Jade’s POV
Domingo 5 de Diciembre
10:00 A.M.
Cuando desperté al sonido del timbre de la puerta, lo
primero que hice fue encontrar mi esa cosa negra que parece una gran bota que
me permite caminar con el yeso, no me he molestado en preguntar como se llama.
Caminé lo más rápido que pude y bajé las escaleras para recibir a mi papá.
Jamás había necesitado tanto su presencia hasta hace unos días y es uno de los
viajes de trabajo más largo que ha hecho en años, visitando varias ciudades para
evitar viajes en futuro cercano.
Abrí la
puerta rápidamente, antes de que mi mamá pudiera hacerlo y mi papá se dio media
vuelta para verme, me sonrió y yo me abalancé sobre él, lo abracé tan fuerte
como me fue posible y sentí las lagrimas venir, pero respiré hondo para evitar
causar una escena. Después me separé de él con dificultad.
–¿Por qué
lloras? –me preguntó mi papá.
Acarició mi
cabello, consolándome.
–Te extrañé
–le contesté.
–Tu mamá me
platicó lo de tu tobillo, tienes que ser más cuidadosa la próxima vez –me
aconsejó y miró mi pierna–. No muy a la moda, ¿eh?
–Si, supongo
que es lo único que te ha contado –le dije haciendo referencia a lo que sólo mi
mamá y yo sabemos–. Es bueno que ya estés aquí –le dije, abriendo paso para
dejarlo entrar a la casa.
–Si, lamento
que este viaje haya sido tan largo, pero fue para algo bueno, no habrá viajes
en mucho tiempo –nos explicó, y después nos sonrió–. ¿Y que hicieron en mi
ausencia? Vamos, platíquenme –dijo mientras entraba a la casa, y abrazaba a Charlotte
y mi mamá, y después comenzó a subir las escaleras con sus maletas, mientras
nosotras le hablábamos al mismo tiempo.
–Mamá hizo
muchas cosas interesantes –me apresuré a comentar, y después voltee a ver la
reacción de mi mamá–. ¿No es así? Conoció a varias personas…
Mi mamá no paraba de mirarme,
definitivamente quería que me callara, pero sus deseos no se harían realidad,
no esta vez, la verdad se tiene que saber, y no importa cuan dolorosa sea, y
cuanto vaya a afectar a mi familia, no podría cargar con la culpa de guardar un
secreto tan grave como ese, no me creo capaz.
–Si, una
pareja se unió al club de lectura de una de mis amigas –platicó mi mamá–. Son
ambos muy agradables –y le ofreció una sonrisa a mi papá, quién también le
sonrió.
–No puedo
esperar para conocerlos –le contestó mi papá–. Las extrañe mucho –dijo mi papá.
–Nosotras
también –le respondimos en coro.
–Las cosas
no son las mismas sin ti, cariño –dijo mi mamá remarcando la última palabra.
–Me imagino,
no sé cómo hacen funcionar las cosas aquí sin mi –bromeó mi papá y después se
rió.
–¿¡Cómo le
puedes hacer esto a papá!? –le pregunté en un grito a mi mamá, no podía
soportar verla actuar de esa manera, como si yo no supiera nada sobre su
secreto–. ¡Te odio! –le grité, y entonces empujé a mi papá a un lado y a
Charlotte para abrirme paso en las escaleras, y terminé de subir rápidamente,
después me entré a mi habitación, y antes de azotar la puerta le grité de
nuevo–. ¡Eres una maldita arpía! ¡Te detesto! –y azoté mi puerta.
Caminé en
círculos en mi habitación y después de marearme por tantas vueltas, me senté al
borde de mi cama y comencé a llorar de furia. ¿Cuánto había pasado? Unos
segundos, hasta que mi papá llamó a mi puerta, pero no lo deje pasar, la puerta
tenía seguro, el tan sólo verlo, hacía que odiará más a mi mamá por lo que le
hizo.
Ella me dijo
que sigue amando a papá. Otra de sus mentiras, por supuesto, y algo que no
logro entender es que si tanto amas a una persona y de pronto lo dejas de amar
como lo hacías, no luchas por verlo de nuevo con los ojos con los que lo viste
cuando estabas al pie del altar, a punto de unir sus vidas, y con los ojos que
lo viste cuando formaron una familia, y darles amor, todo con la persona que
amas. Y todo eso lo echas por la borda en lugar de luchar, prefieres hacerlo de
la manera más fácil: intentarlo con otra persona. Esa decisión se compone de
una sola cosa: egoísmo.
–¡Jade, abre
la puerta, es una orden! –me gritó mi mamá desde afuera de mi habitación.
–¡Vete, no quiero
verte! –le grité mientras limpiaba mis lágrimas, y me tragaba el nudo que tenía
en la garganta.
–¿Qué fue
eso de allá abajo? –me preguntó mi papá, con más calma que mi mamá–. ¿Qué está
pasando? ¡Abre la puerta, Jade! –me ordenó–. Vamos, abre, no me obligues a
abrirla a la fuerza, Jade –me advirtió.
Entonces me
puse de pie y abrí la puerta bruscamente.
–¿Quieres
una explicación? –le pregunté–. Pues pregúntale a la mujer que se hace pasar
por la esposa perfecta –le contesté, y entonces él volteo a ver a mi mamá.
–No tengo
ánimos para esto, acabo de llegar, estoy cansado—–
–¡Te está
engañando! –le grité, interrumpiendo.
Entonces mi
papá se quedó callado, un momento me miró directo a los ojos, mientras yo
esperaba ver tristeza, devastación, lo único que note en su mirada fue furia.
–¿Por qué
estás diciendo esto sobre tu madre? –me preguntó furioso, cruzando los brazos,
esperando una respuesta.
–¿No me
crees? –le pregunté abatida–. ¡Es verdad! –defendí mi respuesta.
–Escucha, ¡Y
escucha muy bien! –me gritó–.¡No vuelvas, jamás, ni siquiera pienses en mentir
así sobre tu madre! –me gritó de nuevo–. ¿Me entendiste? –me preguntó enojado–.
¡Ahora, te ordeno que te disculpes! –me gritó.
Me tomé mi
tiempo para contestar.
–Lo siento,
mamá –me disculpé–. ¡Siento que hayas tenido que arruinar esta familia! –le
grité.
Mi papá dejó
pasar por alto lo último, y continuó.
–Y, claro,
estás castigada –me informó.
–Eso es lo
de menos –murmuré.
Después mi
papá sostuvo la mirada conmigo unos segundos y se marchó junto con mi mamá
hacia su habitación. Mientras que Charlotte fue la única que se quedó conmigo,
se acercó a mi, yo me deje caer, recargándome en la cama, y comencé a llorar de
nuevo. Triste, enojada, confundida. Respiré lentamente para calmarme, y después
Charlotte se sentó junto a mi, ninguna de las dos dijo nada por un buen tiempo.
–¿Es cierto?
–me preguntó–. Lo de mamá…
Yo suspiré,
me limpié las lagrimas y después asentí.
–Pero te
prometo que todo va…–
–No mientas
–me pidió–. Jamás estará bien de nuevo –entonces se puso de pie y me miró–. Y
no sé porque, pero esto es tu culpa, si no hubieras dicho. ¡Si te hubieras
quedado callada! –me gritó.
Entonces
salió corriendo.
Increíble,
trato de hacer sólo lo correcto. Decir la verdad es lo correcto. ¿Cierto? Pero
la única que aquí hizo mal fue mamá, y toda la culpa recaerá sobre mi.
8:00 P.M.
Seguía en mi habitación, todos estaban en sus
habitaciones, el almuerzo y las cena habían sido momentos incómodos, que
pudimos haber evitado, pero papá no permitió que me marchara de la mesa.
Después de esos momentos, todos iban a sus habitaciones, y había silencio en la
casa, hasta que gritos estruendosos irrumpían la calma, provenientes de la
habitación de mis padres.
Un día que
debió haber sido un día alegre, terminó siendo un desastre, y todo por no poder
quedarme callada ante lo que era injusto. En algunos momentos los gritos de la
habitación de mis papás cesaban, y la tranquilidad regresaba, un silencio
sepulcral, hasta que los sollozos de la habitación de Charlotte irrumpían, al
igual que los gritos, el silencio y el circulo vicioso comenzaba nuevamente.
Me puse de
pie y caminé hacia la habitación de Charlotte, toqué la puerta.
–No quiero
hablar contigo –me contestó Charlotte desde su habitación.
–Charlotte,
por favor –le rogué, y entré a su habitación–. En serio, lo siento, pero no es
mi culpa –me defendí.
–Si no
hubieras dicho nada… –comentó Charlotte, culpándome.
–¿Qué
prefieres entonces? –le pregunté–. ¿Qué le mientan a papá?
–¿Y tú qué
prefieres? –me preguntó–. ¿Ver a nuestra familia separada, rota, destrozada?
Estoy segura de que eso es lo que veremos en unos meses, tal vez en unas
semanas, pero lo veremos.
–Tenia que
decirlo. No podía permitirme que mi mamá se burlara de papá de esa manera –le dije.
–No me
importa –me dijo–. Sólo vete –me pidió.
No tenía más
ánimos de discutir con ella, mejor cerré la puerta de su habitación y caminé
hacia la mía, pero antes paré por la de mis papás, me asomé para ver como iban
las cosas. No se hablaban, papá estaba sentado en un sillón y mi mamá al borde
de la cama. Sostenían un incomodo contacto visual, supongo que, obviamente, las
cosas van peor de lo que me imaginé. Continué mi camino a mi habitación para
evitarme más dolor, y me eché en la cama a hacer lo que hice durante toda la
tarde, pensar y culparme por lo que estaba ocurriendo.
–Jade… –me
llamó mi papá cuando entró a mi habitación.
–Lo siento,
papá –fue lo primero que le dije cuando lo voltee a ver.
–Te vi pasar
por nuestra habitación –mencionó–. Todo está bien.
La expresión
que tenía papá en el rostro era de cansancio, decepción, tristeza, furia,
muchos sentimientos combinados. Él se sentó en el borde de mi cama, a
consolarme. Se tardó tratando de buscar las palabras correctas para explicarme
todo lo que está pasando.
–Necesito
hablar contigo –me pidió y suspiró–. Todo está bien, no es tu culpa y no quiero
que te sientas de esa manera. ¿De acuerdo? Ustedes, tu y tu hermana, son mi
todo y te prometo, que ese todo estará bien –dijo–. Lo prometo.
Entonces se
puso de pie, y antes de salir de mi habitación, me ofreció una pequeña sonrisa,
forzada y casi inexistente.
Lunes 06
8:00 A.M.
Fue una noche larga, y me refiero a que no cerré los
ojos ni por un segundo, mis padres siguieron discutiendo, a pesar de que papá
dijo que todo estaría bien, pero supongo que eso es lo que los padres hacen,
tratan de darles a sus hijos seguridad. Aunque ellos sepan que es mentira, y
aunque sepan que nosotros sabemos que mienten.
–¡Charlotte,
apresúrate! –le grité desde la cocina.
–¡No iré!
–me gritó desde su habitación.
–¡Necesitamos
ir, te espero afuera! –le grité. Entonces salí de la cocina, y caminé
hacia la entrada–. ¡No tardes! –le grité por última vez, y abrí la puerta. Casi
tropiezo con las maletas que están en el porche–. ¿Por qué, papá? –me pregunté,
y entonces subí las escaleras, y caminé hacia la habitación de mis papás. Todo
esto me costaba trabajo con esta cosa en mi pie, pero hice todo tan rápido como
pude–. ¿Te vas? –le pregunté alarmada a mi papá cuando entré a la habitación.
Él estaba guardando algunas cosas más en otra maleta, pero lo interrumpió
cuando me vio venir–. ¿Papá, que estas haciendo? –le pregunté, todavía
alarmada.
–Jade, esto
es algo tan… inesperado. Necesito tiempo para pensar –me contestó terminando de
doblar unas playeras.
–¿Nos
dejarás solas otro mes? –le pregunté con dolor–. No hagas esto –le pedí–.
Quédate con nosotras, por nosotras, te necesitamos –le rogué.
–Sabes que
te quiero, y a tu hermana, también a tu madre, y por eso necesito este tiempo
–me dijo.
–¿A dónde
irás? –le pregunté con un nudo en la garganta.
–A un lugar
lejos de aquí, he comprado mi boleto por Internet, necesito pensar todo lo que
está pasando, regresaré, lo prometo, no me puedo ir por siempre –me respondió.
–¿A dónde?
–le pregunté–. ¿Cuánto tiempo?
–Me voy un
par de… semanas –me contestó.
–¿Un par de
semanas? No, no, necesito verte –le dije–. Papá, no te vayas, te necesito.
–Lo siento
–me dijo–. Lo siento tanto, pero necesitas entender. Sería tan doloroso que me
vieras en esta condición todos los días y mi sufrimiento no se acabara si me
mantengo cerca de tu madre en estos momentos…
Noté
su nudo en la garganta, pero supe que lo tenía que dejar ir. En realidad
necesita tiempo, tanto cómo nosotras necesitamos entenderlo.
5 comentarios:
aauuuch -.-
pobre jade pobre el papa de jade pobre char D:
que colera con la mama D:
Wow me super encanto!!!
Ya quiero ver el siguente
Muy linda nove
Pliss pasa por mi blog y sigueme
Te espero ♥
http://acrosstheheavens-novelas.blogspot.com/
:( u.u
reee triste :/
que feo que se va no me gusta :'(
sube pronto, muy linda la nove
Esta genial la novela .. Fue un cap demaciado triste y pues .. Sigue escribiendo !
Aclaro que te entiendo porque me pasó lo mismo :( Aunque o sigo viendo a mi papá no es lo mismo
Publicar un comentario