Seguidores

2/21/2013

Cap. 87



Jade’s POV
Jueves 25 de Julio

Abrí los ojos y me encontré con el techo de la sala de la casa de mi papá. Ni siquiera sé cómo llegué ahí, pero al menos sé que estoy a salvo y con un dolor de cabeza terrible. Me quedé quieta por unos minutos hasta que decidí ponerme de pie. Debe ser temprano porque nadie me ha descubierto todavía… o quizás no. La cobija sobre mis pies no llegó ahí sola.
     –Buenos días, bella durmiente con resaca –me saludó alguien detrás de mí. Volteé la mirada rápidamente y me sentí aliviada al saber que era Samuel con un vaso de leche en su mano y todavía vistiendo su bata de dormir. Todavía debe ser temprano… o no. Esa no es la bata de dormir de Samuel, es la bata para cuando sale de la alberca. No es un alivio.
     –¿Qué hora es? –le pregunté y el miró el reloj de su celular.
     –No tan tarde, felicidades –se burló–. Eh, Regan llamó, dijo que vendría cuando pudiera –me informó–. Eso fue hace horas, así que supongo que no tardará mucho más.
     –Mierda –dije y en eso sonó el timbre–. Debe ser él. Será mejor que vaya y… ya veremos lo que pasa –suspiré y caminé hacia la entrada. Abrí la puerta bruscamente y, para mi mala suerte, Regan se encontraba esperando. No lo saludé, pero mi perro lo recibió con alegría. ¿Todavía se acuerda de él? Ha pasado en serio mucho tiempo.
     –¿Todavía lo conservas? –me preguntó y se hincó para acariciar al perro.
     –Es un ser viviente, no es que lo vaya a echar de la casa –le contesté.
     Él acarició al perro una vez más y después se volvió a parar.
     –Jade, primero que nada, quiero decirte que lo siento –me dijo.
     –Si fuera la primera vez que te escucho decir eso, seguramente te creería –le repliqué–. Ahora,  ¿me puedes devolver mi bolsa por favor? –le pedí.
     –¿Por qué nunca me escuchas cuando trato de pedir perdón? –preguntó desesperado–. Cada vez que me encuentro en esta situación contigo me cierras la puerta en la cara, ni siquiera me das una oportunidad, no seas así de orgullosa –me regañó.
     –Porque no voy a perdonarte, punto –le dije.
     –Lamento la manera en que te llamé ayer, lamento si me sobrepasé contigo y lamento todo lo de ayer –se disculpó–. Cualquier cosa ofensiva que haya dicho, no lo decía en serio.
     –¿Y lo no ofensivo? –le pregunté y él se quedó callado–. En serio no me importa que me hayas llamado puta, estoy muy por encima de ello. Lo que realmente me preocupa es que creas que todavía me tienes al alcance de tu mano como algo más que amigos, o que pienses que todos los que alguna vez llegarán a estar conmigo serán inferiores a ti o que los querré solo para poder olvidarte. Regan, te tengo una noticia de no tan último momento: ya te superé y si estaba emocionada de verte era porque eres, o eras, uno de mis mejores amigos, te conozco desde siempre y no te quería perder –le expliqué más calmada–. Pero ahora ya no estoy tan segura, por eso creo que lo mejor es que ya no seamos amigos, claramente no es bueno para ninguno de los dos –le dije.
     –¿Por qué no sería bueno? –me preguntó.
     –Porque tú estás herido –le contesté–. O celoso.
     –Pff, yo no estoy… herido –me replicó–. O celoso.
     –¿No lo estás? Trataste de emborracharme anoche para que me acostara contigo, ¿qué tan desesperado estás? –le pregunté molesta–. No soy así de fácil, y eso lo sabes. Mi relación no está tan mal, ¿tú crees que pienso en ti cuando estoy con Marco? No le he hablado de ti desde antes de nuestra primera cita solo para que no se creara una mala idea de ti porque esperaba que algún día, con la esperanza de no perder a mi único amigo en todo el estado de California, te conociera y se llevaran bien –le dije.
     –Entonces sí pensaste en mí –me dijo con una pequeña sonrisa.
     –Pero no con las mimas intenciones que las de antes, Regan –le aclaré.
     –Supongo que no tengo motivos suficientes para poner en duda eso. Hablé con él esta mañana y me trató más o menos bien –me informó.
     Me quedé callada un segundo y después reaccioné.
     –¿Q-qué? –pregunté sorprendida–. ¿Hablaste con él?
     –Pues dejaste tu bolso en la oficina y yo amanecí allí porque no había nadie que me llevara a casa, y en la mañana sonó tu celular y pensé que era el mío y contesté –me explicó–. No te preocupes, le dije que fue mi cumpleaños y viniste a mi casa para festejar con mi familia, se te olvidó la bolsa, eso fue todo –me respondió–. Tampoco es que él vaya a sospechar de un ángel como tú, ¿no es así, Jade? –me preguntó sarcástico–. Pero en caso de que dudes de mí, como siempre hiciste, puedes hablarle.
     –Lo haré, gracias por el aviso –le dije y entré a la casa.
     –De acuerdo, entonces que él te ponga al tanto, nos vemos pronto –se despidió.
     –Pronto más como nunca jamás –le repliqué y él continuó su camino hacia su carro sin decir nada. Cerré la puerta y llamé rápidamente a Marco.
     –Así que Regan al fin te regresó tu bolsa –asumió Marco.
     –Sí… –le dije nerviosa y caminé hacia la sala–. ¿Hablaste con él? –le pregunté.
     –Algo así –me contestó–. Aunque no hablamos de mucho –mencionó.
     –Oye, ¿quieres venir a mi casa? –le pregunté–. Estoy sola…
     –¿Desde cuándo yo no cuento como compañía? –preguntó Samuel en la distancia.
     –Cállate –le murmuré y esperé a que Marco contestara.
     –Seguro, estoy ahí en veinte –me respondió y colgó.
     –¿Necesitas que me vaya de la casa o…? –me preguntó Samuel.
     –¡Cállate! –exclamé y le aventé un cojín del sofá.

Unos treinta minutos después, Marco llegó y subimos a mi habitación. Todo estaba como lo dejé ayer antes de ir a la oficina de Regan.
     –Te gusta levantarte temprano para ordenar tu desorden, ¿no? –me dijo Marco y se echó en la cama. Yo me acosté a su lado y comencé a jugar con su cabello–. Oye, quiero hablar contigo sobre lo que pasó el otro día –mencionó y lo volteé a ver–. En serio no quiero que me pongas un ultimátum así, siento que en cualquier momento lo elegirías a él sobre mí
     –Eso es ridículo –me apresuré a decir–. Si en realidad…
     –Lo haré –me interrumpió–. Haré lo que me pediste.
     –No tienes que hacerlo –le dije–. Estuve pensando y es una mala idea.
     –¿Qué te hizo cambiar de ideas tan rápido? –me preguntó extrañado.
     –No lo sé, me di cuenta que Regan siempre será mi ex novio, será el mismo de siempre y no creo que cambie en un tiempo próximo, así que… –le contesté–. Pero en serio aprecio que estuvieras dispuesto a hacerlo por mí, es como… yo no lo habría hecho.
     –Sé que no –me dijo riendo–. Te conozco, ¿sabes?
     –Supongo que sí –murmuré con una sonrisa.
     –Jade, jamás te he dicho esto antes, pero…
     –Tengo que irme –lo interrumpí sin motivo alguno, sólo que no quiero escucharlo decir lo que planea decir. No quiero escucharlo hasta estar segura de que yo también siento lo mismo por el–. Nos vemos después –y colgué.

Domingo 28
8:00 P.M.

Hoy es cumpleaños de mi hermana y ella llegó ayer de su viaje con mamá y su… novio. Ahora vendrá a casa y mi papá le preparó una pequeña fiesta sorpresa, agarró su agenda y llamó a sus amigos, bueno, yo me encargué de esa parte. La hermana menor de Meghan también está aquí, en fin, será una bonita sorpresa. Me encantan las fiestas sorpresa.
     Escuchamos la llave siendo insertada en la puerta y justo cuando ésta se abrió, todos hicimos nuestro mayor esfuerzo para mantener la respiración un segundo.
     –¿Papá, Angela? –preguntó Charlotte y avanzó unos cuantos pasos, volteé a ver a mi papá al otro lado de la habitación y él asintió, todos compartimos unas miradas y saltamos al mismo tiempo, escuché el sorpresa y el flash de la cámara dispararse al mismo tiempo. Charlotte sonrió y se acercó a nosotros para abrazarnos–. ¡Gracias! –exclamó con felicidad y mi papá se acercó a ella con una pequeña caja en las manos.
     –Tu regalo, recuerda cuidarlo bien –le dijo mi papá y le entregó la caja. Charlotte la abrió mientras miraba alrededor para ver nuestras reacciones y unos segundos después sacó unas relucientes llaves–. Está esperando afuera, conductor no incluido –bromeó mi papá y Charlotte saltó hacia él para abrazarlo, entonces se escuchó un claxon afuera.
     –¡Gracias, gracias, gracias! –exclamó con felicidad y salió corriendo.
     Todos la seguimos con más calma hacia afuera. Un llamativo carro la estaba esperando. Me recordó demasiado a hace tres años, cuando todavía tenía mucho tiempo para decidir qué hacer con mi vida, pero en serio, demasiado. Yo quería a un chico, por supuesto, y mis calificaciones estaban bien y lo único en lo que pensaba era: “mierda, todavía tengo que asistir al colegio, ¡ya quiero graduarme, vivir por mi cuenta, viajar con mis amigas!” Pero, ¿qué fue lo que obtuve? Días que pasaron volando y nada de lo que quería se hacía realidad, de hecho, las cosas empeoraron un poco y aún no puedo decir que todo está bien.
     Recordé eso con media sonrisa, pero al mismo tiempo un nudo en la garganta. ¿Por qué ahora? Me duele recordar todo lo que tenía y que ahora no tengo, y si tuviera que hacer una lista, la resumiría en dos partes: una familia unida y amigos que estuvieran ahí para mí en cualquier momento. Amigos que claramente ya no están, amigos que se convirtieron en…
     –¿Qué demonios está haciendo él aquí? –pregunté enojada mientras observaba a Regan bajar del carro de mi hermana con una gran sonrisa dibujada en su rostro.
     Enemigos, amigos que se convirtieron en enemigos.
     –Hola, amor –me saludó Marco por detrás. Yo me volteé rápidamente y jalé a Marco del cuello, atraje su boca a la mía y me esforcé por mantener nuestros labios unidos unos largos cuantos segundos. Entre abrí los ojos y miré hacia la derecha para comprobar que Regan estuviera viendo, y en efecto, lo estaba. Miró hacia el suelo y caminó hacia otro lado, fue entonces cuando dejé a Marco respirar–. Vaya –fue lo único que pudo decir.
     –Hola –lo saludé apenada y me acomodé el cabello–. Me alegro que hayas venido.
     –Yo también –me dijo–. Que sea una oportunidad para conocer a tu amiga.
     –No era necesario que hicieras énfasis en eso –le dije y él rió un poco–. No va a venir.
     –¿Qué? ¿Por qué? –me preguntó mostrando interés, como si en serio hubiera estado esperando para conocerla–. Espera, no me digas, está ocupada con alguien más.
     –Como siempre –suspiré–. Y tengo otra mala noticia –mencioné–. Regan está aquí.
     –¿Lo invitaste? –me preguntó un poco irritado–. ¿Por qué?
     –Pensé que habías dicho que estás dispuesto a conocerlo –dije.
     –Y yo pensé que ya habíamos superado eso –me replicó.
     –¿Quieres ponche? –le pregunté para cambiar de tema y él asintió lentamente–. Ahora vengo –le dije y entré a la casa. Él me siguió, pero no hasta la cocina. Cerca del ponche, Regan también se estaba sirviendo–. ¿Por qué estás aquí? –le pregunté enojada y lo jalé del hombro para que me volteara a ver, ocasionando así que se le cayera el ponche que se acababa de servir en la playera. No me disculpé por eso.
     –Muchas gracias –me dijo molesto y agarró una servilleta para limpiarse.
     –¿Por qué estás aquí? ¿Quién te invitó? –le pregunté insistente.
     –Samuel –me contestó–. Y tu padre –agregó–. Necesitaban un lugar donde guardar el coche nuevo y en mi casa tenemos una vacante –me explicó–. Oh, y gracias por probar tu punto allá afuera –me dijo y yo lo miré confundida–. Quieres probar que lo quieres, pero no puedes porque no lo sientes. Mira, Jade, te quiero y tú me quieres, él te quiere pero tú no a él. Solo necesitaré una oportunidad para hacérselo saber.
     –¿Para eso viniste? –le pregunté–. Si es así, será mejor que te vayas –lo amenacé.
     –No lo creo –me dijo y se acercó a mí un poco, inclinó su vaso hacia adelante y yo retrocedí unos pasos, pero él extendió su brazo y el líquido salió disparado hacia mi vestido. Sentí el frío de la bebida traspasar la ropa–. Lo siento que no lo siento –dijo y pasó a mi lado indiferente hacia la salida de la cocina–. Ah, hola, Marcus –lo escuché decir a mis espaldas. Me volteé para verlos conocerse por primera vez en persona.
     –Regan –pronunció Marco un poco tenso–. ¿Ese no es un nombre de mujer? –le preguntó y Regan me miró por encima de su hombro.
     –Deberías enseñarle a tu nuevo perro algunos modales –me dijo y salió de la cocina.
     Marco caminó hacia mí y yo traté de cubrir lo que Regan había empapado.
     –¿Qué te pasó? –me preguntó.
     –Un accidente –le contesté y me comencé a limpiar.
     –¿Fue él? –me preguntó y yo levanté la mirada–. ¡Lo voy a matar! –exclamó.
     –Estás exagerando, fue sólo un accidente –defendí a Regan–. ¿Sabes qué? Voy arriba, me cambiaré a mi traje de baño y me pondré algo encima –le dije.
     –Ok, pero no te tardes –me apresuró y yo salí de la cocina.

Bajé 15 minutos después vistiendo unos shorts y una playera con el traje de baño debajo.
     Entré a la cocina y me serví un vaso de agua, después caminé hacia la ventana y me asomé al jardín. No hay demasiada gente, unas quince como mucho. Solo dos estaban en la alberca, y uno a punto de saltar: Regan. Se detuvo en la orilla e hizo sus sandalias a un lado y no se tomó mas tiempo para quitarse la playera. Despegué la vista de él un minuto para ver las reacciones de las demás amigas de Charlotte, no es que me importe si alguien fija los ojos en él, solo quiero saber… no importa. Unas son bastante obvias, otras tratan de disimular un poco. Regan se llevó las manos a los bordes de sus jeans, desabrochó el botón y sus pantalones de mezclilla se deslizaron por sus piernas hasta sus tobillos, él agitó los pies y se liberó de ellos. Estiró los brazos hacia arriba y los músculos de su espalda…
     –¿Qué estás haciendo? –me preguntó alguien por detrás. Salté del susto y dejé caer el vaso al fregadero, por suerte no se rompió. Es Samuel–. ¿Estás contemplando como Regan se desviste? –me preguntó y yo me puse roja de la pena–. Se quita la ropa…
     –¡Cállate! –le grité–. Tienes una mente enferma –lo acusé y salí al jardín. Caminé en dirección a Marco, al otro lado del patio, pero no pude evitar mirar a un lado y ver a Regan emerger del agua y pasar su mano por la frente para retirar el cabello mojado.
     –¡Ey, Jade! –me gritó Regan nadando por la orilla para seguirme.
     –¿Qué quieres? –le pregunté mirándolo por el rabillo del ojo.
     –Ven aquí un momento –me pidió y yo volteé a ver a Marco, no estaba mirando así que me acerqué, pero no demasiado–. Corre, dame un beso antes de que tu novio volteé a vernos –me dijo y me jaló del tobillo, solo me dio tiempo para preocuparme cuando Regan se impulsó hacia atrás y me sumergió en el agua con él. El agua helada me golpeó en la cara y mi ropa empapada me impidió moverme con agilidad. Regan comenzó a reír, pero a mí no me causo una pizca de gracia. Las personas cerca pararon de hacer lo que estaban haciendo para ver lo que había pasado, algunos se rieron, yo sólo pude ver a Marco corriendo hacia acá–. Oye, nena, ¿quieres quitarte la ropa aquí o subimos?
     –¡Deja de acosarme! –le grité mientras nadaba a la orilla–. ¿¡Cuál es tu maldito problema!? –le pregunté enojada y tomé la mano de Marco esperándome, me jaló y me ayudó a salir. Me envolvió con una toalla y me abrazó.
     –¿Estás bien? –me preguntó y yo asentí lentamente, titiritando de frío–. ¡Eres un idiota, Regan! –le gritó Marco sin soltarme, yo lo traté de tranquilizar, pero puedo decir que está enojado. No lo he visto enojado antes, este debe ser como es–. ¿Por qué no sales, eh? –lo retó–. ¿Tienes algo que decir? ¡Deja de joder! ¿Quieres atención? ¡La tienes! –le gritó.
     Regan sonrió irónico desde la alberca y se acercó a la orilla, salió rápidamente y se caminó hacia nosotros, mojando todo a su alrededor.
     –Mira, Marcus –pronunció Regan demasiado calmado. Marco frunció el ceño al escuchar su nombre mal dicho una vez más por la misma persona–. No necesito tu atención, o su atención –dijo y me señaló–. O la atención de nadie –dijo referente a todos viendo.
     –¿Entonces qué carajo quieres? –preguntó Marco harto y se alejó de mí y se acercó a él.
     –No lo sé –le contestó Regan con honestidad–. Constantemente me encuentro en esta situación donde no sé qué es lo que quiero y hago lo que se me venga a la mente, digo lo que me plazca y así vivo día a día, si no me crees, pregúntale a tu novia ahí –dijo, una vez más refiriéndose a mí–. ¿La quieres? –le preguntó y Marco bajó la mirada para verme, pero no le contestó–. Tal vez quieras pensártelo –le advirtió y me volteó a ver–. ¿Recuerdas lo qué pasó la última vez que te vi con alguien más? –me preguntó y me hizo recordar a Tony–. Sacaste este indeseado lado de mí. Y no quiero arruinar nada para ti y Marcus, te voy a dejar hacerlo sola, tal vez así tengamos algo nuevo en común –me dijo–. Y estás en lo correcto, no deberíamos ser amigos… así que me voy –anunció y compartió una rápida mirada conmigo y Marco, después se agachó a recoger su ropa y se fue.
     Todos nos quedamos callados un momento.
     –¿Quién quiere postre? ¡A la cocina! –exclamó mi papá rompiendo el silencio unos segundos después. Las amigas de Charlotte gritaron y juntas se dirigieron al jardín hasta que Marco y yo nos quedamos completamente solos.
     –Lo siento –me dijo Marco mientras caminaba hacia mí.
     –No fue tu culpa –le dije y me acomodé la toalla sobre los hombros.
     –Perdí la paciencia con él –dijo–. Pero sólo porque te quiero, porque estaba siendo extremadamente grosero contigo y no pude soportarlo –confesó.
     –¿Me quieres? –le pregunté y sentí una punzada en el pecho. Me dieron ganas de llorar porque Regan está en lo correcto, es mi turno de ser honesta y arruinarlo todo, se lo debo a Marco–. ¿Por qué? –pregunté–. Todo lo que hago es…
     –Sé que tu no me quieres, Jade –me interrumpió–. ¿Crees que por ser tan bueno soy tan estúpido? –me preguntó y yo cabeceé negando eso–. No hay manera de que Regan no te haya superado o su relación en más de siete meses, sobre todo sabiendo que alguien más ya estaba contigo, en todo caso hubiera intervenido más pronto, no tiene sentido que haya esperado hasta ahora, tuviste que haber hecho algo más que tratar de ser su amiga para recobrar su interés en ti –me dijo–. No barriste las cenizas, solo le prendiste fuego al terreno.
     –No lo hice, lo juro –le dije débilmente.
     –¿Entonces qué es? –me preguntó desesperado.
     –Nada –le contesté sin más–. Nada, no es nada.
     –¿Nada? –repitió–. Es bueno saber que nada pasó. ¿Sabes? Me hubiera gustado que al menos lo admitieras, pero eres demasiado orgullosa para admitirlo en voz alta –me acusó–. Adiós, Jade –se despidió y se fue caminando por la misma dirección que Regan.
     –Marco, lo siento –le dije con voz más audible, pero él siguió caminando–. Marco, escúchame, lo siento. ¿De acuerdo? ¡Lo siento! –dije más fuerte, pero él cruzó la puerta como si no le importara. Sentí el nudo en mi garganta y los pinchazos en el pecho regresar y esta vez no me esforcé en detener las lágrimas, ¿por qué lo haría? Si es algo que he estado evitando desde hace varias semanas y ahora ya no puedo convencerme de que todo está yendo bien porque claramente no lo está y no puedo… ya no puedo hacerlo.
     Corrí hacia mi habitación, azoté la puerta al entrar y me tiré en la cama. Lo tenía todo planeado, ahora recuerdo porqué no quería llorar, porqué lo había estado evitando, y era porque sabía que no tendría un hombro para recargarme y poder desahogar mis penas, tendría solamente una almohada. Una miserable almohada porque siento que mi familia está dividida en dos y estoy en el medio, tratando de no tomar ningún lado; y mis amigos, ellos ya no están aquí, ya no tengo amigos. Tony se fue hace tiempo y Regan es un caso completamente cerrado, junto con Marco. Alexandra está aquí pero tengo que ser realista, ella tiene una hija y ahora que regresó con Liam no tardarán mucho en convertirse en una verdadera familia, de esa clase de familias que dejan a sus amigos atrás por falta de tiempo, si no es que ya está pasando, y Hunter, jamás voy a volver a ver a Hunter, jamás voy a poder escucharlo reír o decir cosas sin sentido mientras los demás estamos distraídos, jamás voy a poder empujarlo por el hombro cuando está molestándome, jamás vamos a volver a compartir recuerdos con él, mi vida seguirá y él… no. Emma no pudo soportar perderlo y voló lejos de aquí, y a Meghan no le quedó otra opción que seguir con el futuro que le ofrecieron y se fue a Stanford, pero antes de que se fuera, una de las personas más especiales para ella se fue primero, Alexander. Odio tener que darme cuenta de esto, odio tener que darme cuenta de que tan sola me quedé en menos de un mes. Todo en menos de un mes.
     Estiré mi brazo para alcanzar mi celular en el buró, pero no estaba ahí. Lo busqué debajo de mi almohada, cerca de mi tocador y sobre mi escritorio, y como último opción, con mi vista borrosa por las lágrimas, me asomé por debajo de mi cama y desenterré de la oscuridad una caja de cartón donde guardo cosas que no quiero nunca perder u olvidar. Está pesada por todos los álbumes de fotos. Saqué el primer libro. Lo decoré hace años, debí haber tenido unos doce cuando lo hice, y lo hice porque no quería que las fotos—que encontré esparcidas en un cajón del escritorio de mi papá—se dañaran o maltrataran. Lo abrí y vi la primera página con una sola foto, era yo envuelta en una toalla en la sala de quirófano a unas cuantas horas de haber nacido. Esto no es lo que estaba buscando, me adelanté unas cuantas páginas e incluso fue necesario pasar al siguiente álbum, lo abrí y ahí estaba, de nuevo en la primera hoja una sola foto con un título arriba: amigos por siempre. Tal vez recuerde algo de ese día, era el último día de clases de mi segundo año de primaria, yo estaba posando junto a Alexandra y ella estaba recargada en el hombro de un niño bajito de cabello castaño oscuro. Ese niño creció para ser rubio y alto, algo torpe, pero un buen amigo. Hunter. El trío original, éramos inseparables, y luego Hunter invitó a su amigo durante el siguiente año, un niño presumido que buscaba cualquier momento para alardear de todos los juguetes nuevos que le compraban, pero sin embargo, también un buen amigo. Regan. A nadie le cayó bien al inicio, pero nos adaptamos a él. Y ese año yo posé junto a Regan, Alexandra de nuevo se recargó en el hombro de Hunter, quien estaba sonriente, enseñando sus pequeños y blancos dientes de leche, su cabello despeinado y su playera con la s de Superman y sus pantalones con lodo en las rodillas y sus tenis…
     Basta. Cerré el libro abruptamente cuando me di cuenta que comencé a ahogarme en mis propias lágrimas y lo aventé lejos de mí. Algunas de las fotos que no estaban sujetas bien a las páginas salieron disparadas fuera del álbum, ocasionando un desorden puesto en cola de mi lista de cosas por hacer.
     Mi papá entró a mi cuarto haciendo un escándalo al abrir la puerta, casi tan bruscamente como cuando la cerré. Me desconcerté al principio, pero supongo que se enojo o se espantó de que estuviera aventando cosas hacia la pared.
     –¿Estás bien? –me preguntó preocupado y se hincó para recoger las fotos, pero no las vio, solo las agrupó y después se sentó a mi lado–. No puedo creer lo rápido que están creciendo, tú y tu hermana –me dijo y yo lo volteé a ver–. Cumplió diecisiete, mi pequeña cumplió diecisiete y tú te vas a la universidad.
     –Todavía seguiré viviendo aquí –le recordé.
     –Lo sé, pero… en cualquier momento volarás lejos de mí –insistió–. Y también lo hará Samuel y eventualmente Charlotte, no veo tan lejano el día en que Angela y yo nos quedemos solos, en esta gran casa –continuó y bajó la mirada para ver las fotos que había recogido al entrar. Las analizó y las volvió a guardar en el álbum–. ¿Extrañando a alguien? –me preguntó y yo asentí.
     –Es gracioso –noté–. Una vez le pregunté eso a alguien pero estábamos hablando de una persona. Pregúntame eso ahora y no sabría con qué nombre comenzar –dije.
     –Y a mí pregúntame a cuántas personas extraño o con cuántas personas me gustaría todavía mantener contacto y la lista sería interminable –me dijo–. Jade, no puedes impedir que las personas se alejen de ti, no puedes controlar la separación si la otra persona no pone de su parte. Todos los chicos de tu edad también se sienten como tú, y muchas amistades se rompen y lo único que podemos hacer es dar lo mejor de nosotros y esperar por la otra mitad, aparte de eso, si la otra persona no quiere mantener viva la amistad o no se esfuerza por hacerlo, entonces no lo puedes forzar –me dijo y yo me quedé callada, pensando.
     –¿Resumiendo…? –le pedí con media sonrisa y mis ojos todavía humedecidos.
     –Resumiendo: todo estará bien porque estoy seguro de que tus amigos no se olvidarán de ti –me respondió–. Además, ¿cómo podrían? Eres la niña más hermosa de todo el planeta –exclamó y me abrazó de costado–. Pero eso no es sólo sobre la gente alejándose de ti, ¿o sí? –me preguntó–. Estas cosas pasan, cariño y tenemos que seguir adelante. Hunter ya no está con nosotros, pero estoy seguro que como tu amigo él hubiera querido lo mejor para ti –me dijo y yo asentí. Me besó en la frente y después se puso de pie–. Te quiero.
     –Yo también te quiero –le dije y él sonrió.
     –Si ya no quieres bajar está bien –me dijo–. Yo también subiré a mi habitación, tu hermana tal vez quiera tiempo con a solas con sus amigas y lo más probable es que se vaya un rato, como sea, estaré allí si necesitas hablar un poco más, ¿de acuerdo, princesa?
            –Creo que me quedaré aquí –le dije y él asintió, me ofreció una sonrisa y salió de mi cuarto.

———————————————————————————————

El asunto por fin se va terminando, ¿no?
Supongo que no queda más que esperar. wawawa.
Gracias por seguir leyendo y lamento si me tardé años en publicar, pero no se me venía a la mente como continuar bien con este capítulo. En fin, comenten, que se les quiere! :)

Respuesta a comentarios!

Rommy: ¡Holaa! Sentí que faltaste por mucho tiempo . _. jaja. Obvio Hunter no puede dejar ir a Emma, estamos hablando de Emma y Hunter, ¿recuerdas? Siempre juntos! Bueno, y sobre Regan y Jade, no pudiste ser más exacta, jaja. ¿Verdad? Esa actitud simplemente molesta. 

ForeverYoung: Con photoshop.

Andrea: Han pasado 1238 años! Jaja, no me molesta que me pongan aburrido, solo me hacen pensar en el porqué, pero bueh, Uhm. No, hace unas semanas atrás nada era perfecto, ¿que yo recuerde? Todo más o menos se empezó a arruinar cuando el papá de Regan se murió, hace… tres capítulos? Es bastante, (para mi) pero bueh!
¿y qué más piensas leer? Pues mi otro blog, duh! jaja. Jaja, sí pasé mi Facebook en un capítulo, no? Bueno, por aquí anda el link.  Uhm, no te envidió por lo del colegio, pero suerte con todo que te tienes que graduar! 
Ey, que bueno que te haya gustado esa parte! En realidad dudé en ponerla o no, pero tenía que hacerlo, uno no obtiene muy seguido a un Regan borracho con ganas de exponer sus más profundos rencores, jaja. Y bueno, la hermosa novia de Tony por allí andará, en realidad no la pude poner en California porque vamos, no es precisamente que vas al funeral del papá de tu mejor amigo y el funeral de tu otro mejor amigo y lleves a tu novia, ¿para qué? No era un buen momento, pero no sé que será de esa parejita, eh?
Bueno, adiós! :)

Capítulo la próxima semana.
Estoy deprimida, ya tengo más o menos la fecha del último capítulo.
aosdsadiñosadojsad.
No.
No.
No.
Me niego a terminar esto.
Pero no se preocupen, trataré de terminarlo bien.


1 comentario:

TormentosDulces dijo...

Sabes Mee GENERASTE Un Nudo En Mi Garganta
!!! Tuu Siempree Tuu Haciendo Ver Un Espejo Similar Al De Mi Vida!! Mee Encanta Esta Pareja...... Mee Encantaa Como Escribes........ Y Seguiree Leyendote!! Y Te Envie Laa Soli Al Fac Mis Iniciales En Fac.. P A F R ;)