24 de
Diciembre
Liam me
acompañó hacia mi habitación para dejar a Hailie en la cuna, se estaba quedando
dormida y un escándalo en una noche tan bonita no me venía bien. Él la tenía en
brazos, la observó un momento y después la arropó en la cuna, le acomodó el
poco cabello que tenía y le dio un beso en la frente y apagó la lámpara de mi
buró para que no le molestara a la bebé, después me volteó a ver y me sonrió,
estiró su mano hacia mí para que la agarrará y cuando lo hice, me jaló hacia
él, me agarró por la cintura y comenzó a tambalearse de un lado a otro, como
bailando, después pasó sus manos a mis mejillas y colocó su frente sobre la
mía, se acercó tanto que pude en un punto sentir sus pestañas cuando éste
parpadeaba.
–Te quiero tanto –le murmuré, él se quedó
callado un minuto, después sobrepuso sus labios en los míos y los entreabrió
para dejar a los míos pasar. Cada vez que me besaba sentía mis labios arder,
los suyos moviéndose en alguna parte de mi me causaba una cosquilleo que
recorría mi columna vertebral hasta llegar al cerebro, provocando un extraño
frío en todo mi cuerpo que me insistía en volverlo a besar para poder sentir
todo el pequeño ciclo una vez más. Cada vez, siempre más–. ¿Tú me quieres? –le
pregunté.
–Yo te amo –me corrigió y volvió a juntar
sus labios con los míos.
La lluvia chocando con el cristal de mi
ventana me despertó de uno de los mejores sueños que he tenido en un tiempo. Mi
habitación se volvió a iluminar cuando abrí los ojos y el recuerdo y la
sensación que el sueño dejó desaparecieron junto con mi felicidad cuando me di
cuenta que tenía que darle un baño a Hailie y prepararla para que Liam la
recogiera y la llevara a casa de sus padres a pasar la nochebuena este año, como
lo habíamos decidido.
–¿Por qué? –me pregunté en un sollozo
mientras abrazaba mi almohada con fuerza, tratando de hacer que se asemejara
con el cuerpo de Liam. Dejé una lágrima rodar por mi mejilla hasta la funda de
algodón del cojín. No puedo evitarlo.
Cuando Liam llegó a mi casa unas horas
después, tenía ya todo preparado.
–Gracias por dejarme pasar el día con ella
–me dijo.
Yo asentí y le sonreí, después le pasé a
Hailie, quien estaba jugando con sus propios ricitos de oro pero que cuando vio
a su papá, le sonrió y saltó directo a sus brazos, con felicidad y emoción que
no se molestó en ocultar, comenzó a jugar con su nariz un minuto y soltaba
carcajadas que sólo Liam podía provocar en ella.
–¿Tú y tu novia pasarán navidad juntos? –le
pregunté.
–Sí –me contestó con una sonrisa.
–Eso es… bueno –le dije, tratando de
ocultar mi evidente desacuerdo.
Él sonrió mientras asentía con la cabeza,
miró hacia el suelo y después a mí.
–Entonces… feliz navidad –me dijo y se
acercó a mí extendiéndome el brazo, mi primer instinto fue retroceder y él al
ver mi rechazo se alejó de mi–. ¿Hay algo mal? –me preguntó–. Sólo te iba a dar
un beso en la mejilla, pero si eso te hace sentir incómoda…
–No –lo interrumpí–. Sólo… pensé mal
–confesé.
–Oh –dijo y me miró un segundo –. Creo que
es hora de que me vaya –me dijo.
–La abrigas si planean salir por algún
motivo más tarde –le acordé.
–Claro –me replicó y se colgó la pañalera
en el hombro, me sonrió y se dio media vuelta. Lo observé caminar desde el
porche de mi casa hasta su camioneta, acomodó a Hailie en el asiento trasero,
cerró la puerta y rodeó el coche para subirse al asiento delantero, se asomó
por la ventana y me agitó la mano, despidiéndose, yo le correspondí con el
mismo gesto y entonces él arrancó. Observé la calle hasta que lo perdí de
vista.
Emma’s POV
Jade dijo
que necesitaría ayuda en algo, no me dijo en qué, pero cuando llegué a su casa
ella se encontraba en la mesa del comedor junto con su hermana y una
explicación que darme: una chica con el
corazón roto puede ser tan frágil como alocada para suprimir el dolor, y Jade
ha sido lastimada dos veces por el mismo hombre, ¿resultado? Enojo. Así que
planeó una pequeña venganza, más una broma para mi, y arrastró a Charlotte con
ella, al fin que los rompecorazones son de la misma familia, pueden matar dos
pájaros de un tiro.
Colocó los materiales en la mesa y me
obligó a ayudarla, aunque yo todavía estaba insegura sobre el plan, sostuve con
la mano derecha una aguja que agarró del set de costura de Angela y en la otra
el paquete de un condón que compró más temprano ese día en la farmacia más
cercana. Me volteó a ver con una sonrisa maliciosa y yo traté de contestarle
igual aunque lo único que me salió una mueca de poco convencimiento, como sea,
eso no le impidió proseguir con su plan y sin más tardanza, traspasó la bolsita
sin dudar, la pinchó ocasionando agujeros imperceptibles pero
significativamente grandes para que el objeto realizara su misión
correctamente. Una vez que acabó con el primero, siguió con el segundo.
–Es sólo una broma. No les hará daño, no
creo que en realidad sean lo suficientemente estúpidos para usarlos viniendo de
nosotras –me dijo, tratando de tranquilizarme y asentí, imité sus pasos sin
compartir su mismo entusiasmo con el que comenzó y acabé con tres.
–¿Charlotte, no te sientes un poco incómoda
con esto? –le pregunté, buscando refugio.
–¿Estás bromeando? Es perfecto –me
interrumpió emocionada.
–Oh… de acuerdo –le dije y le pasé los
materiales con desaprobación.
Charlotte hizo de la misma manera que Jade.
Ella sonrió.
–Vaya, serás la pesadilla de todos tus
futuros ex-novios –la felicité con ironía y ella me correspondió con una
sonrisa incluso más maliciosa a la que me ofreció al principio.
Ellas terminaron de hacer lo suyo hasta
haber completado una no extravagante cantidad que lograra llenar la pequeña
caja que les ayudé a decorar por las dos, después escribieron y dejaron una
pequeña nota dentro de la caja, colocaron las tapas a cada respectivo paquete y
les ataron un moño color rojo, parecidos a los que Jade usaba con el uniforme
cuando era pequeña, yo conservaba unos iguales, pero color azul rey.
–Y ahora… ¿cómo exactamente vamos a hacer
que los regalos aparezcan mágicamente debajo del árbol de navidad de los
hermanos Price? –me preguntó Charlotte sin dejar de observar los regalos recién
terminados.
–Buena pregunta –le replicó Jade pensante.
En eso sonó mi celular, yo les sonreí y me
puse de pie, las dejé mientras discutían sobre quién sería el encargado de
entregar los presentes y me encaminé a la sala, no muy lejos del comedor, miré
el identificador y era Isaac. Dudé en contestarle, pero no tenía el corazón de
decirle que no si se había molestando en acordarse de mi.
–Hola –lo saludé cuando contesté.
–Hola –me contestó, pero sin tanta alegría.
–¿Estás bien? –le pregunté preocupada.
–Sí… –me contestó dudoso–. Bueno, sólo
quería desearte feliz navidad –me dijo.
–Gracias, tú también –le repliqué, todavía
extrañada–. ¿Estás en serio bien?
–Algunas veces necesitas hablar con
alguien, ¿sabes? No me has hablado desde que te fuiste, prometiste que
hablarías –me acusó con ira. Cerré los ojos tratando de pensar en que decirle,
pero ni siquiera me dio tiempo–. No importa –me interrumpió–. Sólo… ten un buen
día y unas bonitas vacaciones, a ver cuando se te ocurre llamar otra vez –y
colgó.
Hunter’s
POV
No soy
fanático de la navidad. Cuando era niño nunca me llegaron regalos de un hombre
con sobrepeso que vestía un traje y gorro de terciopelo rojo y me encargué de
que mis hermanos tampoco creyeran en él, pero creen en un futbolista retirado
—que ha de estar muerto ahora—que se encarga de llevarle regalos personalmente
a gemelos, no recuerdo el nombre y ellos tampoco, pero simplemente creen en él
como si fuera un Papá Noel personalizado. Justo ahora me encuentro con mi mamá
en la juguetería, tratando de conseguir los juguetes que mis hermanos habían
apuntado en una lista y metido en un sobre que más tarde colocaron en una de
las ramas del árbol de navidad que mi papá armó y mi mamá decoró hace unas
semanas. Papás desesperados discutían por quién vio el juguete en la estantería
primero y quién se lo quedaría, mi mamá observaba indecisa las secciones,
tratando de ubicar la adecuada. Me pasó la carta de mis hermanos.
–¿Qué es lo qué tus hermanos pidieron? –me
preguntó.
–No lo sé, su letra es… ilegible –le
repliqué y traté probar diferentes ángulos de la hoja para ver con más claridad
el mensaje. No funcionó y me rendí al poco tiempo–. No lo sé –le repetí
exhausto de mi esfuerzo–. Pero sabes que si no alcanzas a comprar un juguete,
les tendrás que decir que son ustedes quienes compran los regalos de navidad
–le advertí y mi mamá frunció el ceño, después siguió intentando leer la carta.
–¡Estoy harta! –exclamó enojada–. ¡No
entiendo nada!
–Entonces da por hecho que sus pequeños
corazoncitos se romperán en mil pedazos al no ver regalos mañana temprano bajo
el árbol –le repliqué.
–Lo sé –me replicó molesta–. Sería
espantoso –se quejó.
–Si, es tan espantoso –dije
sarcástico–. Pues no pareció tan terrible cuando me lo dijeron a mi –la acusé
con resentimiento–. Como que ya es hora de que lo sepan, ¿no?
Ella me volteó a ver, sorprendida de mi
sugerencia.
–¡Tienen ocho años! –me replicó–. ¡Son
niños!
–Y yo tenía seis –le repliqué, insistiendo.
–Eres igual que tu padre –me imputó.
–Tenemos que ponerles un límite sano o los
niños de su salón se comenzarán a reír de ellos –sonó mi celular y escuché a mi
mamá mascullar: “los adolescentes de hoy en día, ya ni saben como joder a sus
hermanos menores.” Yo le volteé los ojos–. Ahora vuelvo –le dije y me dirigí a
la salida de la tienda. Con esfuerzo logré salir. Una vez fuera, contesté la
llamada:– ¿Aló? –pregunté con alegría–. ¿Cómo andas?
–Con dos piernas, Hunter –me contestó Jade.
–Bueno, alguien está de buen humor para
hacer bromas –le dije.
–Sí, de alguna manera –me replicó–.
Necesito que me hagas un favor –me pidió, cambiando de tema–. Sé que deberás
estar ocupado, pero será rápido.
–¿Qué clase de favor? –le pregunté dudoso.
–Una pequeña entrega –me contestó–. Por
favor, ven rápido –me pidió y colgó.
–¿Quién era? –me preguntó mi mamá al salir
de la juguetería.
–Emma –le contesté, mintiéndole.
–Rechazaste su invitación, ¿cierto? –me
preguntó mi mamá.
Emma me había invitado a cenar con su
familia, no me pareció extraño, pero mi mamá me dijo que después de todo lo que
“la pobre” ha pasado, necesita tener una bonita cena familiar en la época
navideña.
–Sí –le contesté.
Regan’s
POV
Uno
usualmente no se encuentra con personas fisgoneando entre los regalos de
navidad un día antes de dicha celebración, es por eso que me sorprendí al ver a
Hunter en mi sala, buscando algo debajo de mi árbol de navidad, entre cajas
pequeñas y grandes cerca de la villa que mi mamá había montando como todos los
años anteriores.
–¿Qué estás haciendo? –le pregunté
extrañado mientras me acercaba a él.
–¡Mierda! –exclamó y se separó del árbol
sobresaltado–. Lo siento.
–¿Qué estás haciendo? –le volví a
preguntar. Él miró los regalos, después a mi.
–Venía a dejar unos cuantos regalos –me
respondió y me entregó una caja igual a la que ya había acomodado y disimulado
entre los demás regalos. Yo me apuré a abrir la caja, pero él me lo impidió –.
Me gustaría que esperaras a abrirla para cuando yo me vaya.
–A mi me gustaría abrirla ahora, así si no
me gusta podrás llevarte el regalo y cambiarlo por otro –le repliqué con
suficiencia y terminé de abrir la caja. Me sorprendí poco al ver lo que había
dentro pues, viniendo de Hunter, podría tratarse de una simple broma, pero
había una tarjeta con algo escrito, la leí:– Para tus siguientes conquistas,
idiota –volteé a ver a Hunter–. ¿Todavía me dirás que es tu regalo? –le
pregunté.
–Espero que éstos te sirvan de algo –me
dijo ignorando mi pregunta y agarró uno de la caja–. Lo necesitaré y ahí van
todos los que había comprado en el último mes –soltó una risa nerviosa–. Nos
vemos después, que te vaya bien en tu viaje –se despidió y se fue apurado.
–Lo dudo –murmuré una vez que escuché la
puerta principal cerrarse.
Alexander’s
POV
Toqué el
claxon de mi camioneta cuando estacioné fuera de la casa de Meghan. Hace dos
semanas la había invitado a pasar nochebuena y navidad con mi familia y ella
dijo que lo tendría que pensar porque sus papás y hermana viajan a Atlanta para
pasar la celebración con su abuelos maternas, y después tuvimos nuestra pequeña
discusión y pensé que se cancelaría, pero me confirmó hace dos días que sí
pasaría estos días conmigo. Además, mañana, el día de navidad, partiremos
temprano hacia las montañas con reservaciones que mi papás habían hecho desde
hace tiempo en el hotel más… frío. Iremos a esquiar todos juntos. Jade estaba
invitada también, pero ella y Regan terminaron, así que ya no.
Meghan abrió la puerta y me bajé de la
camioneta para ayudarla con sus maletas, ella las sacó al porche pero se
adentró una vez más a su casa, mientras tanto yo cargué su poco equipaje hasta
la cajuela, ella todavía se tardó unos minutos más en salir y cuando lo hizo,
pude notar su emoción.
–¡Esto va a ser…! –exclamó pero ni siquiera
pudo terminar la oración–. ¡…AH! –gritó y comenzó a dar vueltas en el porche,
los dobleces de su falda se comenzaron a levantar un poco y fue mi trabajo
sostenerla de la cintura para que no se cayera del mareo después de tantos giros,
ella rió y colocó sus brazos en mis hombros, me sonrió y me plantó un beso
inesperado, incluso me jaló del cabello para atraerme más a ella y fue tanta la
fuerza que casi caí sobre ella, lo único que lo impidió fue la pared. Se separó
de mi bruscamente y atrapó mi rostro en sus manos para que la mirara a los
ojos–. Gracias por esto –me dijo y me dio otro beso–. ¡Gracias, gracias,
gracias! –exclamó y salió corriendo hacia la camioneta.
–De nada… supongo –dije y la observé
subirse, Meghan me miró por la ventana y me hizo una seña para que me apurara.
Caminé hacia la camioneta y subí mientras ella se abrochaba el cinturón de
seguridad–. Estás un poco… demasiado emocionada, más de lo que pensé que
estarías –le comenté y Meghan me volteó a ver.
–Lo sé –me dijo, notablemente más calmada
que antes.
–¿Por qué? ¿Es por qué vendrás
conmigo? –le pregunté, ella sonrió.
–Me gustaría decir que es sólo por eso,
pero… –hizo una pausa y después miró hacia su casa–. Hace demasiado tiempo que
no salgo de vacaciones y esquiar era de mis favoritas, mi papá me llevaba todos
los años y bueno, lo tuvimos que dejar, ¿sabes? –me explicó y me volteó a ver
otra vez–. Es por eso que estoy tan emocionada.
–Oh… –dije–. Me alegro que estés…
emocionada.
Ella me sonrió.
–Gracias –repitió.
–Aunque no es gratis, me debes dinero del
hotel –le dije y su sonrisa se desvaneció–. ¡Es broma! –exclamé y ella rió, me
empujó del hombro.
–Te odié por un minuto –me dijo.
–No, no es cierto, me amas –la molesté.
Ella se quedó callada y después miró hacia
el frente.
–Será mejor que arranques, ¿no? Tu mamá
seguro que te quiere temprano en casa –me replicó.
Jade’s POV
Cuando
llegué a la casa estaba tan ocupada buscando las llaves en mi bolso que no me
percaté de quién me estaba esperando allí en la oscuridad de una esquina del
porche hasta que habló:
–Hola –me saludó.
Mi alma abandonó mi cuerpo y volvió en un
segundo por el susto.
–¿Qué estás haciendo aquí? –le pregunté y
dejé de buscar en mi bolso por un momento. ¿Ya se habrá dado cuenta del regalo?
No creo que Hunter haya sido lo suficientemente despistado para dejar escapar
el dato, pero al final del día estamos hablando de Hunter.
–Sólo quiero hablar contigo un momento –me
pidió.
–¿Vas a cantarme Oh! Darling? –le
pregunté–. No quiero hablar contigo ahora –le repliqué y sentí mi estomago
tratando de salir por mi garganta–. Regan, por favor vete –le pedí y me
volteé para abrir la puerta de mi casa, pero él me detuvo, jalándome del brazo.
–Detente, háblame un poco –me pidió.
–¿Qué quieres que te diga? –le pregunté.
–Nada más quiero que sepas que lo siento
–me dijo.
–¿Y qué esperas que pase después de esto?
–le pregunté.
Noté que él todavía seguía sosteniéndome
del brazo.
–¿Te amo? –me preguntó.
–Claramente no –le contesté.
–Sí lo hago –me replicó–. Incluso si no me
crees.
Yo lo miré un momento y fue como si algo me
hubiera empujado para saltar hacia él, enredar mis brazos en su cuello y
besarlo. La realidad es que fui yo sin justificación alguna la que quería
hacerlo porque estaba acostumbrada a ello, a él, a su calor y su cabello, sus
labios, su nariz chocando con la mía y sus ojos verdes abiertos como los míos
porque se nos hacia imposible dejar de mirarnos por tan siquiera un segundo,
pero todo esto sólo provocó en mí ojos cristalizados y arrepentimiento, así que
me separé de él rápidamente y limpié mi boca con mi mano, justo después me
acordé que las llaves estuvieron en el bolsillo trasero de mis jeans todo este
tiempo, mientras tanto, Regan había desaparecido para mí, pretendí que ni
siquiera estuvo ahí en absoluto y me di media vuelta hacia la puerta, con las
manos temblorosas inserté la llave en la cerradura y la abrí, una vez adentro
de mi casa, la cerré sin voltear atrás para no tener que verlo y me recargué
ahí un momento, limpié dos o tres lágrimas que lograron resbalar de mis ojos y
me enfoqué en lo que seguía: mi mamá. Suspiré para calmarme y caminé hacia la
sala, donde supuse que estarían esperándome.
–¿Mamá? –la llamé–. ¿Charlotte? –pregunté y
cuando entré a la sala, ambas estaban sentadas en el sillón, pero había algo
más, alguien a quien estaba ignorando, me estaba dando la espalda, así que no
pude ver su rostro, pero era un hombre–. ¿Quién es él? –pregunté extrañada con
la voz ronca porque todavía tenía la sensación de querer llorar.
Mi mamá se puso de pie y me volteó a ver.
–Cariño, él es Charles –lo presentó mi
mamá.
–¿Charles? –pregunté y comencé a analizar
ese nombre.
Ese nombre… ese nombre estaba en… el
mensaje que destapó el engaño de mi mamá.
Él era… él.
Meghan’s
POV
25 de
Diciembre
Cuando
desperté no me tomé ni un minuto para acostumbrar mis ojos a la luz brillante
que logró penetrar a la habitación a pesar de las cortinas, no. Me puse de pie
al instante y caminé hacia la maleta que había empacado de prisa en mi casa el
día de ayer, saqué mi ropa y me vestí: primero unos pants viejos que tenía
desde hace varios años, hasta descolorados se veían, pero cuando me los ponía
se sentían como el cielo, me cambié mi top por una playera con el estampado de Mickey
Mouse y amarré mi cabello, recientemente teñido a marrón oscuro, en una cola de
caballo. Una vez lista, bajé hacia la sala, donde estaban todos platicando con
una taza de té o chocolate o cafe, no supe decir. Me resulta extraño tener que
pasar este día tan especial con ellos, siento que estoy interrumpiendo algo con
mi presencia siempre que comienzan a hablar sobre lo que sea.
–Te estábamos esperando –me dijo Alexander
al notar mi presencia, yo le sonreí y caminé hacia el lugar dónde estaba
sentado: el piso, yo me senté en el sofá detrás de él y recargó sus cabeza en
mis piernas, yo pasé las manos por su cabello, alborotándolo como si fuera un
cachorro. Regan se sentó a mi lado y me entregó su taza.
–Ha que abrir los regalos para poder irnos
–apuró Regan.
–Son seis horas de camino –mencionó su
papá.
–¡De acuerdo, hay que hacerlo! –dije con
entusiasmo.
–Comenzaremos con los pequeños –dijo su
mamá y entonces agarró una caja mediana de entre todas las demás, con un moño
rojo y leyó la tarjeta:– Para Alexander.
–Oh, no –murmuró Regan y me volteó a ver
preocupado.
–¿“Oh, No” qué? –le pregunté y le pasaron
el regalo a Alexander.
–No dice de quién es –notó Alex extrañado.
Se encogió de hombros y abrió el regalo de cualquier manera, cuando lo hizo, la
sonrisa en su rostro se desvaneció y leyó la tarjeta en voz baja, pero como
estaba sentada detrás de él, alcancé a leer también.
–¿Qué es? ¿Qué dice? –preguntó su mamá
ansiosa.
–¿Regan, fuiste tú? –le preguntó Alexander
molesto y Regan se apresuró a negar con un movimiento de cabeza–. No es
gracioso –le dijo.
–No fui yo –se defendió Regan–. Pero tengo
una idea de quién pudo haber sido…
Entonces Alexander suspiró enojado.
–Claro que fue ella –dijo.
Alexander no dijo nada al respecto de su
regalo a sus papás y los forzó a continuar con los regalos, pero cuando
terminamos y subimos a nuestras habitaciones para cambiarnos, yo seguí a
Alexander a la suya y cerré la puerta para un poco más de privacidad, él se
sentó al borde de la cama y vació la caja.
–Es una broma –lo animé.
–No lo encuentro divertido –me replicó–.
Eres mi novia. Con esto y con la nota que puso, te está ofendiendo de alguna
manera y no me gusta eso –me dijo.
–¿Entonces estás enojado porque me está
“ofendiendo” a mí? –le pregunté mientras me acercaba a él. Alex asintió y
después suspiró.
–Aunque… si me pregunto si alguna vez los
llegaré a usar éstos –comentó y agarró uno.
–Quiero ser más seria contigo para ese
paso, no cometeré los mismo errores –le dije, defendiendo mi idea de abstinencia,
con la cuál, como propósito de año nuevo, seguiré durante el 2013, y no me
arrepiento de mi idea–. Creí que estabas bien con eso.
–Y lo estoy, pero ¿para ti cuando comienza
a ser una relación seria? –me preguntó.
–No lo sé, podrían ser meses, pero no creo
que realmente dependa en eso –le respondí.
–¿Y cuántos meses llevamos saliendo? –me
preguntó, ignorando lo que dije.
–Poco más de dos meses –le contesté–. Pensé
que al menos sabrías…
–¿Significa que no somos nada serios? –me
preguntó interrumpiendo.
–Sólo si nos damos la oportunidad –le
contesté.
–¿Y quieres darnos esa oportunidad?
–preguntó.
–No lo sé –admití–. ¿Tú quieres? –le
pregunté insegura.
Alexander miró hacia otro lado y después me
volteó a ver.
–Sí –me contestó sonriendo–. Sí, sí quiero.
Hay que hacerlo.
–¿Hacer qué exactamente? –le pregunté y me
acerqué a él, pensé en sentarme a su lado, pero preferí quedarme de pie frente
suyo para poder verlo mejor.
–¡Hay que enamorarnos! –exclamó con
felicidad.
–¿Qué? –pregunté confundida–. Pero no es
algo que…
–No importa –me interrumpió–. Quién se
enamore primero, gana –me explicó–. Y no quiero alardear sobre esto, pero puede
ser, hay una mínima posibilidad de que tal vez yo ya te esté ganando en esta
carrera –me dijo–. Una posibilidad chiquita.
–¿Con qué chiquita, eh? –le pregunté y me
acerqué a él, ahora me senté en sus piernas y él colocó su mano en mi espalda y
yo mi brazo alrededor de su cuello, él se fue acercando a mi hasta que nuestras
frentes tocaron y ahí se detuvo–. Bueno, pues no sigas, porque escuché que
rompo corazones –le dije–. Todavía estás a tiempo de evitarlo.
–No quiero evitarlo –me dijo–. ¿Y tú?
–No, claro que no –le contesté en un
susurro.
Liam’s POV
La
segunda, pero prácticamente primera, navidad de Hailie ha sido todo un éxito,
todos los regalos que le compré, que Alexandra le compró, que Mitchell también
le compró e incluso Kendra también le compró, los abrió con emoción e
inmediatamente comenzó a disfrutarlos, pero todavía faltaba uno de los regalos
más importantes de este año. Dejé a Hailie en su habitación, en el corral y
caminé de nuevo a la sala, donde Kendra se estaba colocando unos bonitos aretes
que le obsequié.
–Pero todavía te falta uno por abrir –le
dije, y ella me volteó a ver confundida.
–No hay más regalos en el árbol –me replicó
y yo le sonreí.
–Lo sé –le contesté y entonces saqué una
pequeña caja que había escondido en la planta de la mesa de café esa misma
mañana para tenerla a la mano.
–Dios –murmuró cuando se dio cuenta de que
clase de caja era, me miró sorprendida y sin poder decir nada más, sus ojos se
cristalizaron, sólo fue el tiempo suficiente para poder acercarme, hincarme y
con un nudo en la garganta, preguntarle:
–¿Te casarías conmigo?
—————————————————————————————
Me tardé, pero creo que valió la pena. Las palabras escritas exactamente son 4,232 palabras, es el capítulo más largo que escrito hasta ahora en la novela y espero que les haya gustado, ¡por favor, por favor! Díganme que les pareció, creo que merece varios comentarios porque me tardé un buen en escribirlo y me costó trabajo esta vez T_T, lo cambié como diez mil veces. :p
Respuesta a comentario:
de Vero: ¡Hola, Vero! :) Me alegro que te hayas leído toda la novela, me hace feliz saber que todavía hay nuevos seguidores con la novela ya tan avanzada, y lo mejor, que bueno que te haya encantado! Y con lo de Regan, totalmente merecido, concuerdo con eso! :) Bueno, sigue leyendo y comentando ;) Y ya me seguí tu blog, bonito, sigue así. :D
3 comentarios:
Hola me gusto mucho este capitulo en especial por el estilo en que esta escrito por que todos los personajes participan :) escribes genial por favor sigela quiero saber que pasara con alexandra y liam ,si el se casa con su novia pobre de alexandra ella todavia lo ama...
Perdón, perdón. Blogger no me avisó de q habías subido un nuevo capítulo. Me gustó mucho. Eso de los condones, broma de mal gusto para mi, aunque eso sí, a lo mejor suficientemente cabreada, lo haría. Lo de q se case con su novia… no sé. No quiero a Alexandra sufrir. Bueno, pero tu historia, tu decides. Ahora me leo el siguiente.
Besos :)
MI NO GUSTAR KENDRA. MI QUERER LIAM Y ALEXANDRA. (?
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