Jade’s POV
Sábado 13 de Noviembre
9:30 A.M.
Bueno, los últimos días no habían sido precisamente
todo lo que yo esperaba. Mi papá está de viaje, y mi mamá había estado saliendo
mucho, lo que es extraño, aún sabiendo que ella no trabaja, es ama de casa y
bueno, ha de tener cosas que hacer, como salir con sus amigas a su club de
lectura, o ponerse al tanto del chismorreo. No me interesa realmente, porque lo
que realmente ocupa mi mente en estos días es Regan, lo que me dijo en la
primera cita es algo que no he olvidado, y me dejo claro que lo único que soy
yo para él es una más. Y lo peor es que lo dejo hacerlo, porque prefiero
tenerlo compartido con otras chicas a no tener nada de él en absoluto. Y
permitirme eso es simplemente estúpido de mi parte.
–Jade, voy a
salir, no tardaré –me avisó mi mamá cuando entró a mi habitación
–Harás una
de tus innumerables cosas importantes, lo sé –le dije sin prestarle mucha
atención.
–Lo tengo que hacer –me dijo y se acercó a
mi–. Las quiero, volveré pronto.
–Ya vete, o
se te hará tarde para lo que sea que tengas que hacer –le dije, continuando
dándole el avión.
–Las quiero
–se despidió apurada–. Se me hace tarde, adiós –me dijo por última vez y salió
de mi habitación.
¿Tarde? Es
temprano, tan temprano que no sé el motivo por el cual estoy despierta. Me puse
de pie y caminé hacia el baño, pero en eso sonó un celular. Caminé hacia el
buró donde estaba el mío, pero no era ese. Entonces seguí el sonido de la
alarma del celular, y me llevó debajo de unas de mis almohadas.
–El celular
de mamá –dije en voz alta tras descubrirlo.
Había un
nuevo mensaje. Y no soy entrometido, pero esta vez decidí verlo, tal vez era
papá, podía ser importante.
–¿Qué
demonios? –me pregunté al leer el mensaje y darme cuenta de algo que no
esperaba.
Debe de ser
solo un error, espero, en serio, que todo sea una equivocación. Porque esto no
es algo que mi mamá se atrevería a hacer. ¿O lo haría? ¿Por qué lo haría?
–¿Deje mi
celular aquí? –me preguntó mi mamá entrando a mi habitación abruptamente.
Aventé el celular detrás de mi antes de que se diera cuenta que yo lo tenía y
se asomó para ver–. Ahí está,–me dijo señalando.
–¡Oh…!
–exclamé y se lo entregué.
Mis
movimientos y mi mirada estaban vacíos, cómo si estuviera programada para
hacerlo, porque mi mente estaba muy concentrada analizando lo que acaba de ver
hace unos segundos.
–¿Ocurre
algo? –me preguntó extrañada.
–No… nada
–le contesté, mintiendo.
–Bien,
entonces nos vemos en un rato –y salió de nuevo de mi habitación.
3:00 P.M.
Mi mamá solía ser una persona perfecta para mí. Y
cuando descubres un detalle que hace que retractes de lo que antes pensabas
sobre esa persona, que coloca tus pies en el suelo y entonces te das cuenta de
que no es quién tu crees que es, y no hace lo que tu crees que hace, eso… duele
admitirlo. Duele porque confías, o solías confiar, plenamente en esa persona, y
es, o era, tu ejemplo a seguir, porque todo parecía hacerlo bien.
Y ahora mi
mundo se viene abajo de tan solo pensar en todas las posibilidades de lo que
pasaría a continuación con mi familia.
Escuché como
cerraron la puerta principal, mi mamá había llegado. Me puse de pie rápidamente
de la cama y baje las escaleras corriendo, porque lo que era decepción y
tristeza, se convirtió en furia contra ella.
–¿Quién es
él? –le pregunté enojada.
–¿Él quién?
–me preguntó confundida.
–¡Tú sabes
de quién hablo! –le grité furiosa.
–¿Disculpa?
¿Desde cuándo me hablas en ese tono? –me preguntó con tono autoritario.
–¡Desde que
descubrí que eres…! –pero me detuve antes de cometer una estupidez–. Mamá, no me
engañas –le dije, tratando de tranquilizarme–. ¿Por qué? ¿Quién es él? –le
pregunté de nuevo.
–¡Ya basta!
–me gritó–. ¿A que viene todo esto? –me preguntó.
–No lo sé,
tú dime con quién estas engañando a papá –le contesté. Mi mamá se quedó
callada–. ¿Crees que soy estúpida? –le pregunté–. ¿Crees que podrías mantener
todo esto en secreto? Todo ya era muy extraño a decir verdad. Salías, diciendo
que eran cosas importantes, pero no tenias nada que hacer más que ver a ese
hombre –entonces hice una pausa–. ¿Es algo que tienes que hacer? ¿Otra cosa
importante en la lista de cosas por hacer?–
–Jade, te
juro que… no sé de que me hablas –trató de negarlo.
–¿Tenias que
herirnos? –le pregunté–. Eres egoísta.
–No lo soy,
no soy egoísta –me replicó.
–¿No?
¿Entonces como defines el tener felicidad a costa de herir a los demás? ¿Eso no
es ser egoísta? ¿Y engañar a tu marido, al padre de tus hijas? –le pregunté con
un nudo en la garganta–. ¿Cómo pudiste?
–¿Qué está
pasando? –preguntó Charlotte preocupada desde las escaleras–. ¿Mamá?
–No pasa
nada, Charlotte –le contesté.
–¿Por qué
estaban ambas gritando? –preguntó.
–Por nada
–se apresuró a responder mi mamá–. ¿Podrías subir a tu habitación, por favor?
–le pidió.
–Quiero
saber lo que está pasando –insistió Charlotte.
–No está
pasando nada, en serio,– le dije harta. Entonces Charlotte suspiró impaciente y
subió las escaleras de nuevo–. No sabes el daño que vas a provocar, mamá.
3:30 P.M.
Sabiendo que no tenia muchos lugares a los cuales ir,
me dirigí a casa de Regan, igualmente sabiendo que él probablemente no estaría
disponible para mi. Toqué el timbre de su casa. Escuché como caminó hacia la
puerta, y después la abrió. Cuando lo hizo tenía una sonrisa en la cara, estaba
pasando un buen tiempo, pero cuando me vio, esa sonrisa se esfumó. Y entonces
por atrás apareció una chica asomándose detrás de él, por encima de su hombro.
–Vaya, esto
fue como la gota que derramo el vaso de mi día,–
le dije con una pequeña sonrisa irónica.
Entonces
caminé de vuelta a mi carro. Estaba harta de tener que lidiar con él y todas
sus conquistas semanales, ni siquiera sé porque sigo intentando.
–¡Jade,
espera!,–
me gritó y me siguió.
Yo subí al
coche y azoté la puerta.
–Lo puedo
explicar,–
me dijo.
–No, quédate
así. No me importa, esto no es serio de todos modos, tu lo dijiste, no sé
porque me enojo,–
le dije, tragando mi orgullo.
–¿Sabes qué? No sé cómo pueden existir personas como
tú. ¿No te das cuenta? Esa chica también tiene ilusiones, esa chica allá tal
vez siente algo real por ti y lo único que harás es lastimarla. ¿Cómo es que tu
cerebro no logra analizar toda esa información?,–
le pregunté.
5:00 P.M.
Llevo varias horas aquí, en casa de Alexandra, ella es
mi mejor amiga, siempre le confío todo, y ella me confía todo. Y por eso me di
cuenta de que todos guardan secretos. Y tratando de olvidar todo sobre mi mamá,
cambiamos de tema a hablar de ese tal Liam, con el cuál se pasó de la raya un
poco, ojalá y el límite no lo pase.
Este tema no
es bueno, pero al menos me distrae.
–Puedes
quedarte la noche si quieres –me dijo con algo de sarcasmo en su voz–. Haremos
algo divertido, olvida a tu mamá un rato.
–¿Cómo? –le
pregunté con desánimo.
–Ya se nos
ocurrirá algo –me contestó.
En eso sonó
mi celular, una llamada y era mi mamá. No contesté. La deje pasar, y cuando
sonó por segunda vez, contesté enojada.
–¡Déjame en
paz! –le grité.
–¿Así es
cómo me tratas después de tanto tiempo sin vernos? –me preguntó una voz
conocida, pero de mucho tiempo, difícil de olvidar, fácil de odiar.
–¿Meghan?
–pregunté impresionada.
–Así lo creo
–me contestó–. Volveré pronto, así que espero hacer algo divertido al
llegar –me dijo, y entonces colgó.
–¿Meghan?
¿La que se fue hace unos años? –preguntó Alexandra, con interés.
–Eso creo
–le dije, todavía confundida por la repentina llamada–. Pero ¿A que se refiere
a que volverá pronto? No la quiero de vuelta aquí.
–Solían ser
mejores amigas. ¿Por qué no la quieres aquí? No me dirás que es por lo de Regan
–me dijo.
–No, no exactamente
por él –le respondí con sinceridad.
–Pero no
crees que si ella vuelve, él llegará corriendo a sus brazos de nuevo –concluyó.
–No creo que
lo haga –le dije.
–¿Por qué
no? –me preguntó.
–Porque
ahora estoy yo –le dije–. Además, no quiero que regrese por muchos motivos.
Para empezar, ya no somos amigas, y no sé si lo fuimos alguna vez, porque ella
siempre fue tan egoísta y era la líder, yo siempre quedaba en segundo plano y
no le importaba, porque a ella solo le importa ella misma, después ella y al
final ella. No era una amistad verdadera.
–Lo sé, eras
como su perra –me dijo riendo, yo mantuve la seriedad–. Pero al parecer ella sí
te consideraba como amiga. ¿No sería algo duro de tu parte rechazarla cuando
regrese? –me preguntó más seria.
–No.
Mira, yo era la que estaba con ella todo el tiempo, y me daba cuenta de que
solo era como parte del paisaje. Dios, me veía tan estúpida a su lado. La
odiaba, pero a la vez quería ser su amiga. No la soportaba pero igual, por
algún motivo, quería ser su amiga. ¿Entiendes? Por puro interés –le expliqué.
1 comentario:
ouch.... un golpe bajo para el papá de Jade... que te engañen... eso ta´feo :( pero.... pardisimo:P y....
zorritas??
jajaja
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