Cap. 28

Meghan’s POV

Lunes 14 de Febrero

8:00 A.M.

Cuando llegué lo primero que pude ver en los pasillos fueron los chicos sosteniendo enormes ramos de flores con notas atadas para sus amores, otros con globos en forma de corazón. San Valentín es una fecha muy bonita, claro, si tienes a alguien con quien compartirla, no es la fecha en que le tienes que decir: "te amo" a alguien, o demostrarle tu amor, pues no debería haber una fecha especifica para eso, lo deberías hacer en cualquier momento, pero es un día dedicado sólo a los dos enamorado. Claro que para personas que no estén saliendo con alguien o tengan algún interés romántico no es un día de lo más alegre, aunque si de algo estoy orgullosa es de no estar con alguien sólo porque no quiero verme solitaria, yo no soy de las que se desesperan fácilmente por no tener novio, prefiero quedarme clásica y esperar por el chico que realmente me gusta, sólo que en mi caso, el chico que me gusta no está disponible, y espero de todo corazón, que pronto lo esté. Sí, eso suena egoísta.

     Caminé por los pasillos hacia mi casillero, el sábado había sido mi cumpleaños, algunos me saludaron, me felicitaron y seguían haciendo lo suyo, cuando llegué a mi casillero y lo abrí, cayó una carta desde adentro. Extrañada, la recogí, observé a mí alrededor, no había nadie viendo, significa que el que la deposito en mi casillero no está cerca, así que sin más demora, la abrí. No era más que una de esas típicas tarjetas de San Valentín, pero vale algo.

     –Hola –me saludó Tony.

     ¿Era él quién envió la carta? La escondí rápidamente entre mis libros.

     –Hola –lo saludé.

     –¡Feliz día de la amistad! –me felicitó. Yo me quedé extrañada, pues para mi, Tony sigue siendo tan sólo un conocido. Se acercó un poco más a mi–. ¿No le has dicho a nadie lo de Alexandra, cierto? –me preguntó en un murmuro.

     Entonces sonreí y volteé hacia mi casillero, saqué algunas libretas.

     –No te preocupes, no se lo diré a nadie –le contesté–. Lo prometo.

     –Va, gracias –me dijo más tranquilo.

     –No será necesario decirle a nadie porque todos se darán cuenta pronto, es cuestión de tiempo –le dije, llevando la preocupación de nuevo a su rostro–. Nos vemos por ahí –me despedí y caminé por los pasillos de nuevo, pasé por el de Jade, sólo quería ver que gran sorpresa le había dado Regan, traté de asomarme donde los pasillos se cruzan. Él está hablando con ella, esperaba ver algo asombroso, siendo Regan, pero no vi nada. Me pregunto que estará planeando. Él la besó y se fue de ahí. Esperé a que desapareciera de la visa de Jade, y lo seguí hasta su casillero. Acosando chicos como toda una profesional.

     –Hola –lo saludé.

     –Hola –me saludó, sin prestar atención.

     –¿Qué le has regalado a Jade? –le pregunté, fingiendo no tener interés.

     –Algo que le encantará –me contestó.

     –¿Algo como qué? –le insistí.

     –Algo como lo que no te incumbe, es personal –me contestó.

     –Ya veo, algo muy personal –le dije guiñando un ojo. Él se me quedó viendo incomodado.

     –No, no lo que te imaginas, no tan personal –me respondió mientras cerraba su casillero–. Nos vemos por ahí –se dio media vuelta y se fue.

     Al parecer no es él quien envió la carta.

Hunter fue quien me invitó a sentarme en su mesa desde hace unos días, y siendo el único que se alegró por mi llegada en lugar de mostrarse indiferente, se ha vuelto mi único amigo en el colegio.

     –Jade y Regan están muy ocupados en sus asuntos –comentó Hunter subiendo la voz, cuando se harto de la sesión de besuqueo entre Regan y Jade en la mesa–. Tal vez deberían conseguirse una mesa… ya saben, sólo estoy diciendo.

     –No es mi culpa que tu amor viva a kilómetros de aquí –le replicó Regan.

     –Cállate –le dijo Hunter a la defensiva–. Me quedaré solo por siempre, soy feliz así. Soltería igual a libertad, libertad igual a felicidad y felicidad garantiza una vida larga.

     –Eres patético –le dijo Alexandra riendo–. Deberías conseguirte una novia, hay varias chicas por aquí. ¿Qué tal Lisa, eh?

     Entonces Hunter volteó hacia le mesa de atrás, donde se encontraba Lisa, no quería ser mala, seguro tiene una bonita personalidad, pero ya saben… no hace falta ni mencionar los motivos por los cuales Hunter jamás la invitaría a salir.

     –Creo que has perdido la cabeza –Le replicó Hunter.

     –Si, la he perdido. Por si no te has enterado, mi vida es un desastre.

     –Es tú culpa –le dijo Hunter.

     –Si, lo he escuchado las veces suficientes, gracias –le dijo Alexandra ofendida.

     –Lo siento, no quería decir eso…

     –Ya, déjalo así Hunter.

     –Vale, yo sólo decía…

     –No importa, Hunter, está bien –le dijo Alexandra terminando la conversación.

3:00 P.M.

No permitiría que esto tuviera un final o una historia larga como en las películas, donde la chica vive engañada toda la película creyendo que es un chico el que le envió la carta aunque realmente es su mejor amigo y al final admite que siempre estuvo enamorada de él pero que no lo tenía claro y se besan y se acaba la película. Típico drama, ya no tienen nada innovador últimamente.

     Pero yo quería saber de quién era, no es que quisiera quedarme con la duda. Así que caminé hacia el casillero de Regan, aunque es el menos probable, tenía que intentar, no pierdo nada haciéndolo.

     –Hola –lo saludé–. Oye… quería preguntarte algo –le pedí y saqué la carta de entre mis libros–. ¿Tú pusiste esto en mi casillero? –le pregunté con curiosidad.

     –Ah, si –me contestó tranquilamente–. Fui yo.

     –¿En serio? –Le pregunté sorprendida y emocionada a la vez.

     –¿Quién crees que soy? –me preguntó–. Tengo a Jade, y la quiero. Meghan, no sé como me pudiste siquiera considerarme como opción de admirador secreto, solía ser así, jugaba con los sentimientos de las demás personas, pero no más. Y además si no tuviera novia, créeme que no haría algo tan ridículo como poner una carta del casillero de la chica que me gusta. Si algo me gusta, lo obtengo, no tengo que andarme con rodeos –me respondió–. Pero al parecer alguien si: tu admirador secreto.

     –No me gusta llamarlo así –me quejé.

     –Entonces hay que llamarlo: “Chico que no tiene coraje suficiente para decirte en la cara que le gustas”. ¿Qué te parece ese nombre? –me preguntó sarcástico.

     –¿No eres tú? –le pregunté finalmente.

     –Ni de broma. ¿Decepcionada? –me preguntó burlón.

     –Tú sabes que si lo estoy –le contesté.

     –Lo siento –y volteó hacia su casillero–. Por cierto, feliz cumpleaños –me dijo y me entregó una tarjeta de felicitación por mi cumpleaños–. ¿Sólo amigos, de acuerdo? –me preguntó ofreciéndome una sonrisa. Yo me quedé callada, no conforme con ser sólo amigos–. Meghan, olvídalo, no puedo convivir contigo sabiendo lo que sientes, nunca debiste confesarte el otro día –entonces cerró su casillero de golpe, molesto.

     –Tenía que hacerlo –me defendí.

     –¿Pensaste que cambiaría algo? –me preguntó

     –Sinceramente, si –le contesté.

     –Tengo novia, la amo; tal vez fui un jugador en mis primeros años de experiencia, pero con el tiempo se volvió aburrido, encontré a la chica ideal y ahí acabo mi juego, ella es el final –me explicó. ¿Acaso no se preocupa sobre todo lo que me hace sentir cada vez que me dices cosas así? Puede parecer que tengo corazón de piedra algunas veces, pero es completamente lo contrario. Cada vez que lo veo, me quita el aliento y tengo que aguantarme el estar así todo el día. Y él no se da cuenta de ello, no parece notarlo–. Adiós –se despidió, y se fue.

     –Más y más, más, más y más drama –me dijo Hunter riendo por atrás y se paró frente a mí con esa gran sonrisa que siempre tiene–. ¿Así que admirador secreto, uh? –me preguntó poco convencido.

     –¿Cómo supiste? –le pregunté.

     –Además de que su plática se escuchó a kilómetros de aquí, Tony lo mencionó –me respondió.

     –¿Alguna idea de quién es? –le pregunté con interés.

     –Si, yo sé quién es –me contestó, dejándome con la intriga–. Pero no te puedo decir, eso arruinaría toda la diversión.

     –¿Es Tony? –le pregunté –¿Regan?

     –No te diré –se negó.

     –¿Tú? –le pregunté.

     –Ja, que no te lo diré –me contestó.

     –¿Por  qué? –le pregunté enojada y desesperada.

     –Por qué él me dijo que quería que tu te dieras  cuenta de quien es –me respondió.

     –Pues dile que lo descubriré –le dije.

     –Bien, se lo haré saber –me dijo.

     –¿Sabes que te odio? –le pregunté.

     –Nah, yo sé que tu me amas –me dijo–. Vamos, te lo diré la próxima semana, quiero ver como vives así, me diviertes.

     –Que bueno que te divierto Hunter –me quejé.

     Él simplemente me sonrió.

     –Vamos –me dijo y colocó su brazo al rededor de mis hombros y caminamos juntos por el pasillo hasta la salida.