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5/13/2011

Cap. 12



Emma’s POV
Sábado 20 De Noviembre
6:00 A.M.

Sonó el despertador, sé que es muy temprano para ser sábado, pero me gusta que los días sean largos. Cuando me puse de pie el primer lugar al que fui fue al baño, para observarme en el espejo. Una parte de mi dice: “mírate, tu puedes lograrlo, se más delgada”, pero otra parte de mi decía: “estás bien, solo sal de esto”.

10:00 A.M.

Mi mamá me llamó, era hora del desayuno. De pronto sentí la necesidad de comer, claro, soy un ser humano, pero, no me gusta esto. Desde hacia un mes estoy siguiendo la dieta de los once días. Es fácil, once días no comes, y el doceavo día comes, claro, regresando todo lo que comes. Y hoy es el doceavo día. Un día más o menos feliz. Encontré ésta técnica en el Internet, increíble que haya tantas personas que me apoyen en esto, eso si es verdaderamente maravilloso.
     –¿Qué hay de desayunar? –pregunté felizmente cuando entré a la cocina.
     –Bien, un plato de fruta, huevos estrellados y un licuado –me respondió mi mamá, también feliz.
     –De acuerdo –le dije–. A comer se ha dicho.
     Ella sonrió, pero no sabía lo que haría después con ese desayuno. Entonces nos sentamos en la mesa. Tomé mi plato de fruta y comencé a comer, comí, comí y comí. También comí los huevos estrellados. Y lo siguiente fue mi licuado. Lo bebí todo, no me detuve ni un momento, ni lo pensé. Una vez que había acabado, mi mamá me miró estupefacta.
     –Has comido muy bien –me felicitó mi mamá–. Lo has comido todo.
     Entonces el mar de sentimientos me inundó y comencé a llorar.
     –No puedo creer lo que acabo de hacer –lloriqueé.
     –Emma, está bien –me dijo mi mamá.
     –No está bien –lloriqueé.
     Era este sentimiento que me queda cuando como, porque no puedo parar de pensar en como esto afectara mi figura, las calorías y grasas que comí, aun sabiendo que no eran muchas, pero no podía control el sentirme culpable por haberlas comido, y esta culpabilidad venía acompañada con mi miedo a engordar. Todo un gran circulo interminable que mejor debería intentar evitar.
     –Emma…
     –¡No me entiendes, mamá! –le grité enojada.
     Entonces vino esta extraña sensación, me puse de pie y corrí hasta el baño. Azoté la puerta cuando la cerré. Me arrodille e incline mi cabeza hacia la taza del baño. Vomité. Porque era lo mejor que podía hacer para que todas esas grasas no llegaran a ningún lado. Me sentía débil al hacerlo, pero a la vez sentía que triunfaba.
     Una vez que había acabado de hacerlo, me limpié la boca con la parte de atrás de mi mano y me miré en el espejo del baño, agarré mi cepillo de dientes, le puse pasta y comencé a tallarlos.

2:00 P.M.

¿Qué? ¿Tan rápido es la hora de la comida? Bien, a comer se ha dicho. Sé que pasaría lo mismo que pasó en la mañana, pero hoy es mi día de comer, y tengo hambre. Muchas personas no entienden que a pesar de que no como, no signifique no tenga hambre, soy un ser humano, y claro que me da hambre, la única diferencia es que yo sólo como un día y lo regreso todo. Además es este miedo irracional que tengo a engordar es mi mayor problema, no el no comer.
     –Vamos a comer –me gritó mi mamá desde abajo.
     –¡Ya voy mamá! –le grité desde mi habitación.

Después de haber comido todo lo que aguante comer hasta devolverlo todo en el retrete, fui hasta la habitación de mi mamá, quién estaba en algún lugar abajo preguntándose que hacer conmigo, y me pesé en la báscula para revisar mi peso, sé que no he de bajar de peso en sólo unas horas, pero me gustaba estar segura de que todo sigue igual o que al menos ha disminuido un poco. Cada gramo menos que bajaba es como un premio para mí.
     –¡Emma, bájate de ahí! –me gritó mi mamá al entrar en la habitación.
     –¿Qué? Sólo me estaba pesando –le repliqué enojada.
     –¿Por qué haces esto? –me preguntó mi mamá desesperada–. ¿Por qué te haces esto? En la mañana lo hiciste bien, lo haces bien pero después lo regresas todo. ¿Por qué? ¿No te das cuenta de que te estás lastimando?
     –Porque no quiero volver a ser la misma niña con sobrepeso que fui cuando todo mundo se burlaba de mi. ¡Por eso! –le respondí–. Tú eres la que no te das cuenta, la figura lo es todo. Si estás gorda, no te quiere, pero si eres delgada te aceptan.
     –Emma, ese no es el problema… –trató de continuar mi mamá, pero yo salí corriendo.
     –¡Eso no es lo que todos opinaban! Ya pasé por eso, y no quiero volver a pasar. además, soy feliz así, me gusta ver cuando pierdo peso. ¡Además, lo veo todos los días, está en todas partes! –le grité–. Todas son así, delgadas y casi logro ser como ellas.

5:00 P.M.

Sólo caminaba por la habitación. Cuando no tengo nada que hacer por lo general digo que voy a casa de Alexandra, pero voy a casa de Hunter, y hacemos algo. Trato de no dejarme llevar con sus problemas, pero cuando tiene algo de marihuana fumamos un poco y nos divertimos. También tiene esos trocitos de papel que te hace ver todo en colores llamativos y todo se vuelve aun más divertido. No digo que esté con Hunter por eso, pero él sólo me distrae de mi difícil realidad.
     Tomé el teléfono y llamé a casa de Hunter.
     –¿Hola? –contestó su mamá–. ¿Quién habla?
     –Hola, Sra. Stone, me preguntaba si Hunter está por ahí –le contesté.
     –Claro, esta aquí, ahora te lo paso –me contestó.
     –Gracias –le dije.
     Escuché como le gritaba a Hunter, entonces el levantó la otra línea telefónica, y su mamá colgó la otra. Seguramente estaba ya haciendo algo.
     –Hola –lo saludé.
     –Hola –contestó molesto.
     –Soy Emma –le dije.
     –Lo sé –me dijo. Ninguno de los dos dijo nada por un momento. Supongo que él seguía enojado por lo que había pasado el otro día, yo ya lo había olvidado–. Me querías decir algo, o me hablaste para quedarte callada? –preguntó.
     –Quería verte –le respondí–. ¿Tienes…? –pregunté.
     –No para ti –me respondió–. Es demasiado bueno para ti.
     –Vamos, Hunter, por favor –le supliqué–. Necesito alejarme de este lugar un momento.
     –No porque me preocupo por ti, y no quiero afectarte con mis problemas, ahora estoy lidiando con los míos tal y como sugeriste –me dijo–. Mira lo que provocaste.
     –Vamos, te espero en mi casa –le dije.
     El suspiró.
     –Bien, estaré ahí en veinte.

5:30 P.M.

Entonces sonó mi celular, era Hunter.
     –¿Hola? –le contesté.
     –Estoy aquí fuera –me dijo y colgó.
     Así que baje rápidamente las escaleras y busqué a mi mamá.
     –Mamá, voy a salir, te veo al rato –le dije.
     –De acuerdo, si te tardas mucho recuerda cenar algo –me dijo.
     Yo no respondí, y salí corriendo de la casa y subí a la camioneta de Hunter.
     –Hunter, antes de que hagamos algo –le dije–. Quiero pedirte perdón.
     –¿Por qué? –me preguntó con una sonrisa tonta, definitivamente había comenzado sin mí.
     –Por enojarme cuando te preocupaste por mi, fue absurdo –le respondí.
     –No, tal vez… sé que te molesta cuando hablamos de eso, y yo insistí –me dijo.
     –Gracias por preocuparte de todos modos –le agradecí, y me acerqué a él y lo besé–. En serio lo aprecio.
     –¿En serio? –me preguntó–. Entonces llama a este lugar –me dijo, y me ofreció un papel, una tarjeta.
       –Lo haré –le prometí y entonces pasamos a lo siguiente.

5 comentarios:

A.S. dijo...

ME ENCANTO!!!
Publica pronto :D... un beso... y seguro que sera genial

Anónimo dijo...

Hello!
Nueva lectora y seguidora!
Me encanta la nove ♥
Siguela por fis!!!
Y si tienes tiempito no olvides pasar por mi blog y seguirme
Te espero...

Forever young dijo...

Pobre Emma... . Siguela y haz que mejore. No la dejes bulimica

Anónimo dijo...

wow....
la verdad pensé que solo era anorexica no bulimica...
pobre :|

Clau dijo...

Me encanto el cap!! Muy lindo!!
:) Sigue pronto!! :D