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1/22/2012

Cap. 48

Alexandra's POV
Sábado 13 de Agosto

Desperté y me quedé un momento quieta, pensando en lo difícil que sería pararme de mi cama, caminar hacia el baño y tomar una ducha. A decir verdad, ya no puedo más con esto, no estoy en los últimos meses de mi embarazo, estoy en los últimos días. Me puse de pie, pero en vez de caminar hacia el baño, caminé hacia el fondo de mi habitación, cerca de la ventana, se encuentra la cuna, mi habitación será la habitación de Hailie, y en casa de Liam la habitación de su hermano, o la que era de él porque ya la desalojó, será la habitación de la bebé. Este verano la habíamos decorado. Aunque durante el primer mes estaré con mi mamá para que me ayude, serán dos bebés en la misma casa. Será difícil. Además, sabía que nacería durante los primeros días de escuela, decidí que la mejor opción sería estudiar en casa durante el primer semestre, y después volver al colegio, pero definitivamente no dejaré el estudio. Dejar de estudiar no es una opción, nunca lo fue y nunca lo será, además, no tengo ningún deseo de abandonar el colegio. Al lado de la cuna, en una silla, se encuentra la pequeña maleta que había preparado para cuando llegara la hora, la observé un rato y revisé que estuviera, de nuevo, preparada para cualquier cosa. Durante las vacaciones tuve muchas falsas alarmas, y esta semana algunas pequeñas contracciones, mi mamá dijo que no es anda para preocuparse, pero que si tengo alguna duda debo llamar a la doctora.
     Caminé hacia la puerta, pero sentí una pulsada de dolor que me impidió seguir caminando, así que retrocedí unos pasos y me senté en el borde de mi cama. El día de ayer y hoy había tenido más contracciones de las normales, pero no en frecuencia, lo que indica que todavía no es el momento. Espero que todavía no sea el momento.

Durante cuatro horas las contracciones aumentaron, el tiempo entre cada contracción llegó a ser tan corto que mi mamá decidió que era la hora de ir al hospital. Agarré mi maleta, mi bolso y bajé las escaleras con cuidado, pero de prisa. Mi padrastro manejó mientras mi mamá estuvo atrás tratando de ayudarme. Las contracciones son tan fuertes que me dan ganas de ponerme a llorar en ese momento. Además, son muchas cosas combinadas en una. Muchas sensaciones, sentimientos, ideas, pensamientos.
     Instalada ya en el hospital, en una habitación privada, estoy esperando, aguantando el dolor. No puedo más con todo esto, ni siquiera creo que esté pasando ya. No estoy preparada, no estoy preparada. Mi mamá llamó a Liam, lo que significa que no tardaría mucho en llegar. Necesito sostener la mano de alguien con urgencia.

En el momento que vi a Liam entrar a la habitación me tranquilicé un poco. Lo necesito a mi lado y ahora que está aquí, todo se siente un poco mejor, pero no completamente bien.
     –Creo que los dejaremos a solas unos minutos –dijo mi papá, y junto con mi mamá, se marcharon de ahí, dejándome a solas con Liam. Privacidad. Él se acercó a mí y se sentó al borde de la cama, me tomó de la mano y sonrió. Noté que sus manos temblaban.
     –¿Cómo estás? –me preguntó.
     –Me duele –le respondí haciendo una mueca.
     –Está bien –me alentó.
     –Quiero irme a casa, no quiero estar aquí –le dije.
     –¿Qué? No, esto no es una falsa alarma –me replicó.
     Sentí como mis ojos se llenaron de lagrimas en un mar de sentimientos inexplicables, tantos que no soy capaz de nombrarlos todos.
    –No estoy preparada –le dije después de unos minuto–. Todavía no –lloriqueé y llevé mis manos a mis ojos para limpiar las lágrimas. Liam colocó sus mano en mi mejilla y me acarició, me observó un momento, tragó saliva, preparado para hablar.
     –Vamos a tener una hermosa bebé –hizo una pausa–. Y en unas horas la vamos a sostener en nuestras manos y la vamos a ver por primera vez a todo color –me dijo con una sonrisa, aunque noté que hablaba como si tuviera un nudo en la garganta–. Y la vamos a cuidar, y va a crecer, y va a tener una vida, y se convertirá algún día en una mujer hermosa. Como tú. Y no puedo esperar el momento en que la pueda acariciar y abrazar y observar. Y será mi vida, son mi vida, tú y ella, justo ahora –me dijo–. Te amo.
     –Yo también –le dije y él me sonrió. Me preparé para decirle lo que más dije durante estos últimos meses–. ¿Puedes traerme algo de comer? –le pedí.
     Él se quedo callado un minuto, y después me sonrió.
     –Claro –me respondió.

Los doctores vienen continuamente a revisar cuántos centímetros de dilatación tengo hasta ahora, dijeron que todavía faltan varios más, que es no es suficiente, pero yo quiero que termine ahora. El dolor es insoportable, durante todo este tiempo Liam no se ha apartado de mi lado. Trata de esconderlo, pero sé que él está igual o inclusive más nervioso que yo. Trata daba de hacer plática sobre algo, pero siempre terminamos en los mismo, interrumpidos.

Liam's POV

Cada vez está más cerca, las contracciones son igual de frecuentes pero cada una significa que falta cada vez menos. Lo trato de ocultar por el bien de Alexandra, pero los nervios me están consumiendo por dentro. Tantos pensamientos, ¿todo saldrá bien? ¿Estará bien? ¿Qué pasará si algo sale mal? En este momento están viendo cuantos centímetros de dilatación tiene Alexandra hasta ahora. Me sorprendí cuando la doctora dijo:
     –Está preparada –anunció mientras compartía miradas.
     Fue ahí donde intercambié miradas con las pocas personas que había en la habitación también, pero sobre todo con Alexandra. Ella expresa lo mismo en su mirada que yo: terror y nervios. Sentí como el mundo se desvaneció frente a mis ojos.

–¿Liam? –me llamó alguien–. Liam, despierta –me siguió llamando.
     Poco a poco abrí mis ojos para darme cuenta de que era el papá de Alexandra, me estaba dando unas pequeñas bofetadas para despertarme. Me apoyé en mis codos e inmediatamente me puse de pie, por el abrupto movimiento, lo único que logré fue provocarme nauseas–. Será mejor que vayas por hielo –me aconsejó.
     Só, sin duda me había desmayado. No puedo creerlo, pensé que lo tenía todo controlado. Asentí, y salí de la habitación, dejando a Alexandra mientras preparaban todo. Fui a la cafetería por un poco de hielo, y cuando regresé, me quede afuera de la habitación. Me ordenaron que me colocará uno de esos trajes azules, y lo hice. La gorra azul. Todo. Y desde adentró me gritaron que ya era hora. Respiré profundamente y entré a la habitación. El doctor comenzó a contar, mientras Alexandra hacia lo suyo, lo único que le lograba decir era que siguiera haciéndolo de esa manera, que siguiera así. Pero hubo un momento, donde, supongo, el dolor se intensifico y comenzó a gritar.
    –Sigue así –le decían a Alexandra–. Lo estás haciendo bien –la animaban. Y después de minutos, entre los gritos de Alexandra, pude ver la cabeza de la bebé, y poco a poco, todo su cuerpo, y justo después, el llanto. Ya estaba ahí–. Muy bien –dijeron el doctor y las enfermeras, felicitando a Alexandra por su increíble esfuerzo, todos con una gran sonrisa en el rostro. Al igual que Alexandra, una sonrisa, acompañada de lágrimas. Un dolor recorrió desde los dedos de mi mano izquierda hasta todo mi brazo, me di cuenta que Alexandra había estado sosteniendo mi mano, apretándola tan fuerte que la dejé de sentir en los primeros momentos del proceso, la volteé a ver y ella me soltó, como disculpándose.
     –Mírale –dije con un nudo en la garganta, no puedo creer que ya esté ahí. Alexandra trató de asomarse para poder verla, las lágrimas se convirtieron en un llanto que se volvió casi incontrolable, me acerqué a ella, la besé, la abracé, la consolé y la tranquilicé–. Felicidades –le dije mientras continuaba acariciándola.
     –Papá, puedes venir a ver al bebé –me dijo una de las enfermeras.
     Inhalé y me separé de Alexandra lentamente, me encaminé hacia donde tienen a la bebé, la están limpiando y analizando. Todo parecía estar bien y lo comprobé cuando me dijeron que era una bebé saludable. Quise acercarme más, la quiero cargar y esa pequeña y momentánea ilusión se hizo realidad cuando una enfermera me la entregó envuelta en una cobija color rosa. Lo primero que hice fue acercarme a Alexandra para que ella también la pudiera ver.
       –Es hermosa –exclamé y la seguí observando. Tiene poco cabello, muy claro, unas cejas casi inexistentes, ojos verdes. Dejé escapar unas lágrimas. Después de todos estos meses de preparación, había llegado, está aquí.

3 comentarios:

Alejandra Valle dijo...

Me encantó, me enamoré del cap.
Sonreí de la emoción.
Besos.

gaviiotta!!♥♥ dijo...

awww k hermoso me emcantoo me gusta mucho esta historya de ellos 2 :>

Anónimo dijo...

Mar,bien quiero decirte :B
Que estoy orgullosa de decirte(?)..que me volví a leer todos los capítulos ayer del 1 al 48! Ya que me acordaba de algunas cosas :_ Me perdí de demasiadas cosas :s y te pido perdón. Asi que bien ya estoy al día con la nove ;)
Quiero decirte que es genial todo lo que escribes!
En cuanto a este capitulo;awww dios que ternura :B
Alex tuvo a su hijita *.* AISH! y Liam es taaan lindo,va a ser un excelente padre,eso tenlo asegurado ;)
Me causo gracia cuando se vayo,paaabre :B me encanta esta pareja con su hijita :3
Bien!espero el proximo capitulo ;)
Y ya sabes,comentare todos de ahora en adelante♥
Cuidate!