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5/16/2011

Cap. 13


Liam’s POV
Viernes 3 De Diciembre
9:00 A.M.

Cuando desperté hice lo usual. Lo de siempre, sólo que estas ultimas semanas han tenido algo diferente. Si, han dado en el blanco del asunto: Alexandra. Cuando pienso en ella no puedo dejar de sonreír, pero a la vez me hace preocuparme, aunque cada vez que trato de dejar de pensar en ella, más lo hago. Y sé que está mal, siempre supe que estaba mal y de hecho, no fui yo quien dio el primero paso, pero vaya, estoy secretamente saliendo con la hija de mi jefe, y para agregar la gota que derramo el vaso, ella es mucho menor que yo.
     –¡Pero esto es nuevo! –exclamé mientras cerraba la puerta del refrigerador bruscamente–. Es ridículo –me dije–. No puedo estar enamorado, sólo ha pasado, ¿qué? ¿un mes?
     –¿Con quién hablas? –preguntó Mitchell mientras salía de su habitación.
     –¿Ves a alguien? No –le contesté–. Conmigo mismo –respondí su pregunta.
     –¿De quién no puedes estar enamorado? –me preguntó con interés.
     –No la conoces –hice una pausa–. Y espero que nunca la conozcas.
     –¿Por qué? ¿Es tan fea que te da pena presentármela, y lo que te atrae de ella es su personalidad? –preguntó entre risas.
     –No. Lo que le sobra es belleza y personalidad –le dije–. Pero hay inconvenientes –me quejé.
     –Siempre los hay –me dijo.
     –Y algunas veces duran para siempre, como tú –dije entre dientes.
     –¡Ey! –exclamó–. No entendí. ¿Qué dijiste?
     Entonces suspiré impaciente.
     –Lo sé. Me voy a bañar, no quemes la cocina intentando hacer tus Hot-Cakes –le advertí.
     –No sé porque lo dices –me dijo despreocupado.
     –Porque casi la quemas una vez –le dije–. Así que no lo vuelvas a hacer.

3:30 P.M.

Bueno, cuando es fin de semana no tengo que quedarme con Steve —mi jefe y papá de Alexandra, además, se ha convertido en uno de mi más cercanos amigos— hasta tarde, así que iría a visitar a mis padres, hace unas semanas que no los veo.
     Toqué el timbre de su casa y esperé pacientemente a que me abrieran la puerta y posiblemente me dejaran entrar.
     –¿Liam? –preguntó sorprendida al abrir la puerta.
     –Si, mamá, soy yo –le dije.
     Entonces me acerque a ella y le di un beso en la mejilla, después entre a la casa.
     –¿Qué hemos hablado sobre ser independiente? –me preguntó.
     –Mamá, soy independiente, que te venga a visitar no significa que me quiera mudar con ustedes. Sólo vengo a comer –le dije.
     –¿No puedes hacerte tu propia comida? –me preguntó retadora.
     –Mamá, si puedo, pero hace unas semanas que no te veo a ti ni a mi papá, sólo vengo a visitarlos, y aproveche que fuera la hora de la comida –le dije–. Conveniente, ¿no crees?

5:30 P.M.

Como sea, llamé a Alexandra, tal vez podríamos hacer algo, como ver películas o ir a cenar o algo que le guste hacer, porque es obvio que por la diferencia de edad no nos gustan ni nos interesan las mismas cosas. Yo estaba dispuesto a hacer lo que ella dictara.
     –Hola, Liam –me contestó Alexandra.
     –Hola, sólo quería… ¿Quieres ir a cenar o hacer algo? –le pregunté.
     –¿Algo como qué? –me preguntó.
     –Algo como lo que quieras hacer –le contesté.
     –Me encantaría –me dijo.
     –Genial, ¿Paso por ti? –le ofrecí.
     –No puedes –me respondió.
     –Cierto, por tu papá. Algunas veces se me olvida –le dije nervioso.
     –Si, algunas veces es, casi siempre –y entonces se rió.
     Me gusta escucharla reír, inclusive cuando no la estoy viendo.
     –Iré a tu departamento –me dijo.
     –¡No! –exclamé–. Estaremos solos, y tú sabes, eso no es una buena combinación.
     –No pasará nada –me dijo–. Y si pasa algo…–
     –Créeme no pasara –le dije–. No te emociones.
     –Eres imposible, ¿sabes? –me dijo riendo, y entonces colgó.

8:00 P.M.

Bien, Alexandra había llegado y optamos por pedir una pizza. Estábamos sentados en el sofá, bueno, yo estaba acostado, y ella estaba sentada en el otro extremo.
     –¿Qué crees que mi papá diría si descubre lo nuestro? –me preguntó.
     –Bueno, tú estarías castigada, y yo me quedaría sin empleo –le respondí–. Y en la cárcel.
     –O peor aún, me matricularía en un internado de monjas –me dijo riendo–. Espero que no sea así, sería incomodo.
     –Incómodo sería poco –le dije y me quedé callado–. Si, espero que no pase.
     –¿Y qué más haremos además de comer pizza? –preguntó en un tono coqueto.
     –Definitivamente no lo en lo que estás pensando –le contesté.
     –¿No? Eso ya lo veremos –me dijo, y se acercó a mí. Por lo general, cuando estamos así de cerca, yo no logro apartar mi mirada de sus ojos o sus labios.
     Ella se dejó caer al suelo y me jaló de la playera y quedé encima de ella. Nos miramos un segundo y después tomé el primer paso para besarla, ella enredó sus piernas en mi torso y sonreía de vez en cuando cuando desviaba mis labios hacia su cuello, o detrás de su oreja y le murmuraba algunas cosas. Ella pasaba sus manos por mi espalda, sintiendo mis músculos contrayéndose para apoyarme en el suelo y alejarme de ella. Tuve que hacerlo, porque comencé a desear entrar en un territorio en el cual ella era inexperta.
     –¿Qué pasa? –preguntó Alexandra.
     –Está mal, no podemos hacer esto –le contesté.
     –¿Sabes qué? Tal vez no sea lo suficiente mayor, pero toda mi vida me han dicho que no debo hacer cosas malas, pero esto no está mal, es natural. Y si llegará a pasar, sería mi primera vez, es importante y te la estoy cediendo sólo a ti –me replicó–. Ellos jamás lo sabrán.
     Me quedé pensando un minuto.
     ¿Yo? ¿Cargar con la presión de su primera vez? No, gracias.
     –Muchas personas dicen que debes esperar a la persona correcto, y no quiero pensar que esa persona correcta terminará siendo un idiota. ¿Qué pasa si siento que esa persona correcta en realidad eres tú? –me preguntó–. Y quiero que sea contigo, porque te quiero –me dijo–. Ahora y no me importa si no te quiero después en algunos meses, porque por lo menos sabré que le he entregado lo más importante a alguien que amaba en ese momento, y entonces no me arrepentiré de esto. ¿De acuerdo?
     Yo la miré un momento y después asentí, ella sonrió.

Si esto era una confesión, no me había negado, y tal vez eso fue algo débil de mi parte.
     Los besos eran fugaces. Y mis manos buscaron las suyas, se entrelazaban, y las apreté con fuerza, y pronto mi boca no iba en busca de sólo sus labios, iba en busca de algo más. Besé su cuello con tanta suavidad posible, lentamente y sentía como se estremecía. Y cada sonido que se escuchaba, cada evento que estuviera ocurriendo no importaba, porque sólo éramos ella y yo.
     Me senté en el borde de la cama y ella sobre mi, mis manos pasaron a descansar en su cintura, y las suyas en mi pecho, podía lo complacida que se encontraba en ese momento, en los sonidos que su boca emitía y su mirada, que cada pocos segundos se encontraba con la mía y se perdía, hasta llegar al punto de parecer estar ausente.
     –¿Qué sientes? –le pregunté entre los besos.
     –No puedo describirlo –me contestó rápidamente.
     Ninguno de los dos podía hablar, estábamos agitados.
     –Cálido –me contestó–. Y doloroso –describió.
     –Está bien –hice una pausa, y decidí no hablar más.
     Le electricidad corría por nuestra piel cada vez más rápido, y nunca paraba de aumentar. Podía sentir, mi piel contra la suya, nuestras miradas que se encontraban, los sonidos que ambos emitíamos. Todo eso es real, pero lo que más me importa es que ella lo estuviera sintiendo como yo.

En cuanto todo terminó mis labios buscaron a los suyos. Y comenzaron a bajar, hasta llegar a su cuello, y ahí descansaron unos cuantos segundos. Ambos respirábamos lentamente, tratando de descansar. Y, de la nada, ella rió. No a carcajadas, sólo rió.
     –¿Entonces así es, cierto? –me preguntó–. El gran asunto.
     Yo me tome mi tiempo para responder, y después me deje caer en la cama, y ella se recostó sobre mi pecho.
     –Te amo –me dijo.
     –Te estás dejando llevar por lo que acaba de pasar –mencioné poco convencido–. Siempre pasa.
     –Creo que eso es lo que yo te tendría que decir a ti –me dijo.
     Yo sonreí.
     –Yo también te amo –le dije.
     Y si antes estaba jodido, ahora lo estoy más.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

seeee siempre que coma pizza con alguien Liam creera que su papá va a llegar :P >.<

Clau dijo...

:) aaaaawwww
me encanto el caaap y Liam es un tierno :)
:D genial