Liam’s POV
Viernes 3 De Diciembre
9:00 A.M.
Cuando desperté hice lo usual. Lo de siempre, sólo que
estas ultimas semanas han tenido algo diferente. Si, han dado en el blanco del
asunto: Alexandra. Cuando pienso en ella no puedo dejar de sonreír, pero a la
vez me hace preocuparme, aunque cada vez que trato de dejar de pensar en ella,
más lo hago. Y sé que está mal, siempre supe que estaba mal y de hecho, no fui
yo quien dio el primero paso, pero vaya, estoy secretamente saliendo con la
hija de mi jefe, y para agregar la gota que derramo el vaso, ella es mucho
menor que yo.
–¡Pero esto
es nuevo! –exclamé mientras cerraba la puerta del refrigerador bruscamente–. Es
ridículo –me dije–. No puedo estar enamorado, sólo ha pasado, ¿qué? ¿un mes?
–¿Con quién
hablas? –preguntó Mitchell mientras salía de su habitación.
–¿Ves a
alguien? No –le contesté–. Conmigo mismo –respondí su pregunta.
–¿De quién
no puedes estar enamorado? –me preguntó con interés.
–No la
conoces –hice una pausa–. Y espero que nunca la conozcas.
–¿Por qué?
¿Es tan fea que te da pena presentármela, y lo que te atrae de ella es su personalidad?
–preguntó entre risas.
–No. Lo que
le sobra es belleza y personalidad –le dije–. Pero hay inconvenientes –me
quejé.
–Siempre los
hay –me dijo.
–Y algunas
veces duran para siempre, como tú –dije entre dientes.
–¡Ey!
–exclamó–. No entendí. ¿Qué dijiste?
Entonces
suspiré impaciente.
–Lo sé. Me
voy a bañar, no quemes la cocina intentando hacer tus Hot-Cakes –le advertí.
–No sé
porque lo dices –me dijo despreocupado.
–Porque casi
la quemas una vez –le dije–. Así que no lo vuelvas a hacer.
3:30 P.M.
Bueno, cuando es fin de semana no tengo que quedarme
con Steve —mi jefe y papá de Alexandra, además, se ha convertido en uno de mi
más cercanos amigos— hasta tarde, así que iría a visitar a mis padres,
hace unas semanas que no los veo.
Toqué el timbre
de su casa y esperé pacientemente a que me abrieran la puerta y posiblemente me
dejaran entrar.
–¿Liam?
–preguntó sorprendida al abrir la puerta.
–Si, mamá,
soy yo –le dije.
Entonces me
acerque a ella y le di un beso en la mejilla, después entre a la casa.
–¿Qué hemos
hablado sobre ser independiente? –me preguntó.
–Mamá, soy
independiente, que te venga a visitar no significa que me quiera mudar con
ustedes. Sólo vengo a comer –le dije.
–¿No puedes
hacerte tu propia comida? –me preguntó retadora.
–Mamá, si
puedo, pero hace unas semanas que no te veo a ti ni a mi papá, sólo vengo a
visitarlos, y aproveche que fuera la hora de la comida –le dije–. Conveniente,
¿no crees?
5:30 P.M.
Como sea, llamé a Alexandra, tal vez podríamos hacer
algo, como ver películas o ir a cenar o algo que le guste hacer, porque es
obvio que por la diferencia de edad no nos gustan ni nos interesan las mismas
cosas. Yo estaba dispuesto a hacer lo que ella dictara.
–Hola, Liam
–me contestó Alexandra.
–Hola, sólo
quería… ¿Quieres ir a cenar o hacer algo? –le pregunté.
–¿Algo como
qué? –me preguntó.
–Algo como
lo que quieras hacer –le contesté.
–Me
encantaría –me dijo.
–Genial,
¿Paso por ti? –le ofrecí.
–No puedes
–me respondió.
–Cierto, por
tu papá. Algunas veces se me olvida –le dije nervioso.
–Si, algunas
veces es, casi siempre –y entonces se rió.
Me gusta
escucharla reír, inclusive cuando no la estoy viendo.
–Iré a tu
departamento –me dijo.
–¡No!
–exclamé–. Estaremos solos, y tú sabes, eso no es una buena combinación.
–No pasará
nada –me dijo–. Y si pasa algo…–
–Créeme no
pasara –le dije–. No te emociones.
–Eres
imposible, ¿sabes? –me dijo riendo, y entonces colgó.
8:00 P.M.
Bien, Alexandra había llegado y optamos por pedir una
pizza. Estábamos sentados en el sofá, bueno, yo estaba acostado, y ella estaba
sentada en el otro extremo.
–¿Qué crees
que mi papá diría si descubre lo nuestro? –me preguntó.
–Bueno, tú
estarías castigada, y yo me quedaría sin empleo –le respondí–. Y en la cárcel.
–O peor aún,
me matricularía en un internado de monjas –me dijo riendo–. Espero que no sea
así, sería incomodo.
–Incómodo
sería poco –le dije y me quedé callado–. Si, espero que no pase.
–¿Y qué más
haremos además de comer pizza? –preguntó en un tono coqueto.
–Definitivamente
no lo en lo que estás pensando –le contesté.
–¿No? Eso ya
lo veremos –me dijo, y se acercó a mí. Por lo general, cuando estamos así de
cerca, yo no logro apartar mi mirada de sus ojos o sus labios.
Ella se dejó
caer al suelo y me jaló de la playera y quedé encima de ella. Nos miramos un
segundo y después tomé el primer paso para besarla, ella enredó sus piernas en
mi torso y sonreía de vez en cuando cuando desviaba mis labios hacia su cuello,
o detrás de su oreja y le murmuraba algunas cosas. Ella pasaba sus manos por mi
espalda, sintiendo mis músculos contrayéndose para apoyarme en el suelo y
alejarme de ella. Tuve que hacerlo, porque comencé a desear entrar en un
territorio en el cual ella era inexperta.
–¿Qué pasa?
–preguntó Alexandra.
–Está mal,
no podemos hacer esto –le contesté.
–¿Sabes qué?
Tal vez no sea lo suficiente mayor, pero toda mi vida me han dicho que no debo
hacer cosas malas, pero esto no está mal, es natural. Y si llegará a pasar,
sería mi primera vez, es importante y te la estoy cediendo sólo a ti –me
replicó–. Ellos jamás lo sabrán.
Me quedé
pensando un minuto.
¿Yo? ¿Cargar
con la presión de su primera vez? No, gracias.
–Muchas
personas dicen que debes esperar a la persona correcto, y no quiero pensar que
esa persona correcta terminará siendo un idiota. ¿Qué pasa si siento que esa
persona correcta en realidad eres tú? –me preguntó–. Y quiero que sea contigo,
porque te quiero –me dijo–. Ahora y no me importa si no te quiero después en
algunos meses, porque por lo menos sabré que le he entregado lo más importante
a alguien que amaba en ese momento, y entonces no me arrepentiré de esto. ¿De
acuerdo?
Yo la miré
un momento y después asentí, ella sonrió.
Si esto era una confesión, no me había negado, y tal
vez eso fue algo débil de mi parte.
Los besos
eran fugaces. Y mis manos buscaron las suyas, se entrelazaban, y las apreté con
fuerza, y pronto mi boca no iba en busca de sólo sus labios, iba en busca de
algo más. Besé su cuello con tanta suavidad posible, lentamente y sentía como
se estremecía. Y cada sonido que se escuchaba, cada evento que estuviera
ocurriendo no importaba, porque sólo éramos ella y yo.
Me senté en
el borde de la cama y ella sobre mi, mis manos pasaron a descansar en su
cintura, y las suyas en mi pecho, podía lo complacida que se encontraba en ese
momento, en los sonidos que su boca emitía y su mirada, que cada pocos segundos
se encontraba con la mía y se perdía, hasta llegar al punto de parecer estar
ausente.
–¿Qué
sientes? –le pregunté entre los besos.
–No puedo
describirlo –me contestó rápidamente.
Ninguno de
los dos podía hablar, estábamos agitados.
–Cálido –me
contestó–. Y doloroso –describió.
–Está bien
–hice una pausa, y decidí no hablar más.
Le
electricidad corría por nuestra piel cada vez más rápido, y nunca paraba de
aumentar. Podía sentir, mi piel contra la suya, nuestras miradas que se
encontraban, los sonidos que ambos emitíamos. Todo eso es real, pero lo que más
me importa es que ella lo estuviera sintiendo como yo.
En cuanto todo terminó mis labios buscaron a los
suyos. Y comenzaron a bajar, hasta llegar a su cuello, y ahí descansaron unos
cuantos segundos. Ambos respirábamos lentamente, tratando de descansar. Y, de
la nada, ella rió. No a carcajadas, sólo rió.
–¿Entonces
así es, cierto? –me preguntó–. El gran asunto.
Yo me tome
mi tiempo para responder, y después me deje caer en la cama, y ella se recostó
sobre mi pecho.
–Te amo –me
dijo.
–Te estás
dejando llevar por lo que acaba de pasar –mencioné poco convencido–. Siempre
pasa.
–Creo que
eso es lo que yo te tendría que decir a ti –me dijo.
Yo sonreí.
–Yo también
te amo –le dije.
Y si
antes estaba jodido, ahora lo estoy más.
2 comentarios:
seeee siempre que coma pizza con alguien Liam creera que su papá va a llegar :P >.<
:) aaaaawwww
me encanto el caaap y Liam es un tierno :)
:D genial
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