Emma’s POV
Miércoles 16
3:00 P.M.
No puedo creer lo que me han hecho aquí. Mi mamá me
vino a ver y me explicó lo que harían. Ahora estoy aquí, cuatro semanas
después, en una habitación completamente blanca, en mi cama, yo sola. Me he
ganado el derecho de no poder salir, en ningún tiempo, no en fines de semana,
no nunca. Todo el día todos los días me veré obligada a quedarme aquí y esperar
a que traigan comida que no comeré. Y ese momento es justo ahora. Lo odio.
–Hola, Emma
–me saludó una de las enfermeras al entrar a mi habitación–. ¿Cómo has estado?
–me preguntó.
–Sola
–contesté.
–Pues te lo
has ganado –me replicó.
–¿Tú crees
que yo quiero esto? –le pregunté enojada.
–Yo sólo
traigo la comida –se defendió con calma–. En un rato vendrá tu doctor a verte.
–¿Tendré
visitas de alguien más? –le pregunté esperanzada.
–No lo sé
–me respondió sin prestarme más atención y se encaminó a la salida, antes de
irse, me volteó a ver–. Recuerda que estar aquí depende de ti –dijo y salió.
Yo observé
la bandeja de comida un rato, me trataba de convencer de que la comería, aunque
sé que no puedo hacerlo. No soy yo. Y cada vez que me dejan la comida, cada vez
que me obligan a comerla me dan ganas de... llorar. Me duele ver como me
tratan, como si estuviera fuera de mi mente, como si estuviera loca. Me
preguntan que día es y el mes en el que estamos, como se llaman mis amigos y
quieren comprobar si son reales, y si es algo que ellos no entienden, no estoy
loca, sé todo lo que me preguntan. Mi problema es un miedo a subir de peso
irracional, pero no sé que no estoy loca; no tendré control sobre ello, pero no
estoy loca. También me dejan la comida y me miran como si fuera estúpida,
preguntándose porque no como. Soy sólo otro paciente para ellos, otro paciente
con una terrible y ridícula enfermedad. Odio este lugar.
Al cabo de un rato alguien entró a mi habitación.
Esperaba que fuera mi mamá, pero sé que ella está conmigo por la noche, para
observarme y cuidarme mientras duermo porque ella no quiere tratar conmigo y
mis problemas durante el día. Y sobre Isaac, bueno, él puede visitarme porque
ya salió de este maldito centro. Quisiera poder estar bien como él lo logró y
me pregunto como lo hizo, supongo que todo depende de las ganas que tienes de
estar bien.
–Hola –me
saludó–. Veo que trajeron tu comida –mencionó.
–No soy
estúpida –le dije a la defensiva y el me miró extrañado.
–Jamás dije
que lo fueras –se defendió–. Tampoco lo pienso.
–Todos me
tratan como si lo fuera, como si fuera una niña pequeña –me quejé.
–Pues es
exactamente como te comportas –me acusó–. ¿Cómo quieres que te traten?
–Tú no me
entiendes, si vienes a darme sermones, adelante, ¡por allá está la puerta! –le
grité señalando hacia la misma, él la miró y después a mi otra vez.
–Emma, vengo
a estar contigo porque sé que estás sola y sé como se siente estar de esa
manera –me dijo–. Soy tu compañía. ¿De acuerdo? –me preguntó.
–No quiero
una compañía que me hable de comida –le dije.
–Vaya, que
comer te pone de mal humor. ¿Eh? –me dijo. Caminó hacia mi bandeja de comida,
la agarró, caminó hacia mi cama y la colocó en la mesita que estaba flotando
sobre mis piernas, yo la alejé y me asqueé con el olor.
–No comeré
eso –me negué.
–Lo harás
–me insistió. Se me hizo un nudo en la garganta, no es fácil de explicar–. No
llorarás, ¿cierto? –me preguntó, como retándome–. ¿Sabes lo que seguirá después
de esto? ¿Sabes lo que ocurrirá después de que comas esto? –me preguntó, yo lo
miré y me encogí en hombros–. Nada –continuó–. O bueno, mejorará, pero es lo
único que pasará.
–¿Si? ¿Cómo?
–le pregunté.
–Si comes,
subirás de peso... –comenzó.
–¿Y cuál
crees que es el motivo por el cual yo esté aquí? –le pregunté molesta.
–Tú –me
contestó–. Eres el motivo por el cual estás aquí –hizo una pausa–. Las personas
dicen que debes destruir lo que te destruye, pero Emma, no te puedes destruir a
ti misma –hubo un silencio. En su mirada sólo veía preocupación por mi, lástima
y algo de desesperación. Y sé que lo único que mirada logra reflejar es miedo–.
Siempre que hablo contigo ocurre esto: una discusión. No soy tu familia, ni tu
novio –contó con los dedos, y levantó el tercer dedo, pero se detuvo antes de
hablar:– No sé si quiera si soy un amigo –continuó–. Pero quiero que estés bien
–e hizo otra pausa, el tiempo suficiente para que yo desviara la mirada,
mirando hacia la ventana, me gustaría poder salir ahora–. Mírame –me pidió–.
Mira lo que tengo conmigo –me dijo y sacó un lápiz de su bolsillo–. Ponte de
pie –me ordenó.
–¿Para qué?
–le pregunté–. Estoy cansada.
–No
confundas cansancio con debilidad –me dijo–. Vamos.
Me puse de
pie.
–¿Ahora qué?
–le pregunté.
–Contra la
pared –me ordenó.
Yo extrañada
caminé hacia la pared y me recargué. Él caminó hacia mí.
–En un lugar
vi esto, no recuerdo dónde –me dijo–. Pero esto es como realmente eres, no como
tú crees que eres, ¿de acuerdo? No te muevas –me pidió y comenzó a trazar el
contorno de mi cuerpo con el lápiz en la pared y cuando terminó se acercó un
poco más. Podía sentir su respiración caliente sobre mis labios y su mirada
tratando de internarse en lo más profundo de mi. Me sentí intimidada por él.
Miró mis labios y después levantó la mirada hacia mi nuevamente, apartó un
mechón de cabello despeinado y maltratado de mi frente y lo colocó detrás de mi
oreja–. Eres hermosa –me dijo y medio sonrió–. Es lo que todos vemos y tú no
puedes. Es lo que más te duele, ¿qué nadie entienda? Bueno, lo que más le duele
a todos cerca tuyo, tratando de ayudarte, es que tú no veas como realmente
estás y como es tu situación, condición –se separó de mi y me jaló suavemente
del brazo para apartarme también, me tomó de los hombros y me obligó a dar
media vuelta para observar mi suelta. Reí nerviosa del shock que causó en mi
ver ese dibujo en la pared, una defensa para evitar la lágrimas salir, pero al
final tuve que llevarme la mano a mi boca para cubrirla y evitar desbordarme
ahí–. No confíes en tu mente, Emma, por favor –me aconsejó.
–Soy
consciente de como soy –le aclaré–. Y me duele; me siento débil pero tienes
razón, me duele el que no puedan entenderme –entonces hice una pausa–. Pero es
que no puedo explicarlo. Sé que debo comer, es algo que tengo que hacer, pero
no puedo hacerlo, es difícil.
–Si, pero, Emma, es por eso que estás aquí y
quiero creer que estás dispuesta a pelear contigo misma –me dijo–. Porque es lo
que tienes que hacer –e hizo otra prolongada pausa, parecía estar pensando en
que decir–. Sólo digo lo que pienso y es que está por todos lados, en la
televisión, en revistas, lo puedes ver en cualquier lugar y digamos que las
personas que nos tenemos ese problema nos gusta opinar sin saber por lo que
ustedes realmente están pasando y estas son mis opiniones, algunas de ellas,
porque si realmente te digo lo que pienso sobre todo lo que puedo ver en ti…
–suspiró y sonrió mientras miraba hacia el suelo–. Digamos que me odiarías por
el resto de tu vida, no te lo tomes a mal.
–Gracias por
mantenerte en tus límites –le agradecí.
–Si, bueno,
todos deberían guardarse muchas de sus opiniones, porque, en parte, sus
opiniones son el motivo por el cual los daños y tus problemas son causados ¿no
es así? Por lo que la gente opina de ti. Y si las personas te hacen daño ¿no
crees que es suficiente? Te has hecho más daño, eso es como darles la razón y
es estúpido, yo lo hice, créeme. Sólo lucha por quererte a ti misma, no
dependas de la opinión de los demás, eso es lo que yo aprendí de las personas
que me quieren –me animó. Y tal vez él tenga razón pero mi problema ha ido más
lejos de depender de lo que los demás piensan de mi, ahora dependo de lo que yo
pienso de mi misma y es aún peor porque lo que pienso de mi misma está afectado
por sus opiniones. Es todo un circulo–. Dentro de ti hay un corazón frágil.
Todos somos tan frágiles ante las opiniones ajenas y es realmente triste
–terminó.
7:40 P.M.
Mi mamá está aquí. Todo lo que he hecho estas semanas
es rogarle que me saque de este lugar, puedo salir de aquí si el doctor me da
de alta y si tiene el consentimiento de mi mamá, el cual, claro está, no lo
tiene.
–¿Qué es
eso? –preguntó mi mamá haciendo referencia a la silueta dibujada en la pared.
–Mi figura
–le contesté sin dar más explicaciones. Ella se quedo observando la silueta un
momento, dando paso a un silencio sepulcral. No hablamos mucho, pues no hay
mucho de que hablar, la comida ya debería estar aquí–. Mamá… sácame de aquí –le
pedí.
–Emma, no
–me contestó con firmeza.
–Mamá,
necesito salir, no sabes por lo que paso aquí. Necesito estar contigo, aquí
todo… lo odio –le insistí.
–Hija, estás
aquí por tu bien –me dijo–. Te estaría haciendo daño al dejarte salir.
–Puedo
hacerlo bien yo sola. Fuera de este centro. No los necesito.
–Si los
necesitas, de no ser así no estarías aquí –me dijo.
Comencé a
llorar y mi mamá me observó con lástima. Sé que ella no puede relatar lo que
siento cada vez que lloro, nadie puede hacerlo, pero ella está al tanto de lo
que me pasa y como me siento, aunque no pueda comprenderlo y algunas veces
llora de frustración al no poder hacerlo, de no poder ni siquiera creerlo.
–Mamá, te
prometo que lo haré bien, pero por favor, sácame de aquí –le rogué.
Ella solo me
miró y se quedó pensando.
–Cada día
que pasa estás peor, Emma. Y tú sigues viéndote de la misma manera en la que te
veías cuando entraste, no veo mejoras…
–Entonces
saquéame de aquí, no sirve.
–No, sé que
mejorarás, se que lo harás –me dijo.
Suspiré
impaciente, hoy fue solo otro intento más.
5 comentarios:
Te paso algo o estas enojada por algo o que paso? porque parecia que nacasitabas desahogarte... o solo era parte del lo que piensa el personaje? porque de ser asi te quedo muy real... pero es un capitulo algo triste...
Yo estaría demasiado enojada, frustrada en esa situación.
Me imagino como debe sentirse Emma encerrada en ese lugar que prácticamente es para locos :s, que nadie la entienda, que no pueda hacer absolutamente nada.
Su madre e Isaac que intentan hacer de todo para que ella se de cuenta de lo que está mal ... ¡pero ella sabe que está mal! .. eso es lo que más me choca ¬¬' sabe que debe comer, pero no lo hace :/ si no logra hacer un esfuerzo, por lo menos para que vean que lo está intentado.. le queda tiempo en ese lugar :/...
Este capitulo esto genial, aunque un poco triste :c.. la vida de Emma es complicada y triste. :/
Besos!♥
Gracias a Dios que no estoy pasando por eso, pero si hubo un momento en el casi entro en esa enfermedad y la entiendo completamente, es horrible que lo obliguen a comer a uno, que te digan estas cuando tu te ves bien, que el comer te den hasta ganas de llorar o que con solo ver la comida te sientas pesimo, yo pase por eso y casi que me llevan a un hospital estaba demasiado delgada, palida y hasta habia llegado al extremo de votar y vomitar la comida. Pero menos mal que fui yo misma la que se dio cuenta de eso gracias a la historia de Emma, me di cuenta de que todo estaba en mi mente y que me habi dejado manipular de las opiniones de los demas.
tienes un premio en mi blog xD giodimarcci.blogspot.com
HOLA GUAPA!
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