Jade’s POV
Jueves 25 de Julio
Abrí los ojos y me encontré con el techo de la sala de
la casa de mi papá. Ni siquiera sé cómo llegué ahí, pero al menos sé que estoy
a salvo y con un dolor de cabeza terrible. Me quedé quieta por unos minutos
hasta que decidí ponerme de pie. Debe ser temprano porque nadie me ha
descubierto todavía… o quizás no. La cobija sobre mis pies no llegó ahí sola.
–Buenos
días, bella durmiente con resaca –me saludó alguien detrás de mí. Volteé la
mirada rápidamente y me sentí aliviada al saber que era Samuel con un vaso de
leche en su mano y todavía vistiendo su bata de dormir. Todavía debe ser
temprano… o no. Esa no es la bata de dormir de Samuel, es la bata para cuando
sale de la alberca. No es un alivio.
–¿Qué hora
es? –le pregunté y el miró el reloj de su celular.
–No tan
tarde, felicidades –se burló–. Eh, Regan llamó, dijo que vendría cuando pudiera
–me informó–. Eso fue hace horas, así que supongo que no tardará mucho más.
–Mierda
–dije y en eso sonó el timbre–. Debe ser él. Será mejor que vaya y… ya veremos
lo que pasa –suspiré y caminé hacia la entrada. Abrí la puerta bruscamente
y, para mi mala suerte, Regan se encontraba esperando. No lo saludé, pero mi
perro lo recibió con alegría. ¿Todavía se acuerda de él? Ha pasado en serio
mucho tiempo.
–¿Todavía lo
conservas? –me preguntó y se hincó para acariciar al perro.
–Es un ser
viviente, no es que lo vaya a echar de la casa –le contesté.
Él acarició
al perro una vez más y después se volvió a parar.
–Jade,
primero que nada, quiero decirte que lo siento –me dijo.
–Si fuera la
primera vez que te escucho decir eso, seguramente te creería –le repliqué–.
Ahora, ¿me puedes devolver mi bolsa por
favor? –le pedí.
–¿Por qué
nunca me escuchas cuando trato de pedir perdón? –preguntó desesperado–. Cada
vez que me encuentro en esta situación contigo me cierras la puerta en la cara,
ni siquiera me das una oportunidad, no seas así de orgullosa –me regañó.
–Porque no
voy a perdonarte, punto –le dije.
–Lamento la
manera en que te llamé ayer, lamento si me sobrepasé contigo y lamento todo lo
de ayer –se disculpó–. Cualquier cosa ofensiva que haya dicho, no lo decía en
serio.
–¿Y lo no
ofensivo? –le pregunté y él se quedó callado–. En serio no me importa que me
hayas llamado puta, estoy muy por encima de ello. Lo que realmente me preocupa
es que creas que todavía me tienes al alcance de tu mano como algo más que
amigos, o que pienses que todos los que alguna vez llegarán a estar conmigo
serán inferiores a ti o que los querré solo para poder olvidarte. Regan, te
tengo una noticia de no tan último momento: ya te superé y si estaba emocionada
de verte era porque eres, o eras, uno de mis mejores amigos, te conozco desde
siempre y no te quería perder –le expliqué más calmada–. Pero ahora ya no estoy
tan segura, por eso creo que lo mejor es que ya no seamos amigos, claramente no
es bueno para ninguno de los dos –le dije.
–¿Por qué no
sería bueno? –me preguntó.
–Porque tú
estás herido –le contesté–. O celoso.
–Pff, yo no
estoy… herido –me replicó–. O celoso.
–¿No lo
estás? Trataste de emborracharme anoche para que me acostara contigo, ¿qué tan
desesperado estás? –le pregunté molesta–. No soy así de fácil, y eso lo sabes.
Mi relación no está tan mal, ¿tú crees que pienso en ti cuando estoy con Marco?
No le he hablado de ti desde antes de nuestra primera cita solo para que no se
creara una mala idea de ti porque esperaba que algún día, con la esperanza de
no perder a mi único amigo en todo el estado de California, te conociera y se
llevaran bien –le dije.
–Entonces sí
pensaste en mí –me dijo con una pequeña sonrisa.
–Pero no con
las mimas intenciones que las de antes, Regan –le aclaré.
–Supongo que
no tengo motivos suficientes para poner en duda eso. Hablé con él esta mañana y
me trató más o menos bien –me informó.
Me quedé
callada un segundo y después reaccioné.
–¿Q-qué?
–pregunté sorprendida–. ¿Hablaste con él?
–Pues
dejaste tu bolso en la oficina y yo amanecí allí porque no había nadie que me
llevara a casa, y en la mañana sonó tu celular y pensé que era el mío y
contesté –me explicó–. No te preocupes, le dije que fue mi cumpleaños y viniste
a mi casa para festejar con mi familia, se te olvidó la bolsa, eso fue todo –me
respondió–. Tampoco es que él vaya a sospechar de un ángel como tú, ¿no es así,
Jade? –me preguntó sarcástico–. Pero en caso de que dudes de mí, como siempre
hiciste, puedes hablarle.
–Lo haré,
gracias por el aviso –le dije y entré a la casa.
–De acuerdo,
entonces que él te ponga al tanto, nos vemos pronto –se despidió.
–Pronto más
como nunca jamás –le repliqué y él continuó su camino hacia su carro sin decir
nada. Cerré la puerta y llamé rápidamente a Marco.
–Así que
Regan al fin te regresó tu bolsa –asumió Marco.
–Sí… –le
dije nerviosa y caminé hacia la sala–. ¿Hablaste con él? –le pregunté.
–Algo así
–me contestó–. Aunque no hablamos de mucho –mencionó.
–Oye,
¿quieres venir a mi casa? –le pregunté–. Estoy sola…
–¿Desde
cuándo yo no cuento como compañía? –preguntó Samuel en la distancia.
–Cállate –le
murmuré y esperé a que Marco contestara.
–Seguro,
estoy ahí en veinte –me respondió y colgó.
–¿Necesitas
que me vaya de la casa o…? –me preguntó Samuel.
–¡Cállate!
–exclamé y le aventé un cojín del sofá.
Unos treinta minutos después, Marco llegó y subimos a
mi habitación. Todo estaba como lo dejé ayer antes de ir a la oficina de Regan.
–Te gusta
levantarte temprano para ordenar tu desorden, ¿no? –me dijo Marco y se echó en
la cama. Yo me acosté a su lado y comencé a jugar con su cabello–. Oye, quiero
hablar contigo sobre lo que pasó el otro día –mencionó y lo volteé a ver–. En
serio no quiero que me pongas un ultimátum así, siento que en cualquier momento
lo elegirías a él sobre mí
–Eso es
ridículo –me apresuré a decir–. Si en realidad…
–Lo haré –me
interrumpió–. Haré lo que me pediste.
–No tienes
que hacerlo –le dije–. Estuve pensando y es una mala idea.
–¿Qué te
hizo cambiar de ideas tan rápido? –me preguntó extrañado.
–No lo sé,
me di cuenta que Regan siempre será mi ex novio, será el mismo de siempre y no
creo que cambie en un tiempo próximo, así que… –le contesté–. Pero en serio
aprecio que estuvieras dispuesto a hacerlo por mí, es como… yo no lo habría
hecho.
–Sé que no
–me dijo riendo–. Te conozco, ¿sabes?
–Supongo que
sí –murmuré con una sonrisa.
–Jade, jamás
te he dicho esto antes, pero…
–Tengo que
irme –lo interrumpí sin motivo alguno, sólo que no quiero escucharlo decir lo
que planea decir. No quiero escucharlo hasta estar segura de que yo también
siento lo mismo por el–. Nos vemos después –y colgué.
Domingo 28
8:00 P.M.
Hoy es cumpleaños de mi hermana y ella llegó ayer de
su viaje con mamá y su… novio. Ahora vendrá a casa y mi papá le preparó una
pequeña fiesta sorpresa, agarró su agenda y llamó a sus amigos, bueno, yo me
encargué de esa parte. La hermana menor de Meghan también está aquí, en fin,
será una bonita sorpresa. Me encantan las fiestas sorpresa.
Escuchamos
la llave siendo insertada en la puerta y justo cuando ésta se abrió, todos
hicimos nuestro mayor esfuerzo para mantener la respiración un segundo.
–¿Papá,
Angela? –preguntó Charlotte y avanzó unos cuantos pasos, volteé a ver a mi papá
al otro lado de la habitación y él asintió, todos compartimos unas miradas y
saltamos al mismo tiempo, escuché el sorpresa y el flash de la cámara
dispararse al mismo tiempo. Charlotte sonrió y se acercó a nosotros para
abrazarnos–. ¡Gracias! –exclamó con felicidad y mi papá se acercó a ella con
una pequeña caja en las manos.
–Tu regalo,
recuerda cuidarlo bien –le dijo mi papá y le entregó la caja. Charlotte la abrió
mientras miraba alrededor para ver nuestras reacciones y unos segundos después
sacó unas relucientes llaves–. Está esperando afuera, conductor no incluido
–bromeó mi papá y Charlotte saltó hacia él para abrazarlo, entonces se escuchó
un claxon afuera.
–¡Gracias,
gracias, gracias! –exclamó con felicidad y salió corriendo.
Todos la
seguimos con más calma hacia afuera. Un llamativo carro la estaba esperando. Me
recordó demasiado a hace tres años, cuando todavía tenía mucho tiempo para
decidir qué hacer con mi vida, pero en serio, demasiado. Yo quería a un chico,
por supuesto, y mis calificaciones estaban bien y lo único en lo que pensaba
era: “mierda, todavía tengo que asistir al colegio, ¡ya quiero graduarme, vivir
por mi cuenta, viajar con mis amigas!” Pero, ¿qué fue lo que obtuve? Días que
pasaron volando y nada de lo que quería se hacía realidad, de hecho, las cosas
empeoraron un poco y aún no puedo decir que todo está bien.
Recordé eso
con media sonrisa, pero al mismo tiempo un nudo en la garganta. ¿Por qué ahora?
Me duele recordar todo lo que tenía y que ahora no tengo, y si tuviera que
hacer una lista, la resumiría en dos partes: una familia unida y amigos que
estuvieran ahí para mí en cualquier momento. Amigos que claramente ya no están,
amigos que se convirtieron en…
–¿Qué
demonios está haciendo él aquí? –pregunté enojada mientras observaba a Regan
bajar del carro de mi hermana con una gran sonrisa dibujada en su rostro.
Enemigos,
amigos que se convirtieron en enemigos.
–Hola, amor
–me saludó Marco por detrás. Yo me volteé rápidamente y jalé a Marco del
cuello, atraje su boca a la mía y me esforcé por mantener nuestros labios
unidos unos largos cuantos segundos. Entre abrí los ojos y miré hacia la
derecha para comprobar que Regan estuviera viendo, y en efecto, lo estaba. Miró
hacia el suelo y caminó hacia otro lado, fue entonces cuando dejé a Marco
respirar–. Vaya –fue lo único que pudo decir.
–Hola –lo
saludé apenada y me acomodé el cabello–. Me alegro que hayas venido.
–Yo también
–me dijo–. Que sea una oportunidad para conocer a tu amiga.
–No era
necesario que hicieras énfasis en eso –le dije y él rió un poco–. No va a
venir.
–¿Qué? ¿Por
qué? –me preguntó mostrando interés, como si en serio hubiera estado esperando
para conocerla–. Espera, no me digas, está ocupada con alguien más.
–Como
siempre –suspiré–. Y tengo otra mala noticia –mencioné–. Regan está aquí.
–¿Lo
invitaste? –me preguntó un poco irritado–. ¿Por qué?
–Pensé que
habías dicho que estás dispuesto a conocerlo –dije.
–Y yo pensé
que ya habíamos superado eso –me replicó.
–¿Quieres
ponche? –le pregunté para cambiar de tema y él asintió lentamente–. Ahora vengo
–le dije y entré a la casa. Él me siguió, pero no hasta la cocina. Cerca del
ponche, Regan también se estaba sirviendo–. ¿Por qué estás aquí? –le pregunté
enojada y lo jalé del hombro para que me volteara a ver, ocasionando así que se
le cayera el ponche que se acababa de servir en la playera. No me disculpé por
eso.
–Muchas
gracias –me dijo molesto y agarró una servilleta para limpiarse.
–¿Por qué
estás aquí? ¿Quién te invitó? –le pregunté insistente.
–Samuel –me
contestó–. Y tu padre –agregó–. Necesitaban un lugar donde guardar el coche
nuevo y en mi casa tenemos una vacante –me explicó–. Oh, y gracias por probar
tu punto allá afuera –me dijo y yo lo miré confundida–. Quieres probar que lo
quieres, pero no puedes porque no lo sientes. Mira, Jade, te quiero y tú me
quieres, él te quiere pero tú no a él. Solo necesitaré una oportunidad para
hacérselo saber.
–¿Para eso
viniste? –le pregunté–. Si es así, será mejor que te vayas –lo amenacé.
–No lo creo
–me dijo y se acercó a mí un poco, inclinó su vaso hacia adelante y yo
retrocedí unos pasos, pero él extendió su brazo y el líquido salió disparado
hacia mi vestido. Sentí el frío de la bebida traspasar la ropa–. Lo siento que
no lo siento –dijo y pasó a mi lado indiferente hacia la salida de la cocina–.
Ah, hola, Marcus –lo escuché decir a mis espaldas. Me volteé para verlos
conocerse por primera vez en persona.
–Regan –pronunció
Marco un poco tenso–. ¿Ese no es un nombre de mujer? –le preguntó y Regan me
miró por encima de su hombro.
–Deberías
enseñarle a tu nuevo perro algunos modales –me dijo y salió de la cocina.
Marco caminó
hacia mí y yo traté de cubrir lo que Regan había empapado.
–¿Qué te
pasó? –me preguntó.
–Un
accidente –le contesté y me comencé a limpiar.
–¿Fue él?
–me preguntó y yo levanté la mirada–. ¡Lo voy a matar! –exclamó.
–Estás
exagerando, fue sólo un accidente –defendí a Regan–. ¿Sabes qué? Voy arriba, me
cambiaré a mi traje de baño y me pondré algo encima –le dije.
–Ok, pero no
te tardes –me apresuró y yo salí de la cocina.
Bajé 15 minutos después vistiendo unos shorts y una
playera con el traje de baño debajo.
Entré a la
cocina y me serví un vaso de agua, después caminé hacia la ventana y me asomé
al jardín. No hay demasiada gente, unas quince como mucho. Solo dos estaban en
la alberca, y uno a punto de saltar: Regan. Se detuvo en la orilla e hizo sus
sandalias a un lado y no se tomó mas tiempo para quitarse la playera. Despegué
la vista de él un minuto para ver las reacciones de las demás amigas de
Charlotte, no es que me importe si alguien fija los ojos en él, solo quiero
saber… no importa. Unas son bastante obvias, otras tratan de disimular un poco.
Regan se llevó las manos a los bordes de sus jeans, desabrochó el botón y sus
pantalones de mezclilla se deslizaron por sus piernas hasta sus tobillos, él
agitó los pies y se liberó de ellos. Estiró los brazos hacia arriba y los
músculos de su espalda…
–¿Qué estás
haciendo? –me preguntó alguien por detrás. Salté del susto y dejé caer el vaso
al fregadero, por suerte no se rompió. Es Samuel–. ¿Estás contemplando como
Regan se desviste? –me preguntó y yo me puse roja de la pena–. Se quita la
ropa…
–¡Cállate! –le
grité–. Tienes una mente enferma –lo acusé y salí al jardín. Caminé en
dirección a Marco, al otro lado del patio, pero no pude evitar mirar a un lado
y ver a Regan emerger del agua y pasar su mano por la frente para retirar el
cabello mojado.
–¡Ey, Jade!
–me gritó Regan nadando por la orilla para seguirme.
–¿Qué
quieres? –le pregunté mirándolo por el rabillo del ojo.
–Ven aquí un
momento –me pidió y yo volteé a ver a Marco, no estaba mirando así que me
acerqué, pero no demasiado–. Corre, dame un beso antes de que tu novio volteé a
vernos –me dijo y me jaló del tobillo, solo me dio tiempo para preocuparme
cuando Regan se impulsó hacia atrás y me sumergió en el agua con él. El agua
helada me golpeó en la cara y mi ropa empapada me impidió moverme con agilidad.
Regan comenzó a reír, pero a mí no me causo una pizca de gracia. Las personas
cerca pararon de hacer lo que estaban haciendo para ver lo que había pasado,
algunos se rieron, yo sólo pude ver a Marco corriendo hacia acá–. Oye, nena,
¿quieres quitarte la ropa aquí o subimos?
–¡Deja de
acosarme! –le grité mientras nadaba a la orilla–. ¿¡Cuál es tu maldito
problema!? –le pregunté enojada y tomé la mano de Marco esperándome, me jaló y
me ayudó a salir. Me envolvió con una toalla y me abrazó.
–¿Estás
bien? –me preguntó y yo asentí lentamente, titiritando de frío–. ¡Eres un
idiota, Regan! –le gritó Marco sin soltarme, yo lo traté de tranquilizar, pero
puedo decir que está enojado. No lo he visto enojado antes, este debe ser como
es–. ¿Por qué no sales, eh? –lo retó–. ¿Tienes algo que decir? ¡Deja de joder!
¿Quieres atención? ¡La tienes! –le gritó.
Regan sonrió
irónico desde la alberca y se acercó a la orilla, salió rápidamente y se caminó
hacia nosotros, mojando todo a su alrededor.
–Mira,
Marcus –pronunció Regan demasiado calmado. Marco frunció el ceño al escuchar su
nombre mal dicho una vez más por la misma persona–. No necesito tu atención, o
su atención –dijo y me señaló–. O la atención de nadie –dijo referente a todos
viendo.
–¿Entonces
qué carajo quieres? –preguntó Marco harto y se alejó de mí y se acercó a él.
–No lo sé
–le contestó Regan con honestidad–. Constantemente me encuentro en esta
situación donde no sé qué es lo que quiero y hago lo que se me venga a la
mente, digo lo que me plazca y así vivo día a día, si no me crees, pregúntale a
tu novia ahí –dijo, una vez más refiriéndose a mí–. ¿La quieres? –le preguntó y
Marco bajó la mirada para verme, pero no le contestó–. Tal vez quieras
pensártelo –le advirtió y me volteó a ver–. ¿Recuerdas lo qué pasó la última
vez que te vi con alguien más? –me preguntó y me hizo recordar a Tony–. Sacaste
este indeseado lado de mí. Y no quiero arruinar nada para ti y Marcus, te voy a
dejar hacerlo sola, tal vez así tengamos algo nuevo en común –me dijo–. Y estás
en lo correcto, no deberíamos ser amigos… así que me voy –anunció y compartió
una rápida mirada conmigo y Marco, después se agachó a recoger su ropa y se
fue.
Todos nos
quedamos callados un momento.
–¿Quién
quiere postre? ¡A la cocina! –exclamó mi papá rompiendo el silencio unos
segundos después. Las amigas de Charlotte gritaron y juntas se dirigieron al
jardín hasta que Marco y yo nos quedamos completamente solos.
–Lo siento
–me dijo Marco mientras caminaba hacia mí.
–No fue tu
culpa –le dije y me acomodé la toalla sobre los hombros.
–Perdí la
paciencia con él –dijo–. Pero sólo porque te quiero, porque estaba siendo
extremadamente grosero contigo y no pude soportarlo –confesó.
–¿Me
quieres? –le pregunté y sentí una punzada en el pecho. Me dieron ganas de
llorar porque Regan está en lo correcto, es mi turno de ser honesta y
arruinarlo todo, se lo debo a Marco–. ¿Por qué? –pregunté–. Todo lo que hago
es…
–Sé que tu
no me quieres, Jade –me interrumpió–. ¿Crees que por ser tan bueno soy tan
estúpido? –me preguntó y yo cabeceé negando eso–. No hay manera de que Regan no
te haya superado o su relación en más de siete meses, sobre todo sabiendo que
alguien más ya estaba contigo, en todo caso hubiera intervenido más pronto, no
tiene sentido que haya esperado hasta ahora, tuviste que haber hecho algo más
que tratar de ser su amiga para recobrar su interés en ti –me dijo–. No
barriste las cenizas, solo le prendiste fuego al terreno.
–No lo hice,
lo juro –le dije débilmente.
–¿Entonces
qué es? –me preguntó desesperado.
–Nada –le
contesté sin más–. Nada, no es nada.
–¿Nada?
–repitió–. Es bueno saber que nada pasó. ¿Sabes? Me hubiera gustado que
al menos lo admitieras, pero eres demasiado orgullosa para admitirlo en voz
alta –me acusó–. Adiós, Jade –se despidió y se fue caminando por la misma
dirección que Regan.
–Marco, lo
siento –le dije con voz más audible, pero él siguió caminando–. Marco,
escúchame, lo siento. ¿De acuerdo? ¡Lo siento! –dije más fuerte, pero él cruzó
la puerta como si no le importara. Sentí el nudo en mi garganta y los pinchazos
en el pecho regresar y esta vez no me esforcé en detener las lágrimas, ¿por qué
lo haría? Si es algo que he estado evitando desde hace varias semanas y ahora
ya no puedo convencerme de que todo está yendo bien porque claramente no lo
está y no puedo… ya no puedo hacerlo.
Corrí hacia
mi habitación, azoté la puerta al entrar y me tiré en la cama. Lo tenía todo
planeado, ahora recuerdo porqué no quería llorar, porqué lo había estado
evitando, y era porque sabía que no tendría un hombro para recargarme y poder
desahogar mis penas, tendría solamente una almohada. Una miserable almohada
porque siento que mi familia está dividida en dos y estoy en el medio, tratando
de no tomar ningún lado; y mis amigos, ellos ya no están aquí, ya no tengo
amigos. Tony se fue hace tiempo y Regan es un caso completamente cerrado, junto
con Marco. Alexandra está aquí pero tengo que ser realista, ella tiene una hija
y ahora que regresó con Liam no tardarán mucho en convertirse en una verdadera
familia, de esa clase de familias que dejan a sus amigos atrás por falta de
tiempo, si no es que ya está pasando, y Hunter, jamás voy a volver a ver a
Hunter, jamás voy a poder escucharlo reír o decir cosas sin sentido mientras
los demás estamos distraídos, jamás voy a poder empujarlo por el hombro cuando
está molestándome, jamás vamos a volver a compartir recuerdos con él, mi vida
seguirá y él… no. Emma no pudo soportar perderlo y voló lejos de aquí, y a
Meghan no le quedó otra opción que seguir con el futuro que le ofrecieron y se
fue a Stanford, pero antes de que se fuera, una de las personas más especiales
para ella se fue primero, Alexander. Odio tener que darme cuenta de esto, odio
tener que darme cuenta de que tan sola me quedé en menos de un mes. Todo en
menos de un mes.
Estiré mi brazo para alcanzar mi celular en el buró, pero no estaba ahí. Lo busqué debajo de mi almohada, cerca de mi tocador y sobre mi escritorio, y como último opción, con mi vista
borrosa por las lágrimas, me asomé por debajo de mi cama y desenterré de la
oscuridad una caja de cartón donde guardo cosas que no quiero nunca perder
u olvidar. Está pesada por todos los álbumes de fotos. Saqué el primer libro.
Lo decoré hace años, debí haber tenido unos doce cuando lo hice, y lo hice
porque no quería que las fotos—que encontré esparcidas en un cajón del
escritorio de mi papá—se dañaran o maltrataran. Lo abrí y vi la primera página
con una sola foto, era yo envuelta en una toalla en la sala de quirófano a unas
cuantas horas de haber nacido. Esto no es lo que estaba buscando, me adelanté
unas cuantas páginas e incluso fue necesario pasar al siguiente álbum, lo abrí
y ahí estaba, de nuevo en la primera hoja una sola foto con un título arriba:
amigos por siempre. Tal vez recuerde algo de ese día, era el último día de
clases de mi segundo año de primaria, yo estaba posando junto a Alexandra y
ella estaba recargada en el hombro de un niño bajito de cabello castaño oscuro.
Ese niño creció para ser rubio y alto, algo torpe, pero un buen amigo. Hunter.
El trío original, éramos inseparables, y luego Hunter invitó a su amigo durante
el siguiente año, un niño presumido que buscaba cualquier momento para alardear
de todos los juguetes nuevos que le compraban, pero sin embargo, también un
buen amigo. Regan. A nadie le cayó bien al inicio, pero nos adaptamos a él. Y
ese año yo posé junto a Regan, Alexandra de nuevo se recargó en el hombro de
Hunter, quien estaba sonriente, enseñando sus pequeños y blancos dientes de
leche, su cabello despeinado y su playera con la s de Superman y sus
pantalones con lodo en las rodillas y sus tenis…
Basta. Cerré
el libro abruptamente cuando me di cuenta que comencé a ahogarme en mis propias
lágrimas y lo aventé lejos de mí. Algunas de las fotos que no estaban sujetas
bien a las páginas salieron disparadas fuera del álbum, ocasionando un desorden
puesto en cola de mi lista de cosas por hacer.
Mi papá
entró a mi cuarto haciendo un escándalo al abrir la puerta, casi tan
bruscamente como cuando la cerré. Me desconcerté al principio, pero supongo que
se enojo o se espantó de que estuviera aventando cosas hacia la pared.
–¿Estás
bien? –me preguntó preocupado y se hincó para recoger las fotos, pero no las
vio, solo las agrupó y después se sentó a mi lado–. No puedo creer lo rápido
que están creciendo, tú y tu hermana –me dijo y yo lo volteé a ver–. Cumplió
diecisiete, mi pequeña cumplió diecisiete y tú te vas a la universidad.
–Todavía
seguiré viviendo aquí –le recordé.
–Lo sé,
pero… en cualquier momento volarás lejos de mí –insistió–. Y también lo hará
Samuel y eventualmente Charlotte, no veo tan lejano el día en que Angela y yo
nos quedemos solos, en esta gran casa –continuó y bajó la mirada para ver las
fotos que había recogido al entrar. Las analizó y las volvió a guardar en el
álbum–. ¿Extrañando a alguien? –me preguntó y yo asentí.
–Es gracioso
–noté–. Una vez le pregunté eso a alguien pero estábamos hablando de una
persona. Pregúntame eso ahora y no sabría con qué nombre comenzar –dije.
–Y a mí
pregúntame a cuántas personas extraño o con cuántas personas me gustaría
todavía mantener contacto y la lista sería interminable –me dijo–. Jade, no
puedes impedir que las personas se alejen de ti, no puedes controlar la
separación si la otra persona no pone de su parte. Todos los chicos de tu edad
también se sienten como tú, y muchas amistades se rompen y lo único que podemos
hacer es dar lo mejor de nosotros y esperar por la otra mitad, aparte de eso,
si la otra persona no quiere mantener viva la amistad o no se esfuerza por
hacerlo, entonces no lo puedes forzar –me dijo y yo me quedé callada, pensando.
–¿Resumiendo…?
–le pedí con media sonrisa y mis ojos todavía humedecidos.
–Resumiendo:
todo estará bien porque estoy seguro de que tus amigos no se olvidarán de ti
–me respondió–. Además, ¿cómo podrían? Eres la niña más hermosa de todo el
planeta –exclamó y me abrazó de costado–. Pero eso no es sólo sobre la gente
alejándose de ti, ¿o sí? –me preguntó–. Estas cosas pasan, cariño y tenemos que
seguir adelante. Hunter ya no está con nosotros, pero estoy seguro que como tu
amigo él hubiera querido lo mejor para ti –me dijo y yo asentí. Me besó en la
frente y después se puso de pie–. Te quiero.
–Yo también
te quiero –le dije y él sonrió.
–Si ya no
quieres bajar está bien –me dijo–. Yo también subiré a mi habitación, tu
hermana tal vez quiera tiempo con a solas con sus amigas y lo más probable es
que se vaya un rato, como sea, estaré allí si necesitas hablar un poco más, ¿de
acuerdo, princesa?
–Creo
que me quedaré aquí –le dije y él asintió, me ofreció una sonrisa y salió de mi
cuarto.
———————————————————————————————
El asunto por fin se va terminando, ¿no?
Supongo que no queda más que esperar. wawawa.
Gracias por seguir leyendo y lamento si me tardé años en publicar, pero no se me venía a la mente como continuar bien con este capítulo. En fin, comenten, que se les quiere! :)
Respuesta a comentarios!
Rommy: ¡Holaa! Sentí que faltaste por mucho tiempo . _. jaja. Obvio Hunter no puede dejar ir a Emma, estamos hablando de Emma y Hunter, ¿recuerdas? Siempre juntos! Bueno, y sobre Regan y Jade, no pudiste ser más exacta, jaja. ¿Verdad? Esa actitud simplemente molesta.
ForeverYoung: Con photoshop.
Andrea: Han pasado 1238 años! Jaja, no me molesta que me pongan aburrido, solo me hacen pensar en el porqué, pero bueh, Uhm. No, hace unas semanas atrás nada era perfecto, ¿que yo recuerde? Todo más o menos se empezó a arruinar cuando el papá de Regan se murió, hace… tres capítulos? Es bastante, (para mi) pero bueh!
¿y qué más piensas leer? Pues mi otro blog, duh! jaja. Jaja, sí pasé mi Facebook en un capítulo, no? Bueno, por aquí anda el link. Uhm, no te envidió por lo del colegio, pero suerte con todo que te tienes que graduar!
Ey, que bueno que te haya gustado esa parte! En realidad dudé en ponerla o no, pero tenía que hacerlo, uno no obtiene muy seguido a un Regan borracho con ganas de exponer sus más profundos rencores, jaja. Y bueno, la hermosa novia de Tony por allí andará, en realidad no la pude poner en California porque vamos, no es precisamente que vas al funeral del papá de tu mejor amigo y el funeral de tu otro mejor amigo y lleves a tu novia, ¿para qué? No era un buen momento, pero no sé que será de esa parejita, eh?
Bueno, adiós! :)
Capítulo la próxima semana.
Estoy deprimida, ya tengo más o menos la fecha del último capítulo.
aosdsadiñosadojsad.
No.
No.
No.
Me niego a terminar esto.
Pero no se preocupen, trataré de terminarlo bien.
1 comentario:
Sabes Mee GENERASTE Un Nudo En Mi Garganta
!!! Tuu Siempree Tuu Haciendo Ver Un Espejo Similar Al De Mi Vida!! Mee Encanta Esta Pareja...... Mee Encantaa Como Escribes........ Y Seguiree Leyendote!! Y Te Envie Laa Soli Al Fac Mis Iniciales En Fac.. P A F R ;)
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