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6/07/2011

Cap. 16



Tony’s POV
Viernes 10 de Diciembre
7:45 A.M.

Debería confesar algo: estoy obsesionado. ¿Eso es normal? ¿Es amor? ¿Así es el amor? Porque de ser así, nadie jamás me dijo que se sentía de esta manera: atada a otra persona. Es la primera y última vez que hablaré con el consejero escolar sobre esto porque es territorio nuevo para mi, aunque no debería hablar de eso con él, ya que él atiende problemas escolares, pero también cosas que puedan influir en tu vida escolar, de verlo de esa manera, está bien que hable con él.
     –Hola, soy Tony –le dije en cuanto entré a su oficina.
     Me senté en la silla frente a su escritorio, y lo observé mientras hacía algunas cosas en la computadora, era joven, probablemente esto es un trabajo temporal mientras encuentra una oferta mejor.
     –Creo que hablaré con otra persona –le dije después de haber pasado unos minutos.
     –¿Por qué? Si ya estás aquí –me dijo con una gran sonrisa–. Hablemos.
     –No sé si me puedas ayudar –le dije.
     –En lo que sea, y en lo que pueda, claro –me respondió–. ¿Cómo vas?, ¿qué tal tus calificaciones? –me preguntó.
     –Bien… –le contesté–. Pero creo que hay algo que me distrae –le confesé.
     Él se quedó callado, y después sonrió.
     –¿Quién es? –me preguntó, y entonces sacó un libro–.¿Estaba aquí el año pasado? –me preguntó, y entonces comenzó a buscar por el libro, seguramente es el anuario escolar del año pasado.
     –No te diré –le contesté–. Pero estoy enamorado de ella.
     –Pero que estúpido –me dijo, chasqueando la lengua, y movimiento la cabeza en un gesto negativo–. Empecemos con el primer y el más importante punto. ¿Estás seguro de que estás enamorado? Porque si, amigo, cada vez que la ves, te la imaginas sin ropa, lamento decirte que no es amor.
     –¿Qué…? –le pregunté confundido–. Tu primer punto no es de tu incumbencia.
     –Siguiente pregunta. ¿Cómo te atreves a enamorarte en la preparatoria? –me preguntó sorprendido.
     –¿Tiene algo de malo? –le pregunté extrañado.
     –Mira, Tony, mis experiencias me dicen que no es la mejor opción. Lo más probable es que tu relación con esa chica, Alexandra, no dure mucho –me comentó–. Pero, experiencias de mis amigos que me dicen que tal vez funcione –agregó–. Siguiente punto –entonces abrió el cajón de su escritorio de nuevo, y colocó frente a mi unas bolsitas pequeñas que no tardé en darme cuenta de lo que en realidad eran–. Usa condón, créeme, más complicaciones es lo que quieres evitar, así que usa esto y hay 97% de probabilidades de una preparatoria sin niños –me explicó con una sonrisa, para hacerme sentir cómodo, pero yo me quede callado y agarré las bolsitas sin hacer ningún otro gesto–. Lo siento, eso es parte del trabajo.
     –Gracias, supongo –le dije, todavía incomodado.
     –Sesión terminada. Nos vemos después –me despidió.
     Vaya.

12:30 P.M.

Es la hora del almuerzo, donde puedo pasar tiempo con Alexandra porque no nos vemos en todo el día desde que suena la campana desde la hora de entrada.
     –¿Estás bien? –le pregunté a Jade cuando se sentó.
     Se veía cansada y triste, fue fácil de notar porque ella siempre está tan llena de vida que la diferencia es notoria.
     –Si… –me contestó con una sonrisa tímida–. ¿Me veo tan mal? –me preguntó.
     –Un poco –le contesté con sinceridad–. ¿Qué ocurre? –le pregunté.
     Entonces sus ojos se tornaron llorosos y desvió la mirada hasta que no aguantó más y dejó escapar unas cuantas lagrimas.
     –¿Jade, que ocurre? –le insistí.
     –Mi papá se fue –me contestó.
     –Regresará –la traté de tranquilizar.
     –¡Eso no lo sé! –me replicó–. Lo siento, es que… no quiero hablar de eso.
     Jade se puso de pie, y salió corriendo del comedor. Todo el mundo la miró cuando corrió, aparentemente una chica fuerte en el exterior, puede parecer hasta malcriada en algunas situaciones, pero nadie la conoce tan bien como Alexandra; supongo que nadie la había visto llorar hasta ahora. O nadie la había visto correr en tacones.
     –Hola –me saludó Alexandra cuando se sentó.
     Asumo que no notó a Jade correr hacia la salida.
     –Hola –la saludé con una gran sonrisa–. ¿No viste a Jade? –le pregunté–. Salió llorando. Dijo algo sobre su papá… pero no me explicó bien, deberías ir a ver que ocurre –le aconsejé.
     –Será mejor que la vaya a buscar –me dijo.
     Entonces se puso de pie, y quedé solo… de nuevo. Aunque me hubiera gustado que Alexandra se quedara no le dije nada porque Jade tal vez estuviera por ahí llorando y necesitaba compañía.
     –Hola, niño –me saludó Hunter.
     Entonces me dio unos golpes en la espalda. No me molestaría eso si fuera menos fuerte, pero yo soy un espagueti a su lado.
     –Hola, Tony, ¿Quieres mi manzana? –me ofreció Emma.
     –Prefiero que la coma alguien que realmente necesita comer –le respondí.
     Se quedo callada.
     –Chicos, ¿Saben que le pasa a Jade? –preguntó Regan mientras se sentaba–. Entró al baño de chicas llorando. ¿Debería ir a ver que pasa?–
     –Pero deja que salga del baño, nadie te quiere allá dentro –me dijo Emma.
     –Las señoritas me llevan allá dentro –le dijo Regan alardeando.
     –Asco –se quejó Emma.

Sábado 11
8:00 A.M.

Hoy iría a la iglesia dónde estaban las cenizas de mi mamá. Papá se aseguró de que fuera una de las más bonita. Y, claro, la belleza cuesta, y cuesta algunos kilómetros y litros de gasolina. Por eso que no la voy a visitar muy seguido, las cenizas se encuentran en una iglesia hermosa a más o menos una hora y media de aquí. Pero extraño a mi mamá, y aunque sé que siempre está conmigo de alguna manera, quiero ser yo quien este con ella por un tiempo.
     Tenía trece años cuando se marchó de este mundo, y cuando lo hizo, mi papá y yo dejamos de existir, cómo si nos hubiéramos marchado con ella, nuestra forma extrovertida de ser y nuestra seguridad murieron cuando ella lo hizo. Y claro que ha sido duro, me falta mi mamá, y he luchado con eso, porque aparentemente soy un chico con una seguridad y autoestima alta, pero las inseguridades que tengo son innumerables, y ese fue el objetivo de nuestra mudanza hasta Los Ángeles.
     Algo así para recuperar todo lo perdido, como nuevo. Y pensé que ser reconocido en la escuela, es decir, ser popular, me daría la seguridad que necesitaba, pero después me di cuenta de que no era así porque conocí a Alexandra. Me enamoré, y entonces, me siento bien cuando estoy con ella, y cuando no estoy con ella pienso en ella, y me hace simplemente sonreír. ¿Increíble no?
     Seguridad, vida y amor han vuelto a mi vida, a mi mamá le encantará escucharlo.


9:50 A.M.

Compré unas flores, las venden frente a la iglesia. Sé que estoy no era un cementerio donde podías dejar las flores, pero pienso que en tan solo llevarlas era un pequeño detalle que a mi mamá le hubiera gustado. En el cinerario, la habitación donde se encontraban las cenizas de mi mamá, estaba vacía. Algo que me resultaba incomodo es que hubiera cenizas de otras personas ahí. Pero, bueno, no son tantas, porque es un cuarto pequeño. Siempre que vengo a visitar a mamá me acuerdo de todo, desde el principio del final.
     Yo estaba ahí, junto a mi papá. Ninguno de los dos soltaba la mano del otro. Éramos una pequeña familia, que se redujo a un par de solitarios hombres después de que mi mamá falleció. ambos asíamos lo que estaba ocurriendo, yo tenía cinco años, yo sabía lo que eso significaba y lo que significaría: jamás, nunca jamás podríamos verla, abrazarla, tocarla, escucharla, y demás. Y entonces comenzó a llover, supongo que fue el efecto dramático en el entierro. Yo volteé hacia el cielo, y deje que la lluvia empapara mi rostro. Y después volteé al ataúd de mi mamá, el cual ya se encontraba abajo.
     –Anda, echa la flor –me ordenó mi papá.
     Y entonces miré la flor que mi papá me había dado, la besé, y luego la aventé. Cayó justo encima del ataúd. Y después mi papá aventó una carta. Recuerdo cuando escribí esa carta, la misma noche en que mamá murió, porque fue donde escribimos todo lo que sentimos en ese momento, y los detalles se retocaron el día del entierro. Fue horrible escribirla, las letras estaban borrosas debido a las lágrimas, y ahora casi invisibles debido a la lluvia, pero sé que el mensaje le llegaría.
     –Te quiero, mamá  –dije con aflicción.
     Y entonces deje que las lágrimas brotaran de mis ojos con libertad. No recuerdo jamás haber llorado tanto, y no recuerdo haberlo hecho desde entonces.
     –Tony –me llamó mi papá mientras se hincaba frente a mi y me miró a los ojos–. Tenemos que ser fuertes, tu madre no quería esto para ninguno de los dos, pero ella sigue con nosotros –y colocó una mano en su pecho y la otra en el mío–. Justo aquí, donde los sentimientos se guardan. En nuestro corazón.
     Después de eso se puso de pie, y nos fuimos de ahí. Unos meses más tarde, mi papá hizo, lo que para mi fue, una mala decisión. Mando a incinerar el cuerpo, aun sabiendo que probablemente no quedara mucho de él. Y entonces, en una iglesia, guardo las cenizas. No sé porque lo hizo. Pero, bueno, de esa manera ahora la tengo, no tan cerca, pero cerca.
     –Hola, mamá –dije cuando ubiqué su urna.
     Era, normalmente, lo único que decía y en voz baja, porque no debo hablar ahí. Me lo enseñó mi papá la primera vez que la visitamos de esa manera. Después me quedé frente a la urna unos minutos, pensando en ella. ¿Estará feliz ahora? No lo sé. ¿Yo soy más feliz ahora? Definitivamente no, pero no quiero pensar en como serían las cosas si ella todavía estuviera aquí, no quiero vivir en un mundo conformado de “que tal si…”.
      –Te extraño.

3 comentarios:

Na Abarca dijo...

hi!!
waa pobre jade
& tony todo lo que siente para mi es obsecion
& ame que el consejero le dijera estupido jajajaj
escriibe♥

Clau dijo...

My bueno el capi y algo triste :'( u.u pero muy bonito <3
esta enamorado aaawww :)
jaja sigue pronto

Anónimo dijo...

céntrense!! pobre Tony, su mamá BUUUUA :(