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5/23/2011

Cap. 14



Hunter’s POV
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Abrí los ojos lentamente, me costó hacerlo, era casi cómo si los párpados me pesaran, respiré profundamente y me levanté. Mies pies tocaron algo pegajoso, se sentía asqueroso, pero no lograba percibir nada, ni un rayo de luz proveniente de ningún lado. Volteé rápidamente hacia todos lados esperando ver algo que iluminará este espacio vacío y oscuro.  
     –Bien, Hunter, tranquilo –me dije y respiré hondo.
     Caminé en línea recta, tratando de encontrar la pared. Fui paciente, y seguí caminando, pero sin resultados. Así que comencé a correr, esperando chocar con algo, pero lo único con lo que me topaba era vacío infinito. Cada vez corría más rápido, sin rumbo, no podía ver nada. Desesperado, mi respiración poco a poco se fue agotando, hasta que terminé tendido en el suelo, puse mis manos en mi pecho, pero mi corazón cada vez latía más lento. No podía respirar, como si se me hubiese olvidado como hacerlo, o no hubiese aire en la habitación. Poco a poco sentía como mis fuerzas se agotaban, y no podía mantener mis ojos abiertos por mucho más tiempo. Todo lo que no veía, pero podía sentir, era el suelo.
     –¡Ayuda! –grité, gastando el poco aire que ya no estaba en mis pulmones.
     Pero nadie contestó, era obvio que estaba solo.
     Todo se desvanecía, el suelo ya no lo podía sentir, ahora cómo si estuviera flotando en el espacio, y cuando creí que todo acabaría, lo sentí de nuevo, el suelo, y el aire regresando a mis pulmones. Y entonces me puse de pie de nuevo.
     –Hunter –pronunció mi nombre una voz profunda y misteriosa.
     –¿Conciencia? –pregunté curioso.
     –No, idiota, no soy tu conciencia –contestó.
     –¿Quién eres? –pregunté desesperado.
     Y entonces las luces se prendieron, cerré mis ojos, pues la luz me caló al primer momento, pero los abrí unos segundos después. La luz todavía era muy intensa. Observé la habitación, pero no había nada.
     –Hunter, estoy detrás de ti –me dijo esa voz.
     Volteé confundido, pero no había nada.
     –Intenta otra vez –me dijo. Y voltee hacia la misma dirección donde estaba–. Bingo.
     Era mi papá, pero era más alto y sostenía una tabla en la mano, haciendo anotaciones. Parecía ser un doctor.
     –Hunter, encontraremos un lugar para ti –me dijo.
     –¿Qué? –pregunté confundido.
     –Si, encontraremos un lugar a donde perteneces desde que tenías catorce años.
     –¿Qué lugar? –pregunté.
     –Un centro de rehabilitación –me dijo sonriente–. Sólo así podrás encontrar la paz, hijo.
     –¿Qué? No –le repliqué–. Estoy bien, tengo problemas de insomnio, tengo las pastillas para dormir justificadas –le expliqué.
     –Si, tú terminarás pronto como todas estas personas –me dijo–. Vamos a caminar.
     –No iré a ningún lado contigo –me negué.
     Entonces él comenzó a reírse a carcajadas.
     –Si, claro –me dijo–. No tienes a otro lugar a donde ir.
     Entonces acepté, a regañadientes, ir a donde me ofrecía. Pero no fueron más que unos pasos los que dio para encontrar la puerta, que siempre estuvo frente a mis ojos. Al cruzar la puerta no hubo más que un solo largo pasillo. Las paredes eran blancas, al igual que el piso, pero esta vez las puertas si se distinguían.
     –¿Qué es esto? –le pregunté.
     –Es un hospital –me respondió.
     –¿Esta mierda es mi futuro? –le pregunté.
     –Si –me dijo.
     Entonces abrió una de las puertas. En la habitación, en una camilla, acostado, estaba yo, llenó de tubos, con una aparato controlando mi respiración y gente llorando a mi alrededor. De las que pude distinguir estaban mi mamá y mis hermanos, también Emma, pero peor.
     –Por siempre atado a un tanque de oxigeno, dependiente por siempre de él –me informó el doctor.
     –¿Qué? No… –dije cabeceando.
     Entonces di un paso para intentar entrar a la habitación, pero en el intento choqué con la pared.
     –No ahora –me dijo.
     –¡Yo no quiero eso! –le grité–. ¡Hazlo cambiar! –le exigí.
     –Soy solo un sueño –me dijo–. Vamos, esto no es lo peor –entonces la puerta volvió a aparecer, y salí corriendo, en la siguiente habitación estaba yo, esta vez no tenía tantos aparatos a mi alrededor–. O un coma –me informó.
     Y seguí corriendo, atravesando puertas, en la siguiente, los doctores me acorralaron.
     –Lo perdimos –exclamó uno–. Lo hemos perdido.
     –¿Qué? No –dije y caminé hacia la camilla donde estaba acostado–. ¡Hunter, despierta! –le grité–. ¡Hunter! –grité, sin poder controlarme–.¡HUNTER! –volví a gritar.

Y entonces abrí mis ojos abruptamente, alguien estaba gritando, y tarde unos pocos segundos en darme cuenta de que yo era el mismo que estaba gritando. Me puse de pie, pero me volvía a sentar en el borde de la cama, y las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas. Esa pesadillas es lo más cercano que he tenido a la realidad de mi vida.
     –Bien –me tranquilicé–. Esto no puede pasarte a ti. Fue una absurda pesadilla ocasionada por… –entonces busqué por el piso, debajo de mi cama–. Por esto –me dije cuando encontré la cajetilla de unas pastillas para dormir.
     Después me deje caer en mi cama, y suspiré, no creía conciliar el sueño, está pesadilla me había alterada lo suficiente para no poder domar en toda la noche. No hay sangre, ni tubos. Sólo yo, cómo siempre. Miré al reloj, son las dos de la mañana me puse de pie de nuevo y caminé hacia el balcón de mi cuarto, un modesto balcón, donde sólo podía estar yo. Tomé un cigarrillo y lo prendí. Lo fumé mientras observaba a la nada. No me importaba quién me podía ver en ese momento, además quién me viera supongo que no le importaría ni se imaginaría lo que estoy haciendo aquí arriba.
     –¡Hunter! –me gritó alguien, voltee hacia abajo espantado, había un muchacho pero no tenía claro quién era–. ¡Hunter! –me volvió a gritar–. ¡Baja, cabrón! –me gritó. La única cosa que estaba claro era que ese muchacho estaba ebrio, o algo más–. ¡Hunter! –me gritó–. ¡Ven, necesito hablar contigo! ¡Una larga charla! ¡Tenemos tanto que compartir, Hunter! –me gritó de nuevo.
     –Esto no se ve bien –me dije a mi mismo.
     Corrí hacia las escaleras y las baje rápidamente. Antes de salir de la casa tomé un paraguas que estaba a la mano, y salí, si era alguien peligroso, necesitaría protección y una forma de defensa. Un paraguas no era la mejor opción, pero era algo.
     –¡Hunter! –me volvió a gritar mientras corría hacia mí. Abrió los brazos, como si me fuera a abrazar, pero antes de que lo hiciera le di un golpe con la sombrilla, no estaba seguro de quién era–. ¿Qué esta mal contigo, idiota? –me preguntó. Se veía que le dolió mi golpe, se apretaba las costillas, donde le había dado con el paraguas–. ¡Soy Regan! –me gritó.
     Entonces me acerqué a él y lo observé. Vaya, si era él, pero no lucía como él.
     –¿Qué haces aquí? –le pregunté enojado.
     –¡Es obvio que no puedo llegar así a mi casa! –me gritó.
     –Regan, baja la voz, son las dos de la mañana –le pedí.
     –¡¿Y qué!? –me preguntó gritando, de nuevo–. ¡Soy libre de hacer lo que quiera! ¡Somos jóvenes! –dijo con felicidad–. ¡Somos jóvenes! ¡Somos jóvenes! Bebemos y nos divertimos, somos jóvenes –comenzó a cantar desafinado. Entonces abrió los brazos y se puso a dar vueltas mientras miraba hacia el cielo–. El cielo es tan bonito –me dijo mientras reía.
     –¿Estás drogado? –le pregunté.
     –No lo sé. ¿Lo estoy? –me preguntó mientras me volteaba a ver.
     No sabía de qué estaba hablando exactamente. Todo lo que dice no tenía sentido.
     –¿Qué pasa? –pregunté.
     –¡Es tan duro! –gritó.
     –¿Qué cosa? –insistí.
     –¡Deberías sentirte mal por ella! –me dijo.
     –¿Qué? –pregunté más confundido.
     –¿No te enteraste? –preguntó–. ¿No te lo ha dicho?
     –¿Quién no me ha dicho qué? –le pregunté desesperado.
     –Lo de Emma –me respondió.

Al otro día no dudé en preguntarle a Emma lo que Regan me había dicho, o más bien, no me había dicho, pero me había informado de alguna manera que algo estaba pasando.
     –¿De qué estaba hablando Regan? –le pregunté.
     –De seguramente nada –me respondió.
     –Bueno, el parecía muy convencido –insistí
     –Si, pero también estaba ebrio y drogado, no lo olvides –me dijo.
     –¿Estás segura de que no hablaba de nada importante? –le pregunté.
     –Mira, mis papás están pensando en algunas cosas –me respondió.
     –¿Algunas cosas como cuales? –le pregunté.
     –Muchas cosas, Hunter, pero no te lo quiero decir todavía –me respondió.
     –¿Por qué no? –le pregunté desesperado.
     –Porque no quiero decir hasta que estemos completamente seguros –me respondió.
     Y entonces se dio media vuelta y se fue. Planea dejarme con la duda.

3 comentarios:

A.S. dijo...

capitulo muuuuuuuuuy bueno (:
es uno de los que mas me han gustado Ç:
Siguelaaa(:

Na Abarca dijo...

wtf que diientres le paso a emma la metieron a rehabilitacioon??
wwwowooow
t siigo escriibde pasate por mi bloog el primero o era el segundo?? no see xD
jkhbg kjvxbnkld
escriibeeeee
quiero saber que pasooo

Clau dijo...

O.O
me encanto el capii!!!
muy muy bueno y raro :O jaja
:) sigue pronto! :)

.clau.