo –me dijo sin insistir más. Me abrazó como
despedida–. Te cuidas, nos vemos por ahí.
Es difícil
explicarle a alguien como es que estás enamorado y sobre todo de alguien que es
diez años menor que tú, suena como si estuvieras loco, pero la realidad es que
la edad no debería importar, después de todo sigue siendo el mismo problema:
amor. Y no es que me moleste el que Alexandra sea menor, lo que me molesta son
todas las personas diciendo que está mal, eso es lo que realmente me molesta y
me afecta, porque ellos simplemente no entienden. Debe pasarle exactamente
igual a Alexandra, lo sé, pero creo que es más difícil explicar desde mi
posición.
Más tarde, ese día, me encontraba en mi casa,
Alexandra se había ido y mi hermano había llegado de un lugar el cual no me
interesa saber. El caso es que había estado pensando en todo lo que haríamos
cuando la bebé naciera y creo que será necesario una habitación más. Realmente
fue dura esta decisión, pero sumamente necesaria, es por eso que le estoy
avisando con tiempo a mi hermano de que se tendría que mudar. No se lo tomará
bien, lo sé porque lo conozco, pero desde el inicio y no quiero sonar malo,
nunca quise que se mudara conmigo aquí.
3 comentarios:
Me gustó el cap., y espero que todo les vaya bien.
Besos.
PD: Pasate por mi blog.
Me encanto ^^ jajajaja no se porque pero me hubiera gustado que fuera niño(? Ya...que el hermano de Liam se consiga novia y se vaya a vivir con ella o que regrese con sus padres, no sé(? e.e
Continuala pronto ñ.ñ (Elpoder de la "Ñ"(?))
¡Me encanto! ¿Como es que escribes tan bien? :) Sigue!!!
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