Hunter’s POV
Jueves 23 de Diciembre
7:00 P.M.
En casa, solo, a excepción de mis hermanos, pero no
son mi compañía, ellos están en su habitación, en su mundo, jugando a imaginar
cosas que jamás podrían ser reales, parecido al efecto que me dan las drogas
cuando me siento solo y aburrido, pero el día de hoy no podría jugar a imaginar
junto a ellos porque lo que me permite hacerlo se me había agotado y tendría
que esperar a que mis padres llegaran para poder escabullirme.
Llamé a
Emma, para que viniera a ayudarme con los pequeños monstruos. Ella es buena con
los niños, y ojalá que fuera verdad, pero la realidad es que los niños no son
lo suyo ni de su agrado, pero no quiero estar solo y sé que a ese motivo no se
negará.
–No lo sé, Hunter, tengo algunas cosas que hacer –me dijo Emma
por teléfono.
–Por favor,
tú sabes que cuando estoy solo con mis hermanos, hay posibilidades de que no me
vuelas a ver con vida –le insistí–. Vamos, será divertido.
–No seas
exagerado, tus hermanos son unos ángeles –me dijo.
–Tú no vives
con ellos –defendí mi idea.
–Prácticamente,
tu tampoco –entonces me quedé callado, eso de alguna manera me dolió, pero
es la verdad y Emma se encarga de que la veas no importa que tan dura sea–. De
acuerdo, iré en unos minutos –me dijo.
–Gracias, te
quiero –le dije y colgué.
Emma es una
buena persona, pero sus problemas son más grandes que su bondad, a decir
verdad, no sé en que pueda ayudarla o si puedo ayudarla en absoluto, pero si
pudiera hacer algo, no dudaría en hacerlo de inmediato.
–¿Emma
vendrá? –me preguntó Michael al entrar en mi habitación.
Iba vestido
con un tazón en la cabeza, y la sábana atada a su cuello, también iba usando
mis lentes de sol, no sé cuando tuvo tiempo de entrar a mi habitación.
–Sí, ¿te
agrada, no es así? –le pregunté.
–Es muy
bonita –me dijo–. Aunque pueda ver los huesos de su espalda cuando está en
traje de baño.
–Lo sé –le
dije.
Pasaron 30 minutos y Emma ya estaba aquí. Cuando abrí
la puerta para dejarla entrar pude ver en la cara de su mamá, que estaba
esperando a que entrara desde el carro, un gesto de disgusto y desaprobación.
No le agrado y no sé la razón exacta, tal vez lo poco que sabe de mi le
desagrade, o le disgusta mi personalidad.
–Hola –saludé
a Emma.
–Hola –me
dijo con una sonrisa.
–No le
agrado a tu mamá ¿Cierto? –le pregunté.
–Claro que
no –dijo mientras se acercaba a mi.
–¿Por qué?
–le pregunté nervioso.
–Dice que
eres una mala influencia, y no lo niego, pero me gustas así –me respondió.
–¿Desde
cuándo te gustan los chicos malos? –le pregunté mientras me acercaba a ella, y
colocaba mis brazos alrededor de su cintura, acercándola aún más a mí.
–Desde que
te conozco –me respondió.
Y ese
hubiera sido el momento del beso, de no ser por mis hermanos, que llegaron a
interrumpir.
–Mamá dice
que no debes invitar a chicas cuando estás solo en casa –me dijo Ethan, mi otro
hermano menor. ¿O era Michael? Son idénticos que la única manera de
diferenciarlos es fijándote en el color de sus ojos. Ethan tiene los ojos
marrón claro, mientras que Michael los tiene color verde, como yo. Creo que es
Ethan
–No estoy
solo, estás tú y Michael –le dije.
–¡Yo soy
Michael! –me aclaró.
–El punto es
que no estoy solo –le repliqué.
–Tú siempre
dices que nosotros no somos tu compañía –me dijo, ahora si, Ethan.
–Hunter,
¿cómo puedes ser tan cruel con tus hermanos? –me preguntó Emma mientras
caminaba hacia ellos–. Si son tan tiernos –y los abrazó y comenzó a jugar con
ellos. Y cuando Emma no pudo ver, los dos me sacaron la lengua. Aunque de mi
lado estaba que a Emma no le agradan los niños, así que yo gané, pero mi
victoria permaneció en secreto.
–Él siempre
es así con nosotros –se quejó Michael.
–¡Nos odia!
–le dijo Ethan.
Yo los miré
sorprendido.
–¡Vaya!
–grité desesperado–. ¡Eso no es cierto!
Hermanos,
los amo con todo mi corazón, pero hay ciertas cosas que me molestan sobre
ellos, y una de esas cosas es que siempre están inventando cosas sobre mí,
cosas falsas, por supuesto, pero que la gente efectivamente cree con tan sólo
mirarlos. Algunas veces dicen que los niños dicen mentiras por su gran
imaginación, pero que tampoco saben diferenciar los buenos momentos para decir
verdades y es por eso que son “sinceros”. Lo odio.
Emma se
separó de ellos y me volteó a ver.
–Hunter,
tenemos que hablar –me pidió.
–¿Hay algo
mal? –le pregunté.
–No, pero me
gustaría estar a solas –dijo, haciendo referencia a la presencia de mis
hermanos en la sala–. Por favor.
–Recuerda,
nosotros no somos compañía, están a solas –dijo Michael.
–Chicos,
pueden jugar video-juegos en mi habitación –les di el permiso.
–¿Cualquier
videojuego? –me preguntó Ethan emocionado.
–Si, si,
pero ya váyanse –les contesté algo harto.
Los dos
salieron corriendo felices hacia las escaleras.
–Entonces,
¿qué me querías decir? –le pregunté nervioso a Emma.
–Hunter. ¿Te
acuerdas de lo que Regan te iba a decir? ¿De lo que mis papás estaban pensando?
–me preguntó.
–Si, nunca
me enteré –le contesté.
–Bueno, me
voy… –me dijo.
–¿Te vas?
Pero acabas de llegar –la interrumpí.
–A Londres
–terminó su oración.
–¿¡Londres!?
–le pregunté sorprendido–. ¿Por qué querrías ir a Londres? ¿Cuándo? ¿Por qué?
–volví a preguntar.
–Mi mamá
encontró un centro de rehabilitación allá, dice que es bueno, que me ayudaran
en todo, y si preguntas el porqué está en Londres, lo ignoro, creo que tiene
algo que ver con empezar otra vez, dice que este lugar es el que me hace mal
–me respondió.
–¿Entonces…
cuando te vas? –le pregunté más calmado.
Ella se tomó
un tiempo para responder.
–Mañana –me
contestó.
–¿Mañana?
¿Por qué mañana? ¿Por qué no me lo dijiste antes? –le pregunté enojado–. No te
puedes ir mañana.
–Ya está
hecho. En serio, siento no haberte dicho antes. No quería que sufrieras durante
tantos días –se disculpó.
–¿Así que
estamos terminando? –le pregunté con decepción.
–Lo siento
–me repitió–. Las relaciones a larga distancia no son lo mío, no creo en esos
finales felices –me explicó y se encogió de hombros.
–Yo tampoco
creo, pero lo podemos intentar –le dije, y sentí las lagrimas en el borde de mi
párpado, pero no las dejé salir, lo que provocó un nudo en mi garganta que
quebrantaba mi voz al hablar. Nunca lloro por alguien, jamás había llorado por
alguien que se aleja de mi vida, todos lo hacen, pero esta vez estamos hablando
de Emma–. No te vayas, quédate –le pedí–. ¡Eres lo único que tengo y tú lo
sabes! –exclamé con desesperación.
–No puedo,
no llores –me pidió y se acerco a mí, me abrazo, me pasó las manos por la
espalda, acariciándola y por mi cuello, consolándome–. Te quiero, pero tienes
que entender, me voy por mi propio bien. ¿Es lo que querías, no? ¿Qué estuviera
bien? Estaré bien si voy a ese lugar –me dijo.
Y entonces
me di cuenta de que mi comportamiento se estaba asemejando al de un niño
pequeño, que llora porque tropezó, se hizo un pequeño raspón, le pondrán
desinfectante y arderá, pero le explican que es por su propio bien y acepta a
regañadientes, al final lo resultados son buenos porque las heridas sanan. De
esa manera me sentía justo ahora. Ella se va por su bien, se irá al otro lado
del mundo, Londres, ocho horas de diferencia, mañana, pero regresará cuando se
haya recuperado y eso es lo único que me ánima a apoyarla con esto: mi fe en
que estará bien.
Emma se separó
de mi y por unos minutos nos quedamos callados, yo la estaba observando,
admirándola antes que se fuera porque entonces no tendría oportunidad de
hacerlo en un largo periodo de tiempo. Todavía sigo impactado por la noticia y
muchas cosas pasan por mi mente, tal vez es lo que tiene que pasar, de alguna
manera u otra sabía que nuestros problemas se interpondrían en algún momento,
sería ella o yo, aunque también tenía la esperanza de que nuestros líos nos
harían más fuertes, no fue así.
–¿Puedes
llevarme a casa? –me pidió Emma después de un rato.
Estacione mi camioneta frente a la casa de Emma. Ella
se quedó ahí por unos minutos, hasta que abrió la puerta y bajó. Yo bajé
también y la acompañé hasta la puerta. Me quedé mirándola hasta que abrió la
puerta de su casa. Y antes de entrar se acercó a mi y me besó, fue corto, y
rápido. Un pequeño detalle, yo no moví ni un músculo, era como una estatua.
–Te quiero
–me dijo–. Espero verte mañana por el aeropuerto –se despidió y entró a su
casa, yo me quedé frente a la puerta durante mucho tiempo, pero regresé a la
camioneta cuando me acordé de que mis hermanos estaban solos.
Cuando
me subí, me quedé dentro observando la casa de Emma por otro rato, después
saqué un cigarrillo de mi bolsillo y lo prendí, se supone que no me dejan fumar
frente a mis hermanos, se supone que no me dejan fumar, pero justo ahora es más
que una simple necesidad, es un escape.
En la casa me aseguré de que mis hermanos se quedaran
dormidos, ese era mi trabajo. Todo lo hice sin dejar de pensar en Emma. Cuando
por fin se quedaron dormidos, los dejé en su habitación y salí al jardín a
gritar. Comencé a gritar, gritar todo lo que pasara por mi mente, iban desde
palabras sin sentido, groserías. Sólo tenía que desahogarme, tenía que gritar.
Tengo problemas para controlar mi temperamento cuando las cosas no van cómo yo
quiero que vayan, este es uno de esos casos.
5 comentarios:
Me encanto!! ;3 es genial y no se nota que tienes ''falta de imaginacion''
Ya me pase por tu otro blog y asi quede: ... ... ... ...
NO REACCIONABA!
Es simplemente genial!♥
Pobre Hunter.
Yo pienso igual no creo q tengas falta de imaginacion, me encanto
Publica pronto
uuuu cap triste!! :/ no quiero que se valla y que no esten mas juntos, me da pensa, hacen linda pareja y creo que si se van a reencontrar algun dia y van a ser felices... :) tal vez
beueno, me encanta tu nove, beso grande
Me encanto tu blog ;) esta muy lindo decorado y las historias =) Cuidatee!
Simplementeamor-juje.blogspot.com
me gustooo♥
elcaaap
haha me imagine lo del toquee :D
& felicidades por lo del blooog
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