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5/06/2011

Cap. 08


Tony’s POV
Viernes 12 de Noviembre
4:00 P.M.

Estaba decidido, no podía seguir simplemente haciendo esto, ignorar a Alexandra como si nada pasará. Me refiero a que algo está pasando entre los dos desde esa noche en que nos besamos, porque yo no la besé, ella correspondió, así que se podría decir que nos besamos.
     Además, le confesé que me gustaba, pero después lo negué porque no quería nada serio, pero al parecer el negarlo, no sirvió para alejarme de ella. Sé que lo que tengo que hacer con ella, será cuando tenga que ser, pero no cuando quiero que sea, pero tampoco cuando ella quiera que sea. Como sea. Lo siento viniendo pronto, puede ser que el día de hoy.
     –¿Tony, eres tú?,– preguntó al contestar su celular.
     –Si, soy yo –le contesté–. Me estaba preguntando. ¿Quieres ir conmigo al cine… está noche? –la invité.
     –Vaya, casi no hemos hablado en los últimos meses, y ahora me llamas para salir conmigo –me contestó–. Interesante, pero ya tengo otros planes, así que…
     –Con otro chico –asumí con decepción.
     –¡No! –contestó–. Bueno, sí –admitió–. Igual no te debe importar, después de todo, fuiste tú quién me dijo que no.
     –Apuesto que soy mejor que él –le dije en tono coqueto.
     Ella suspiró:
     –De acuerdo, en el cine, a las… 6. Tú pagas –y entonces hizo una pausa, yo no colgué–. Pero sólo esta vez, solo una oportunidad.
     –Pagaría lo que fuera –murmuré para mi mismo–. Te veo ahí –le dije y colgué.

6:40 P.M.

Llegando a la plaza, estacioné mi carro de prisa y corrí hacia la entrada. Llegué algo tarde, pero no fue del todo mi culpa, el tráfico a esta hora es criminal.
     –¡Alexandra! –le grité cuando la vi–. ¡Espera, por favor!
     Ella estaba a punto de subir a un coche, no era el suyo, tal vez alguien la había traído, ahora había llamado para que la recogieran. Un automóvil deportivo.
     Llegué a donde estaba.
     –Siento llegar tarde –me disculpé.
     –¿40 minutos? –me preguntó enojada–. ¡Me sentí estúpida esperando, Tony!
     –Lo sé, lo sé. Pero la siguiente función no ha empezado, podemos entrar –le dije, tratando de convencerla.
     Entonces Alexandra volteo a ver al chico del automóvil. Y le sonrió tímidamente.
     –Liam, creo que me quedaré –le dijo avergonzada–. Gracias por venir.
     –Está bien, nos vemos mañana –le dijo el tal Liam–. Y adiós Tony.
     Yo le sonreí con poca confianza.
     Él es quién estaba esperando a Alexandra después de que pasó la noche en mi casa. Alexandra le sonrió, cerró la puerta, él le sonrió y le guiñó un ojo, arrancó el coche y se fue. Todo fue una secuencia rápida, pero para mi todo eso fue lento, y significaba algo, o ¿significaba algo? Realmente no sabia si preocuparme por ese tal Liam o no. Yo creo que no, se veía algo mayor, debe ser… algún familiar de Alexandra, si, eso.

8:00 P.M.

Al salir de la función le ofrecí a Alexandra llevarla a casa, ella aceptó, no le quedaba otra opción más que llamar a sus papás o a ese tal Liam, bueno, o ir en taxi, pero creo que era obvio que elegía mi opción. ¿Quién no lo haría?
     –¿Estás seguro de que ahora manejas? –me preguntó con desconfianza.
     –No sé por qué desconfías de mi, ni porque dudas que puedo conducir, yo sé conducir desde siempre –le respondí–. Además es estúpido, si no supiera manejar no tendría automóvil –le dije–. También te habías dado cuenta.
     –Si, cuando en tu casa… –comenzó, pero interrumpí.
     –Pasó eso –dije.
     –¿“Eso”? –preguntó molesta–. Nos besamos y eso fue todo lo que paso, no entiendo porque evitas hablar de esto ni porque siempre encuentras la manera de evitar decir—–
     Entonces me acerqué a ella y la besé abruptamente, no fue lo mejor que pude haber hecho, pero estaba nervioso. Y después de un momento, fui separando mis labios de los suyos, y me detuve a ver su expresión, se veía feliz pero confundida al mismo tiempo.
     –Beso –terminó su oración.
     –La diferencia entre la otra vez y esta vez, es qué hoy en serio quería hacerlo, me refiero a que lo tenía claro antes de hacerlo, sólo que no encontré el momento indicado, así que hice un hueco para el beso en nuestra conversación –le dije, tratando de explicarle–. Pero no fue forzado.
     –A mi me pareció desesperado –comentó.
     Entonces los dos nos observamos unos segundos.
     –Tal vez es demasiado pronto, o tal vez demasiado tarde –comencé, y creo que ella ya sabía a donde quería llegar–. Pero en serio me gustas y tal vez, pensando en ti porque yo no hago esto, pero tal vez querías escucharlo formal… yendo al grano, ¿quieres ser… mi novia? –le pregunté, y esperé ansioso.
     Ella se tomó su tiempo para responder. ¿Era eso malo?
     –Si –me respondió con una sonrisa tímida.

8:30 P.M.

Cuando llegamos a su casa, la acompañé hacia la puerta.
     –Entonces… nos vemos –se despidió.
     –¿Mañana? –le pregunté.
     –Si, claro, mañana –contestó un poco dudosa.
     –Yo te… –hice una pausa–. Te quiero –le confesé.
     Ella sonrió.
     –Gracias –me replicó.
     Debo admitir que esa no era exactamente la respuesta que estaba esperando, pero me acerqué de cualquier manera para besarla, pero en eso abrieron la puerta de su casa, su papá o padrastro, la verdad todavía no lo tenía claro, esperó detrás de esta con paciencia.
     –¡Demonios! –exclamé–. Quiero decir… hola, señor, vengo a dejar a Alexandra. Ya sabes, sana y calva, digo, salva –le dije nervioso.
     El arqueó las cejas.
     –Claro, Anthony –me dijo apático y entró a la casa de nuevo.
     –Siento eso –me dijo Alexandra–. Mi padrastro es así.
     –No hay problema… mientras no se entrometa demasiado –le dije.
     –Bueno, no espero otra cosa de él –me dijo.
     –Nos vemos –me despedí.
     Entonces me volví a acercar a ella, pero retrocedió unos pasos.
     –Adiós –me dijo y entró a la casa.

8:35 P.M.

Cuando llegué a casa, lo único en que pude pensar era esa sola linea que dijo después de que le confesé algo que a la mayoría de las personas les cuesta trabajo admitir debido al rechazo que posiblemente se encuentre después de la declaración. En este caso, no obtuve un rechazo, aunque tampoco me correspondió como debió.
     Un gracias no era suficiente para mi. Seamos sinceros, ¿qué demonios significa eso? Sólo puedo pensar en dos opciones: la primera significaría algo como “gracias, lo aprecio, pero no siento lo mismo”; y la segunda, “gracias, pero no sé si siento lo mismo por ti, aunque tampoco descarto esa opción,” en pocas palabras, está confundida.
     Hoy se supone debió haber sido el día que le confesara mis sentimientos y admitiera que fui un imbécil, y después ella me diría algo agradable.
     Claramente, no fue así.

Sábado 13
12:00 P.M.

Quedé con Alexandra de encontrarnos en su casa. Solo hablaríamos, me gustaba hablar con las personas, yo no soy el que suele hablar, soy de los que suelen escuchar a la gente. Por eso puedo parecer un tanto tímido, porque no hablo, sino, escucho. Y no sé si ella tenga mucho que decir, o nada en absoluto, pero igual escucharé cualquier cosa que tenga que decir y  que debería ser dicha, claro, también escucharé esperando escuchar lo que quiero oír.
     –Vamos, pasa –me dijo agarrando mi mano.
     Entré a su casa, y me guió hacia la sala de estar. Ambos nos dejamos caer en el sofá, y yo coloqué mi brazo alrededor de ella, con una sonrisa.
     –¿Puedo preguntar algo? –me preguntó.
     –Ya me preguntaste algo –le contesté bromeando.
     –Tonto –me dijo entre risas–. Lo que iba a preguntar es: ¿Por qué me ignoraste después de lo que ocurrió en tu casa? –me preguntó con más seriedad.
     Yo tardé unos momentos en responder esa pregunta.
     –Porque me gustaba admirarte en secreto –le dije–. Mentira, siendo sincero, no hay una razón que sea lo suficientemente convincente, así que mi conclusión es que tal vez soy un imbécil por haber negado algo, que es diferente, me refiero a que juro que jamás me había sentido así respecto a alguien y me asusté –le respondí con sinceridad.
     –¿Qué? –me preguntó sorprendida–. ¿En serio?
     –Si –le dije con una gran sonrisa–. Te quiero –me arriesgué a decirlo de nuevo.
     Ella sonrió y después escuché una variación de lo que me habría gustado escuchar:
     –Yo también –me dijo.
            Y entonces regresó el mismo sentimiento de ayer. No es lo mismo un yo también a un te quiero dicho directamente. Pero tal vez… no esta preparada para decírmelo, como yo no estaba preparado estos tres últimos meses. Soy yo, tal vez, esta vez, quien aceleró las cosas un poco.

1 comentario:

Anónimo dijo...

can can can caaaan!!! beso beso!! jajaja genial